Por Pedro Pablo Vico Robles.
Humilde, tú te deslizas,
con el canto de tu agua…
En el sosiego, te miro,
dulce río,
mansa agua…
Con sonido musical,
tú te deslizas y cantas.
Cantas a la luz del sol
que te llega entre las ramas
de los árboles tan verdes
que te cubren cuando pasas.
¡Tan bello y sereno río!;
jugando saltan tus aguas
entre rocas, laberintos,
carrerillas armoniosas
en soleada mañana.
Alegre, corres airoso
junto a la belleza viva
de las flores, de los árboles,
enredaderas y arbustos,
animalillos vivaces…
Eres espejo del cielo,
donde yo intento asomarme.
¡No estás solo, dulce río!
¡Todo es vida cuando pasas!
Por eso el poeta se une,
acercándose a tus márgenes,
a ese refugio de vida
que lo enamora y atrae.