Mi primer nieto literario

Por Fernando Sánchez Resa.

Cual abuelo primerizo, andaba yo nervioso esperando con impaciencia que llegasen las ocho y media de la tarde del sábado 18 de noviembre, para asistir al bautizo de mi primer nieto literario, el poemario “Primavera del sentido”, cuya presentación, su autora -Mónica Sánchez Latorre, mi querida segunda hija-, había previsto celebrar por todo lo alto en el inconfundible y demandado espacio ubetense que, últimamente, se lleva tantas visitas y admiraciones merecidas: la Sinagoga del Agua.

Era una tarde en la que varias actividades culturales y festivas en Úbeda tentaban a un amplio espectro de público para que asistiese a ellas, repartiéndose la gente según gustos, afinidades y compromisos. Así, el Hospital de Santiago, con el irrepetible JASA, cuyas presentaciones son auténticas teatralizaciones y performances, presentaba, a la misma hora, su quinto libro: “Historia del carnaval en Úbeda”; mientras las calles de nuestra ciudad asistían sorprendidas a las múltiples actividades enmarcadas en la VI Semana de la Novela Histórica “Ciudad de Úbeda”… Todo ello auguraba una complicada asistencia a la velada de puesta en sociedad de mi ya mencionado primer nieto literario.

Mas la suerte, la constancia y la auténtica amistad hicieron el milagro: el local se llenó para celebrar un acto literario-musical que resultó de gran altura, dejando en el ánimo de todos los asistentes un poso de paz y contento, por haber tenido la suerte de participar en este excepcional acontecimiento, en el que la poeta Mónica Sánchez Latorre contó con la generosa colaboración del gerente de “Artíficis” y de la Sinagoga del Agua, Andrea Pezzini; del catedrático de Literatura, Rafael Bellón Zurita; del Coro “Llama de Amor Viva” y de su director, Manuel García Villacañas. Profesionales y particulares se encargaron de preservar la memoria de la velada, tanto en fotografía como en vídeo.

Antes de comenzar el acto, el abuelo de la criatura literaria invitó a los familiares y amigos más cercanos a una visita guiada a la Sinagoga del Agua. Mientras tanto, varios incondicionales preparaban las sillas y el recinto para que se celebrase el esperado acontecimiento. Todos admiraron el misterio de este templo, cuya historia es actualmente objeto de investigación, debiéndose el mérito de la recuperación del edificio a Fernando Crespo y a su esposa Ana.

El variado público llegó con suficiente antelación, al igual que Jose Carlos Moral Ruiz, cogerente de “Libros prohibidos”, sobre quien había recaído el encargo de poner a la venta los ejemplares de “Primavera del sentido”. Según me contó después, fue un completo éxito; máxime, teniendo en cuenta la escasa acogida que en general los lectores brindan a la poesía.

Abrió el acto el políglota Andrea Pezzini, quien, tras desglosar los avatares de la historia de este enclave, resaltó su adecuación como escenario de aquel acto literario. Desde aquí quiero agradecer su deferencia, amabilidad y buen hacer por lo que respecta tanto a mi familia como a la ciudad de Úbeda, a cuya declaración en 2003 como Patrimonio de la Humanidad contribuyó en no poca medida.

Seguidamente, el cronista oficial de la ciudad, Rafael Bellón Zurita, fue desgranando parsimoniosamente sus profundas reflexiones sobre el libro que nos ocupa. Encomió de manera reiterada su publicación, edición, prólogo y abundancia de figuras retóricas. En el poemario de Mónica, había encontrado afinidades con poetas como Juan Ramón Jiménez y San Juan de la Cruz. Como ocurre en el caso de los místicos –señaló don Rafael–, Mónica aspira a la trascendencia, cuya consumación solo es posible tras las etapas de la búsqueda y el encuentro. Sostuvo que, ya desde bien joven, sabía Mónica escribir bellos sonetos, como los que ganaron en 2004 el primer premio de Poesía del II Certamen Andaluz de Escritores Noveles. Agradeció el cronista de Úbeda lo que consideró una deferencia hacia él, por parte de Mónica, antigua alumna suya en el instituto “Francisco de los Cobos”. Recordó la excelencia de nuestra poeta en la asignatura por él impartida, alegrándose con modesto gracejo de que sus clases no hubiesen acabado con el amor de la futura escritora por la literatura. No faltaron a Bellón Zurita razones con que ponderar la calidad del poemario objeto de celebración; así, destacó su profundidad de pensamiento, su ritmo y musicalidad, la amplitud de su simbología y la acuñación de verdaderos hallazgos léxicos; su honda inspiración, en suma. El catedrático supo resumir su impresión personal diciendo que era un libro extraordinario y valiente, con voz de mujer; un libro abierto al misterio de la vida y del destino. Tras haber sembrado su intervención con la erudición de muchas notas, concluyó reiterando que “Primavera del sentido” era digno de la celebración que se le tributaba. Como colofón, un simple y sincero «¡Muchas gracias!», al que siguió, tras los no menos sinceros aplausos, el sabio y sosegado discurso de la poeta.

La autora empezó agradeciendo su colaboración a todos los que habían hecho posible que viese la luz “Primavera del sentido”, que requirió una larga gestación -unos diez años-, durante la cual ella misma había crecido en madurez personal y literaria. Trató de ayudarnos a entender su viaje poético, para lo que contó con la expectación del público, cuyo silencio delataba su emoción y cariño. Con mirada retrospectiva, se remontó a su adolescencia y a su estancia en el instituto, recordando momentos significativos en su afición por la literatura y la poesía, en especial varios actos culturales y ejercicios de creación poética que don Rafael promovía en sus clases y que marcaron el comienzo del camino poético de Mónica.

En cuanto a su familia, tuvo palabras de agradecimiento para su tío José Latorre García, presente en la sala, que publicara el poemario “Desde mi Atalaya” (1999), y para los demás familiares que la precedieron en el camino de la inspiración y de la página impresa: sus abuelos Fernando Sánchez Cortés y José Mª Latorre Salmerón, y su bisabuelo José Latorre Gómez, autor de los poemarios “Cadencias” (1909) y “Puñado de estrofas” (1911).

Así mismo, agradeció la inspiración de los artistas que habían colaborado en “Primavera del sentido” con sus obras: Luis Juan Torres López, autor de la portada, y Berta Veredas Muñoz, ilustradora de los poemas.

A continuación, Mónica habló sabiamente del origen de la palabra, de su poder creador y modificador de la realidad, de cómo esa palabra puede llegar a convertirse en magia y también en poesía. Relató su experiencia con la escritura y la necesaria rendición del poeta al mensaje que esta lleva consigo, si quiere que emerja en sus poemas una voz dotada de alma y de sentido, como la que todos pudimos apreciar en su magistral lectura de varios de sus poemas. Al terminar, dio paso al coro “Llama de Amor Viva”.

Una vez el coro estuvo dispuesto en la cabecera de la sinagoga, Manuel García Villacañas explicó las tres piezas musicales que se disponían a interpretar, todas de su autoría. La primera, “In manus tuas”, pertenecía a la obra “Las siete palabras de Cristo en la Cruz”, dedicada al Cristo de la Buena Muerte. La segunda, “Traspasada”, consistía en un poema atribuido a santa Teresa de Jesús (o tal vez a su discípula María de san José). Respecto a la última pieza, se trataba de una composición ex profeso para la ocasión: un estreno. Su letra era uno de los primeros poemas de Mónica, “Música”, que ellos habían rebautizado con la palabra que le da comienzo: “Somos”. Acto seguido, los allí presentes tuvimos el gran privilegio de poder elevar nuestra alma a través de aquellas obras. Su excelente ejecución emocionó al público, y provocó a más de uno lágrimas de alegría y nostalgia. Aunque yo, por ser el abuelo natural del poemario y como la edad me va haciendo cada vez más sensible y emotivo, no me pude contener en distintos momentos de la presentación, teniéndome que enjugar repetidas veces las lágrimas con mi pañuelo… Al término de la última pieza, Mónica se dirigió hacia el centro del improvisado escenario y, desde allí, agradeció emocionada la interpretación. Cerró el acto con una confesión: ese poema que acababan de cantar, precisamente uno de los primeros del libro, lo había escrito cuando tenía 17 años, y escucharlo hecho música había sido como cerrar todo un ciclo desde entonces. Así pues, afirmó: «Todo lo que he vivido en este tiempo ha tenido un sentido».

Al caluroso aplauso de los asistentes, puestos en pie, siguió un aluvión de admiradores, que se abalanzaron hacia la escritora novel para ser los primeros en obtener un ejemplar dedicado y hacerse una foto con ella, quien prodigó encendidas palabras, sonrisas francas y acertadas dedicatorias.

Una vez recogido todo en la Sinagoga del Agua, un grupo escogido de familiares y amigos se fueron camino del afamado restaurante “El Seco”, en donde el abuelo que esto escribe quiso agasajar con una cena a quienes habían arropado el nacimiento social de “Primavera del sentido”, quedando a la espera de que tenga larga vida.

Allí departimos, sosegada y desenfadadamente, una divertida e informal charla, en una mesa en forma de “L”, en la que las viandas, los caldos y el dulce postre proporcionaron aún más alegría y contento a todos.

Finalmente, brindamos por la nueva criatura poética y por su madre Mónica, quien reiteró -una vez más-, con sentidas palabras, el agradecimiento a todos los presentes en esta noche mágica y sublime en la que el amor y el cariño demostrado por todos hicieron el milagro de que fuésemos saciados de alegría a caer en las manos de Morfeo, habiéndose cumplido plenamente los ensueños proyectados.

Úbeda, 9 de diciembre de 2017.

Nota: Todas las fotos de este artículo, excepto la primera de la Sinagoga del Agua, son de “Lechuga & Ruiz fotografía”.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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