IX Aniversario

Por Fernando Sánchez Resa.

El pasado jueves, 18 de mayo, fui invitado al IX Aniversario Hippie de la RPM y UED “Peal de Becerro”, a las 12:30 h, por lo que tuve la excusa perfecta para pasar una velada agradable, visitando al primo Antonio y a sus convecinos, en un ambiente de distensión y alegría, siempre loable y necesario.

Por eso, me desplacé con mi coche, pertrechado de ilusión y buena música, desde mi residencia (la capital de la Loma de Úbeda) hasta esta acogedora ciudad serrana de la comarca cazorleña.

A mi llegada, ya se encontraba acondicionada la extensa terraza de atrás con varias grandes tiendas de campaña, con su estructura metálica y toldos, para poder defenderse del tórrido sol y del inquieto viento, que en ese día pugnaban por mandar también allí; y, en donde, residentes, personal, familiares y amigos íbamos a echar más de tres horas de productiva convivencia, con el laudable y festivo motivo de celebrar nueve años de feliz funcionamiento de esta residencia para personas mayores.

La corta espera se nos hizo entretenida, pues fue amenizada con la deliciosa música de los dorados años 60-70 del siglo pasado (Karina, Fórmula V…), como un aditamento más, para adentrarnos en lo ya vivido, cuando aún éramos mucho más jóvenes y teníamos todas las ilusiones intactas.

El sol estuvo bastante tiempo jugando al escondite con las nubes, hasta que le ganó la partida, ayudado por el persistente viento que hizo peligrar los tinglados y toldos preparados. Así mismo, una cohorte de bellas y jóvenes señoritas, ataviadas con su cinta jipi en la cabeza, con alma de niñas y cual fieles misioneras de paz y amor, hicieron todos los momentos más agradables, repartiendo el atuendo jipi a los residentes femeninos para dar colorido a la fiesta; que, además, fue complementada con un gracioso photocall, para animar al personal a que se fotografiase, transformándose en un personaje peculiar. Todo fue la risión padre, al ver transmutados a los valientes que se atrevieron, con unas pelucas coloristas y psicodélicas y unas gafas gigantes, dejando constancia expresa de su buen humor para la posteridad.

Bonito y sutil detalle tuvo el personal del centro, al regalar a los familiares (e incluso a los propios residentes que, cual niños, querían ser agasajados y premiados) globos de variados colores y con diferentes figuras, porque eso siempre alberga la ilusión infantil más concentrada. A mí me dieron dos, de diferente tonalidad, para mi querido nieto Abel. ¡Menudo regalo; con la ilusión que le hace a un niño, y a un mayor, un globo para emprender el sustancioso vuelo de la imaginación!

La comida y bebida fueron sabrosas y abundantísimas; tanto, que los últimos platos quedaron casi intactos, porque el estómago no daba para más. Como hacía tanto viento, un residente, en plan gracioso y oportuno, comentó que esta fiesta iba a ser más famosa que la película Lo que el viento se llevó.

Seguían saliendo viandas desde la cocina, cuando algunos residentes y familiares desertaron… Y entonces, llegaron las repetidas interpretaciones musicales o coreográficas, teniéndose que refugiar el pianista, con su instrumental musical y sonoro, en una habitación interior, precisamente donde se encuentra la peluquería, mientras las dos intérpretes vocalistas se salieron afuera, a la vista del expectante público, como valientes toreras.

Una de ellas, Elena, saludó diciendo «Hola, ¿cómo estáis?». Y, ante la respuesta afirmativa del receptivo público, prosiguió: «Con mucho agrado estamos aquí, celebrando este noveno aniversario, en el que va a haber varias actuaciones: disfrutadlas, aunque el viento nos incomode». Presentó a Vanesa, la cantante; a Pedro, el pianista; y a ella misma, que iba a tocar el saxofón soprano y acompañaría a la vocalista. También anunció que, después, llegaría parte del Grupo de Baile de Peal de Becerro, llamado Almicerán, y dirigido por María Dolores, con más gente valiente que se apuntaría.

Empezó la canción Mamma mía, del famoso conjunto sueco Abba, y todos fuimos animados para cantar con ellas, pues es muy conocida; e incluso a bailarla, acompañándola con aplausos y con tanto viento que se iban hasta las partituras por los aires y el atril al suelo; por eso, quisieron repetirla, con el beneplácito del respetable, para disfrutar aún más de esta bonita y emotiva canción, sin dejar que el viento la estorbase, cuando el sol reinaba ya en el cielo y le había ganado la partida a las nubes que andaban dispersas y arrinconadas por el horizonte, buscando quizás la Sierra de Cazorla para refugiarse y pasar la tarde-noche. Entonces, se produjeron muchos aplausos y ánimos en los corazones de los residentes y familiares, al comprobar el cúmulo de sensaciones placenteras que siempre trae esta evocadora y tierna música. La segunda vez, les salió mucho mejor; por lo que fue jaleada con vivas, aplausos y coros de las jóvenes compañeras de la residencia, especialmente dedicados a Pedro: «¡Eh, eh…; ese Pedro, eh…!», además de animarlo a que bailase.

Luego, tomó la palabra Luz García Novoa, la joven directora del centro, y con un breve discurso recordó la especial fecha en la que nos encontrábamos, animando a todos para que siguiésemos cumpliendo muchos años de esta alegre manera; y dando siempre las gracias al equipo de profesionales que han hecho posible esta fiesta, con su especial dedicación y esfuerzo; pidiendo, a su vez, aplausos para los que habían hecho los bonitos adornos que lucían en las tiendas de campaña o paredes y dedicándoles una emoción especial a los residentes que habían intervenido en todo el proceso, sin olvidar de expresar agradecimiento a los familiares por su asistencia. Recordó que llevábamos ya nueve años y que queríamos seguir estando muchos más años juntos. ¡Lo que suscribimos, todos…!

Después fue un grupo heterogéneo de féminas, principalmente, quienes deleitaron al público expectante con una sorprendente coreografía de una canción muy conocida, también de Abba: Waterloo, con su característico ritmo, acompañadas del fuerte viento y del tórrido sol; mientras el resto de asistentes disfrutábamos a la sombra, con alegría y contento, ya que nos fluían por todos los poros de nuestro cuerpo. Como la primera vez que bailaron, la música fue yéndose y viniéndose continuamente, hasta que, al final, tomó su potente sonido; creyeron conveniente, tras los aplausos, repetirla para disfrute de intérpretes y público. Y así lo hicieron. Acabada la repetida coreografía, ya el personal fue trasladando a algunos de los residentes a sus habituales lugares de descanso para que la socorrida siesta pudiese paliar tantas emociones vividas, tratando de soñar otros momentos y años de existencia.

Habíamos disfrutado de más de tres horas de celebración con frescos y abundantes caldos, juntamente con manjares festivos que fueron sobrando conforme la comida fue avanzando, hasta que llegó el goloso postre que más de uno repitió con el fin de quedarse hondamente impregnado de ese endulzamiento momentáneo. Finalmente, el aire pudo con todo, como el tiempo inexorable (tempus fugit), que seguirá rodando imperturbable para acercarnos a futuros y felices momentos, que habrán de llegar, estoy seguro, para todos.

Úbeda, 21 de mayo de 2017.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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