Úbeda, escaparate cultural permanente

Por Fernando Sánchez Resa.

Lo lamenté cuando acabó el XXIX Festival Internacional de Música y Danza, remedando a los pamplonicas al término de sus fiestas de san Fermín: ¡Pobre de mí, pobre de mí, se acabaron las más importantes fiestas musicales de aquí…! Y eso, a pesar de acusar varias decepciones: la desaparición del cuadro Santiago Matamoros en el auditorio del Hospital de Santiago –que, según me dijeron, intentaron robarlo y se encuentra en las dependencias municipales para repararlo‑; las múltiples equivocaciones de los programas del festival y su pésima coloración maximalista de difícil lectura; y la inoportuna nube veraniega que eliminó su broche final: La Fura Dels Baus.

 

 

 

 

 

 

Mas la buena música y sus destacados intérpretes y compositores suplieron mis desengaños en una alarde de virtuosismo encomiable. Nuevamente se han escrito páginas memorables de esta Úbeda multicultural que cada primavera florece trayendo el color y el calor veraniego, anticipando el olor de azahar y rosas en sus jardines más emblemáticos del casco antiguo, que no en el del Hospital de Santiago donde solo ha quedado el frondoso y polémico laurel y un césped natural a ras de suelo.

 

 

Menos mal que luego llegó otra semana de lujo: Soundtrack, en su XXIX edición, y el XVIII Festival de Cuentos ‑del 21 al 24 de junio‑, titulado En Úbeda se cuenta, con sus escogidas y acertadas actividades programadas para todo tipo de público; con el concierto inaugural, intimista y mágico, en la Sinagoga del Agua, de un Andaraje reducido a sus dos primeros fundadores ‑a pesar del catarro de uno de ellos‑ que nos hicieron gozar y retrotraernos a esa edad dorada del romance y la Edad Media, que tanto magnificamos algunos; y que, después, empalmamos con las XIV Fiestas el Renacimiento ‑decimocuartas y no catorceavas, como se dijo en el vídeo mapping ante la magna Iglesia del Salvador‑, siendo una delicia tres veces repetida; aunque no sé si Francisco de los Cobos levantase la cabeza, lo aprobaría o se iría nuevamente al otro mundo al no comprender el proceloso y cambiante tiempo en el que nos encontramos.

 

 

 

 

Aquí, en nuestra capital de la Loma, es difícil aburrirse, pues siempre pueden visitarse las múltiples exposiciones que pueblan ‑sin descanso‑ las hermosas e iluminadas salas del Hospital de Santiago, o acudir a la presentación de los libros que aparecen como rosquillas en nuestra patrimonial ciudad. Y, por si fuese poco, toda esta oferta cultural y festiva puede y debe ser complementada acudiendo a los pueblos vecinos: Canena, Torreperogil, Rus, Sabiote…, destacando la simpar Baeza. ¡Ah!, sin olvidar la irrepetible entrega de Hijo Predilecto y Medalla de Oro de la ciudad de Úbeda al incombustible Joaquín Sabina, el 9 de julio, en el auditorio del Hospital de Santiago, que se quedó pequeño para tal evento… Por todo ello, se nos presenta un verano con muy buenas perspectivas, a pesar del calor tórrido que tuvimos en junio, suavizado ‑en parte‑ en la última quincena, y primera semana de julio.

 

 

 

 

 

 

Y para proseguir con el trepidante panorama veraniego ubetense, ya nos tienen preparado Cinefan Festival Úbeda, en su quinta edición, que tiene el feliz deseo de ahondar en la magia y el encanto que transmite el cine en sus variados géneros, especialmente en esta ciudad cinéfila, enclavada en el corazón del Santo Reino, que desea seguir siendo punto neurálgico y epicentro de la inmensa ola cultural que nos inunda, como el calor aumentado de este verano, en nuestro paraíso interior…

Úbeda, 19 de julio de 2017.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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