Por Fernando Sánchez Resa.
Dentro de las Terceras Jornadas y Concurso “Sabina por aquí”, celebradas el pasado mes de septiembre, en la iglesia de San Lorenzo, gracias al productivo tándem “Fundación Huerta de san Antonio”/Colectivo “Peor para el sol”, hoy retomo mi propio argumentario cinéfilo sobre la película estrella del taller de cine, allí celebrado: “19 días y 500 noches”(2008); aunque, en realidad, se llamaba “Donde habita el olvido”.
Nos fue presentada y comentada por su director, el cineasta holandés, Ramón María Gieling. Eran las 18 h del sábado 3 y, al igual que la homónima canción de Joaquín Sabina, era la más esperada por la audiencia; por lo que aumentó ostensiblemente su asistencia, a pesar de la bochornosa tarde que hacía.
Y Ramón nos fue contando deshilachadamente sus recuerdos y vivencias, comenzando por el año 2001 que fue un punto de inflexión y cambio radical en Sabina, a nivel personal, pues permutaría amigos cantantes por amigos poetas; y es, en ese momento, cuando llegó Ramón y decidió hacer esta película, precisamente cuando Joaquín Sabina quería olvidar su pasado… Aclaró que, al norte de los Pirineos (Francia, Suecia, Holanda, Bélgica…), casi nadie lo conocía por entonces y su objetivo, con este filme, era darlo a conocer fuera de España e Hispanoamérica. Es en 2006 cuando conoce personalmente a Sabina y le da su bendición para hacer esta peli. En ese momento, es cuando escribe el guión y en Holanda busca su financiación. Una vez conseguida, empezó el rodaje en Úbeda, por lo que vino a nuestra ciudad, para seguir rodando en el recreado piso de Madrid y los conciertos en la Plaza de las Ventas de Madrid y en Zaragoza. Afirmó que no la había vuelto a ver hasta aquel día, posponiendo su comentario hasta después de la proyección.
Entonces visionamos el documental musical y biográfico, de 75 minutos de duración, matizando Ramón que deben hablar más las imágenes que las palabras. En él comprobamos que antes de que una embolia pusiese freno a la ajetreada vida de Joaquín Sabina, él ya corría muy deprisa, montando concurridas fiestas y largas ausencias en su magnífico piso madrileño de Tirso de Molina, en donde se reunían sus amigos cantantes, principalmente, para tomarse una cerveza, fumar o esnifar algo. Hasta que sale del hospital y cambia la cerradura de su piso…
Mediante un extenso reparto: Documentary, Joaquín Sabina, Javier Krahe, Benjamín Prado, Olga Román, Caco Senante…, el director Gieling rinde homenaje a este tremendo cantautor que es la cumbre de la música de autor en español.
El leitmotiv de esta obra cinematográfica fue la llave de su piso, pues le pareció lo más interesante. Como había cambiado la cerradura de su piso, amigos de antes perdieron su amistad, por lo que Joaquín contó con él y le dio la idea de reconstruir su piso en Madrid e invitar a algunos de sus amigos. El objetivo primordial de Ramón estaba súper claro: esta historia era carne dramática, no para conocer la canción que lleva su mismo título, pues considera a Sabina un gran poeta.
«¿Había guión?», se pregunta. Y él mismo contesta: «No; había idea de lo del piso, y nada más…». También añade el impacto que le produjeron las palabras de Sabina: «Yo no creo en Dios, sino en Ramón…». Financiada la peli con fondos de cine holandés y un canal de la televisión holandesa, Ramón le dio un final espontáneo…
Alguien del público apuntó que a Joaquin Sabina hay gente que lo odia y otra mucha gente, en cambio, se siente tremendamente atraída por sus canciones; a lo que Ramón contestó que eso fue precisamente lo que le gustó para hacer la película: porque Joaquín no es un personaje plano…
“19 días y 500 noches” tiene ocho años de antigüedad y ganó bastantes premios en Holanda, Madrid, Buenos Aires…; también ha estado en México y en aquel momento la tuvimos en Úbeda.
En el año 1999, Sabina lanzó el genial tema “19 días y 500 noches”, que está dentro de las 20 mejores canciones de la música en español, según la revista The Rolling Stones, y que también es titulo del álbum y de este documental. Si usted aún no se ha adentrado en la música de Sabina, no hay mejor forma de hacerlo que zambullirse en este maravilloso documental, visionándolo tranquilamente…
¡Le encantará!