Por José María Berzosa Sánchez.
1.5. Usos anormales en la grafía de los sonidos.
15.1. Caligramas.
Escrito, por lo general poético, cuya disposición tipográfica procura representar el contenido del poema.
LA PALOMA APUÑALADA Y EL SURTIDOR
«ladas
puña Ca
Dulces figuras a ros labios floridos
MIA MAREYE
YETTE LORIE
ANNIE y tú MARIE
dónde estáis
oh mu
cha chas
PERO
cerca de un
surtidor que
llora y reza
esta paloma se extasía».
El capitán Alatriste. Arturo y Carlota Pérez—Reverte, Madrid, Alfaguara, 1996.
15.2. Ortografía.
Parte de la gramática, que enseña a escribir correctamente las letras y a distinguir el valor prosódico de las palabras.
Alguna rara vez nos podemos encontrar un texto en el que no se respete este uso común. Cuando se trata de un escritor literario, como el del ejemplo, habrá que preguntarse por qué utiliza un recurso tan anómalo. En este caso parece que Cortázar pretende respetar la cultura lingüística del narrador, para dar mayor realismo al suceso.
A).
«Ingrata sorpresa fue leer en “Ortográfiko” la notisia de aber fayesido en San Luis Potosí el Iº de marso último, el teniente koronel (asendido a koronel para retirarlo del serbisio), Adolfo Abila Sanhes. Sorpresa fue porke no teníamos notisia de ke se ayara en kama. Por lo demás, ya ase tiempo lo teníamos katalogado entre nuestros amigos los suisidas, i en una okasión se refirió “Renovigo” a siertos síntomas en él obserbados. Solamente ke Abila Sanhes no eskojió el rebólber komo el eskritor antiklerikal Giyermo Delora, ni la soga como el esperantista fransés Eujenio Lanti».
Rayuela. Julio Cortázar, Barcelona, EDHASA, 1979, octava edición.
15.3. Puntuación.
Uso en la escritura de los signos ortográficos necesarios para reconocer el sentido de las oraciones y de cada uno de sus miembros.
Normalmente, el autor literario evita estos signos cuando quiere hacer una escritura muy fluida, próxima al lenguaje oral.
A).
«… la Señora, al apearse del automóvil acompañada por la señorita Miriam, se topó con Azarías junto a la fuente y frunció el entrecejo y echó la cabeza hacia atrás, a ti no te conozco, ¿de quién eres tú?, preguntó, y la Régula, que andaba al quite, mi hermano es, Señora, acobardada, a ver, y la Señora, ¿de dónde lo sacaste? está descalzo, y la Régula, andaba en la Jara, ya ve, sesenta y un años y le han despedido, y la Señora, edad ya tiene para dejar de trabajar, ¿no estaría mejor recogido en un Centro Benéfico?».
Los santos inocentes. Miguel Delibes, Barcelona, Seix—Barral, 1986.