¡Cómo pasa el tiempo, querido nieto! Parece que fue ayer cuando viniste al mundo, todo desvalido y dependiente, y ya nos sonríes alegremente, nos conoces, comes solo y sigues mamando néctar de tu madre con suma facilidad. Tienes tus graciosas y retorneadas manos que no saben más que pedir y señalar, acompañadas de un onomatopéyico ¡ah, ah, ah…!, que te hace conseguir todo lo que te propones.
Nos tienes secuestrada el alma por el cariño que te profesamos. Es tan tierna tu mirada, tu bello semblante, tu carita rosa y bulbosa, tu amplia sonrisa, tu simpatía natural…, que no hago más que comerte de mentirijilla y colmarte de besos, por la ternura que siento por ti…
Naciste cual niño Jesús, en tu casa sevillana y a las puertas de la Navidad 2015, para recordarnos todos los años, lo importante que es esta fecha (17 de diciembre) para todos nosotros…
Tu amplia sonrisa, tus primeros ronroneos, tus dinámicos gateos en llano y subiendo las escaleras como un gorrión, tus cuasi-holofrases silábicas (ta-ta-ta…; ma-ma-ma…; pa-pa-pa…), tu solicitud de mano amiga para poder andar por el mundo bien cogido y apoyado…; todo, nos hace revivir la infancia de tu madre y la de tu “tita”; y, a la vez, la de cada uno de nosotros, pues cuando teníamos tu edad no éramos conscientes del milagro que se iba produciendo en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo, con el que tú vas comprendiendo y aprehendiendo constantemente el mundo que te rodea para conquistarlo con ese candor y esa dulzura, con esa inocencia de niño soberano que tan bien te caracteriza…
Pido a Dios y a la madre naturaleza que te conserve esa alegría de vivir y ese saber imponerte prontamente a los contratiempos cotidianos, viviendo siempre el presente con plena felicidad, para que así todos tengamos la suerte de verte, durante muchos años, crecer en cuerpo y alma, adquiriendo buenas cualidades y virtudes, siendo feliz contigo mismo, en primer lugar; y, a la vez, para hacer felices y dichosos a tus padres, abuelos, tíos, amigos…; y al resto de tu familia materna y paterna.
¡Siempre se me abren las carnes con tu sola presencia, Abel, pues eres lo más lindo que Dios nos ha dado por mediación de tus padres! ¡Quiérelos mucho y siempre, pues ellos serán tu mejor baluarte y apoyo para que camines en la vida con paso firme y seguro!
¡Felicidades, “mi chiquitín”, como te suelo llamar a menudo (y que tú, tan bien me entiendes); que seas muy feliz en el día de tu primer aniversario…; y que cumplas muchos más con salud, felicidad y bondadoso hacer!
Recibe muchos besos y abrazos de tu abuelo Fernando y del resto de los componentes de tu familia, a la que tanto has bendecido con tu sana presencia, tu esmerada gracia, tu natural belleza, tu empática simpatía, tu meliflua inocencia…