Por Salvador González González-
Me condiciona escribir sobre este tema el hecho de que -raro es el día en que no me levanto y, al leer las noticias- aparece un nuevo hecho luctuoso del asesinato de una mujer por su compañero o ex compañero. Extraño es el supuesto contrario, aunque también los hay a veces, siendo la mujer -en este caso- la que mata a su pareja. ¿Cómo se explica que, a pesar de medidas legales preventivas, teléfonos de asistencias de ayuda, publicidad institucional contra ello, etc., etc., siga proliferando esta lacra violenta en nuestra sociedad, e incluso parece vislumbrarse con un alto incremento entre los más jóvenes?
La justificación, basada en un machismo carpetovetónico o celtibérico pre existente («La maté porque era mía» dice la canción de marras), no explica esa existencia en jóvenes de nuestro tiempo, en que se supone la equiparación entre la mujer y el hombre; al menos, en lo que se refiere a hábitos y relaciones, parece que es asumido en general por toda esa sociedad; más, si cabe, en la juvenil. ¿Qué hay detrás de todo este acontecer cuasi diario de salvajadas y muerte para con la compañera, madre de los hijos, copartícipe sentimental del vivir diario…?
Todavía no he escuchado, ni leído, ninguna opinión de expertos psicoanalistas que hayan elaborado un diagnóstico al respecto y, por tanto, nos hayan aportado algo que pudiera conducirnos a encontrar la clave para atajar, de una vez por todas, este lamentable y sangriento asunto. Si un famoso y conocido psiquiatra -por más señas, andaluz: Luis Rojas Marcos-, alza la alarma sobre la joya de la corona del futuro de la sociedad: nuestros niños, que -como al final, el mensaje sobre conclusión de este tema es cuasi-educativo- hago una reseña de lo que va el informe en cuestión, dicho por este prestigioso psiquiatra que ha sido reconocido mundialmente; analiza y por ello, por analogía, pudiera aquí tenerse en cuenta. Dice que nuestros hijos están en un estado emocional desbastador; los investigadores nos aportan estadísticas cada vez más alarmantes: 1 de cada 5 niños tienen problemas de salud mental, se ha notado un aumento del 37% de depresión en adolescentes, un aumento del 200% en tasas de suicidios en niños de 10 a 14 años. Se pregunta. ¿Qué está pasando y que estamos haciendo mal? Y dice lo siguiente: que, como digo, bien pudiera servirnos para el tema que es objeto de este análisis y opinión. Los niños de hoy están siendo sobre-estimulados y sobre-regulados de objetos materiales, pero están privados de los fundamentos de una infancia sana, tales como padres emocionalmente disponibles. Límites claramente definidos. Responsabilidades. Juegos creativos con interacción social, oportunidades de juegos no estructurados, movimientos al aire libre. Por el contrario, se está llevando los niños a padres distraídos digitalmente, indulgentes y permisivos que dejan que los niños gobiernen el mundo y sean quienes pongan las reglas con un sentido del derecho, de merecerlo todo sin ganárselo o ser responsables de obtenerlo, estilo de vida sedentario con estimulación sin fin, niñerías tecnológicas, gratificación instantánea y ausencia de momentos aburridos. ¿Qué hacer? Da una serie de consejos. Son bastantes, pero me voy a limitar a los prolegómenos de éstos: si queremos que nuestros hijos sean individuos felices y saludables, tenemos que despertar y volver a lo básico; es posible. Establecer límites y recordar que los padres son los capitanes del barco. El hijo se sentirá más seguro, si sabe que usted tiene el control del timón. Ofrecer a los niños un estilo de vida equilibrado, lleno de lo que necesitan, no solo de lo que quieren. No hay que tener miedo de decir «No» a sus hijos, si lo que quieren no es lo que necesitan. Enseñar responsabilidad e independencia. No los proteja en exceso contra la frustración o toda equivocación. Equivocarse les ayudará a desarrollar resistencia y aprenderán a superar el desafío de la vida. Esté emocionalmente disponible para conectarse con los niños y enseñarles auto-regulación y habilidades sociales. Enséñales a saludar, a tomar turnos, a compartir sin quedarse sin nada, a decir gracias y por favor, a reconocer el error y disculparse (no los obligue), sea modelo de todos esos valores que inculca.
Retomando al tema que nos ocupa, por lo que se va viendo no sólo con leyes, ni deseo voluntarista bien intencionado, incluyendo en ello a los políticos, que parece que se lo han tomado en serio y es de los pocos asuntos en los que todo el arco parlamentario parece coincidir y, por ello, legislan al respecto casi por unanimidad.