Por Fernando Sánchez Resa.
En la “Ciudad de los Cerros”, el mes de septiembre, se estrenó con calor agosteño y con muy buen pie, gracias al escogido programa de las Terceras Jornadas y Concurso “Sabina por aquí”, que cada año es más completo y goloso…
Y yo, queriendo participar activamente en el renacer cultural de la antigua y olvidada iglesia de San Lorenzo, llevado milagrosa y titánicamente a cabo por la “Fundación Huerta de san Antonio” y el colectivo “Peor para el sol”, quise asistir al taller de cine los días 2, 3 y 4, de la mano del cineasta holandés Ramón María Gieling, que nos ha ofrecido gratuitamente este dinámico e intrépido colectivo que pretende incrementar el conocimiento y la fama de nuestro internacional y afamado cantautor, así como promover su propio acercamiento a la ciudad que le vio nacer.
Ha sido una experiencia reconfortante y recomendable, que nos ha hecho mucho bien a todos los asistentes. La pena es que hayan sido escasos, como suele ocurrir, cuando se proyectan películas extraordinarias en el Hospital de Santiago de la mano del Cineclub “El Ambigú”. Por eso, vuelvo a preguntarme: «¿Qué tendrá la gratuidad y la excelencia cultural para que congregue a tan pocos y escogidos seguidores, mientras que otras actividades comerciales, como el XII Día Stock (entre otras), se lleven casi todo el personal a su terreno?».
Como se han proyectado y comentado tres películas: Fortuna ciega (Blind fortune, 2012), visionada el viernes a las 18 h; Tramontana (2009), el sábado a las 11 h; la estrella del taller: 19 días y 500 noches (2008) a las 18 h; y diversos cortos y traillers, en ese maratoniano fin de semana, y como no quiero hacer demasiado largo este artículo, remito a los amables lectores que así lo deseen, que lean los correspondientes comentarios reflejados en sus homónimos artículos de opinión que les voy a dedicar expresamente.
Desde que comenzamos el viernes, a las seis de la tarde, de la mano de Miguel Ángel Fuentes, como ilustrado y simpático presentador, y con la dilatada experiencia de su director, el cineasta (actor, director y guionista) holandés Ramón M.ª Gieling, todo fue una continuada y gratificante experiencia cinéfila, vivida en primera persona, en la que se alternaron la simpatía del primero y la sabia madurez del segundo, complementadas con las aclaraciones, preguntas y respuestas que, al término de cada sesión cinematográfica y en un improvisado cinefórum, tuvimos la suerte de disfrutar.
Primeramente, Miguel Ángel nos hizo una pequeña introducción de este cineasta, nacido en Utrech en 1954, y que ha realizado un montón de cortos y 10 películas, recordándonos que vivió un tiempo en Cataluña, lo que le sirvió para realizar Tramontana.
Y, como muestra de los agudos comentarios de Ramón, ahí van estas perlas de su sabiduría cinematográfica, para engastarlas en nuestro haber cinéfilo:
1. Ejemplificó su propia libertad como director y cineasta, comentando que nunca se deja influir por productores, guionistas, actores, etc., para llevar a cabo sus originales proyectos cinematográficos.
2. Matizó que la pura realidad es más surrealista que la misma ficción y que, cualquier película, es un extracto del poema que la representa.
3. Afirmó que la verdad no existe y que, además, es tridimensional, pudiéndose ver de distintas maneras; en contraposición con el cine, que es algo ya hecho; por eso, cada espectador puede y debe extraer su propia verdad.
4. Hizo una certera premonición: lo que inventa el cineasta, tarde o temprano, se repite o llega a ocurrir en la realidad, poniendo en juego, con su trabajo, un nudo de realidades…
Úbeda, 11 de septiembre de 2016.