¡Otra cara de la Navidad!

Por Fernando Sánchez Resa.

Si la pasada Nochebuena cada cual se la montó lo más guay y eficientemente posible, rodeándose de familiares y/o amigos íntimos (sin olvidar la intensa estela de los que se marcharon para siempre al más allá), la Directora de la Residencia y Centro de Día de Peal de Becerro, Luz García Novoa, no quiso ser menos y tuvo el gusto de invitar a familiares de usuarios y residentes, en nombre de todo el colectivo que representa, para celebrar la Tradicional Merienda Familiar.

Poco antes de las 16:30 h del martes (27), desde distintos puntos de la provincia, y especialmente de Peal de Becerro, se fueron concentrando gran cantidad de familiares y amigos, en el amplio y luminoso comedor del centro, con el fin de disfrutar de una entrañable fiesta familiar.

Habiendo sido, amablemente, recibidos por el personal de la residencia, con su bella directora a la cabeza, y una vez bien instalados, ella expresó con breves y sentidas palabras el motivo por el que estábamos reunidos, agradeciendo a todos su asistencia, felicitándonos por estas entrañables fechas y adelantando las dos actividades más sobresalientes que nos tenía preparadas: el visionado de un power point, elaborado por el centro, con música navideña tradicional, en donde todos los residentes o usuarios iban ataviados con el gorro rojo de Papá Noel y estaban ejerciendo actividades lúdicas o manuales para demostrar que, mientras se tiene un hálito de vida, debe haber esperanza y alegría en el cuerpo y en la mente; y una sencilla y amable velada musical, comandada por dos aguerridos trabajadores del mismo centro: Elena Martínez ‑con las panderetas‑ y Pedro Bello ‑con la caja y su solícita voz‑, que fueron los auténticos animadores, pues gracias a su garra y entusiasmo, los residentes supieron entonar diferentes y conocidos villancicos clásicos, siendo acompañados por el toque de sus panderetas, notándoseles que los habían repasado repetidamente para sorprender a familiares y amigos; mientras todos iban degustando el rico chocolate o café con leche, acompañado de dulces o bizcochos navideños, queriendo rememorar (al fin) la pasada Nochebuena, tratando de hacerla realidad nuevamente, recordando que las personas que residen en este centro, como en otros de la provincia, tienen familiares y amigos que les proporcionan visita y cariño, al alimón con los trabajadores del centro.

Con unas famosas rumbas, por todos conocidas, se puso punto final a la fiesta, subiendo ostensiblemente más los decibelios de la amistad que los del sonido, pintando así un admirable cuadro navideño, que no por repetido, año tras año, tiene menor encanto y valor terapéutico.

Y es que los seres humanos estamos trenzados de material emocional, además de fisiológico, que ha de ser cultivado desde que nacemos del vientre de nuestra madre, hasta que la madre tierra nos acoja en su seno; y estos actos lúdicos, tan sensibles, contribuyen a que el personal residente o medio pensionista se sienta querido por sus familiares, amigos y personal trabajador; pues, todos sabemos que “obras son amores y no buenas razones”, por lo que es mejor demostrárselo diariamente y durante todo el año.

Eran las seis de la tarde, cuando finiquitó la merienda y cada mochuelo se fue a su olivo, llevándose grabado en su cerebro los bonitos momentos vividos que, a la noche y en repetidas ocasiones (como cuando se repasen los múltiples vídeos y fotos efectuados), servirán de ungüento vital para insuflar alegría a los momentos bajos y nostálgicos.

Por ello, el sol se retiró temprano y silenciosamente, ofreciendo paso franco a la estrellada noche que alumbraría los dulces sueños de los que allí estuvimos, a la espera de poder asistir a una nueva cita de fraternidad y amor.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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