Por José María Berzosa Sánchez.
La voz de la mujer en El Quijote
Jessica Nelly. Universidad de Alabama.
El papel de la mujer en El Quijote representa un nuevo tipo de mujer del Siglo de Oro. No tenemos la mujer tradicional de las obras en esa época, una mujer controlada por su familia, por los deseos de otros y por su esposo. No tenemos una mujer sin voz y sin control de su propia vida. Por el contrario, en El Quijote, tenemos mujeres fuertes, independientes, que escogen cómo serán sus vidas. Estas mujeres no aceptan el papel sumiso de la mayoría de las mujeres en otras obras literarias de su tiempo. Es interesante ver cómo El Quijote es diferente en el aspecto del papel de la mujer. El Quijote muestra que las mujeres son individuos con pensamientos, ideas y sueños, en vez de sumisas, débiles y obedientes.
Primero, vamos a examinar el papel de la mujer en algunas obras anteriores a El Quijote para mostrar la diferencia entre la mujer de Cervantes y la mujer de otros escritores de la época. Se pueden encontrar los términos ‘dueñas’ y ‘doncellas’ en muchas obras anteriores incluyendo: Cantar de mío Cid, Libro del Cavallero Zifar, Chanson de Roland, Tavola Ritonda y La dama duende. ¿Qué significan los términos ‘dueñas’ y ‘doncellas’ en estas obras? Hay significados diferentes según la obra, pero puede significar ‘mujer noble’, ‘virgen’, o sólo ‘mujer’. Conchita Herdman Marianella comenta que estos términos también significan un arquetipo de la mujer: «The ‘dueñas’ of the Castilian prose romances were more concerned with the maintenance of family, property and authority than with romantic attachments (Las ‘dueñas’ de los romances castellanos en prosa estaban preocupadas más con el servicio de la familia, la propiedad y la autoridad que con relaciones románticas)» (Conchita Herdman Marianella, ‘Dueñas’ and ‘Doncellas’: A Study of the Doña Rodríguez Episode in Don Quixote. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1979).
En los libros antes de El Quijote, las mujeres siempre están en las mismas situaciones: una doncella esperando o despidiendo a su caballero andante en un castillo, o una doncella menesterosa, débil, que necesita ayuda. Siempre, en los libros de caballerías, el hombre tiene que ayudar a la mujer, cuando ella está en peligro. Un hombre vendrá para salvar a la indefensa mujer de esa situación. En estas obras, se muestra que la mujer, por cualquier razón, no puede ayudarse a sí misma: la mujer tiene que depender del hombre. Si miramos la obra La dama duende, podemos ver el control que los hombres tienen sobre la mujer. Por ejemplo, Barrientos explica las reglas del luto a las que están obligadas las mujeres, que se pueden ver en la literatura de esa época: «Las costumbres de la época eran rígidas y una viuda veía restringida su libertad al seguir las normas de un riguroso luto» (Álvarez Barrientos, La novela del siglo XVIII. Madrid: Ediciones Júcar, 1991). En La dama duende, los hermanos tratan de guardar a su hermana como prisionera en la casa para conformar las reglas del luto para las mujeres (Pedro Calderón de la Barca, La dama duende. Madrid: Letras Hispánicas, 2000). También, si miramos la obra La Serafina, la protagonista describe por sí misma cómo es la vida de la mujer durante esa época: «¡Qué cruel destino es el de las mujeres, pues vivimos bajo la esclavitud de tantos miramientos!» (Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Newmark: Juan de la Cuesta-Hispanic Monographs, 2002. I, 109). En estas obras, como otras muchas, las mujeres y los hombres tienen papeles y posiciones muy definidos, en el que los códigos de conducta están dictados rígidamente. Por el contrario, en El Quijote, aunque Cervantes usa situaciones similares de las mujeres en los libros de caballerías, hay una diferencia grande. Cervantes mezcla estas reglas sociales en su obra. Cuando una mujer necesita ayuda en El Quijote, muchas veces el hombre no puede ayudarla. Podemos ver esta ocurrencia en el episodio de Luscinda y Cardenio, cuando ella le escribe una carta a él para pedir ayuda, porque no quiere casarse con Fernando. Él no hace nada; es un cobarde. En el episodio, donde Camila escribe a su esposo para regresar a la casa, porque ella se siente incómoda con Lotario, al igual que Cardenio, él no hace nada. Cuando la hija del ventero pide ayuda a don Quijote para ayudar a su padre, don Quijote inventa muchas razones para decirle que no puede.
Otra gran diferencia es que Cervantes, por primera vez, muestra a estas ‘dueñas’ y ‘doncellas’ con características negativas. Herdman Marianella explica cómo Cervantes crea sus mujeres sin usar el estereotipo de la literatura, sino la mujer real: «…It is in his hands that we find the most complete picture of her negative qualities. For his depiction of the dueña he draws not on literature, but on life-the society around him (Está en sus manos que encontremos la imagen más completa de sus cualidades negativas. Para su representación, que de la ‘dueña’ dibuja, no es literatura; nuestro objetivo es la vida de la sociedad en torno a él)» (Conchita Herdman Marianella, ‘Dueñas’ and ‘Doncellas’: A Study of the Doña Rodríguez. Episode in Don Quixote, 16). ¿Cervantes muestra mujeres con algunas características negativas para decir que las mujeres son malas? La respuesta es no. Con su definición de la mujer, Cervantes les muestra, a los lectores, mujeres reales con buenas características y con imperfecciones, al contrario de los libros de caballerías, donde la mujer es irreal y fantástica, como una ilusión perfecta sin individualidad.