“Sucedió una noche”

Por Fernando Sánchez Resa.

En aquel segundo jueves de diciembre de 2014 (día 11), los desaguisados que había padecido nuestra sala de proyección (la semana anterior) ya estaban resueltos, pues nos encontramos arreglada y colgada la pantalla y los enchufes bien colocados; aunque uno de los dos radiadores portátiles no funcionaba, por lo que el frío siguió siendo nuestro fiel compañero durante la proyección del filme anunciado en el cartel de la puerta: Sucedió una noche (It happened one night, 1934) de Frank Capra; que también se había publicado en la revista cultural gratuita “La Muralla”, enviado, por correo electrónico a los aficionados más fieles, y colocado en los lugares estratégicos de los comercios ubetenses, para que no hubiera problema ni sorpresa, sabiendo, de antemano, que íbamos a disfrutar de un estupendo y gracioso filme.

Y es que los promotores del cineclub “El Ambigú”, a pesar de su falta de tiempo, de las prisas y sus múltiples quehaceres cotidianos, finalmente, habían podido ultimar la cartelera del mes de diciembre, recurriendo a las clásicas películas que dan un resultado excelente y seguro; y cuyo visionado es imprescindible para cualquier cinéfilo que se precie.

Con el aforo de siempre, en su mayoría féminas, que siempre son las más combativas, agradecidas y beneficiadas por estas películas de amor y humor que dejan tan buen sabor de boca y un poso de final feliz con el que irse a la cama, Andrés explicó (primeramente) los tres filmes que íbamos a disfrutar durante el último mes de aquel año: Sucedió una noche de Frank Capra; Qué verde era mi valle de Jonh Ford; y La vida es así de Victor Flemig. Tres pedazos de películas que siempre merecerá la pena visionar (o repetir), pues son una gozada todas ellas. A su vez, hizo la salvedad y advertencia de que la última sería el martes, 23 de diciembre, puesto que el jueves, día habitual de proyección para los cinéfilos ubetenses, era el primer día de Navidad y sería más conveniente estar ese día con la familia íntima, que en compañía de un representante del séptimo arte, por más digno que fuese.

Después, nos adelantó la fabulosa actuación que hacen los dos personajes principales en esta comedia romántica: Clark Gable y Claudette Colbert, que están espléndidos por separado y desprenden química cuando están juntos, haciendo sencillamente una pareja perfecta que, conforme va transcurriendo la proyección, consigue enamorar a todos los espectadores, demostrando que la complementariedad arrasa con las diferencias de temperamento, puesto que el carácter fuerte y decidido de Peter Warne va como anillo al dedo a la rebeldía e inseguridad de Ellie Andrews.

El argumento es una comedia de amor y humor con final feliz, como pedían repetidamente las espectadoras asiduas de nuestro cineclub, en la que se muestra la vida de una hija de un gran magnate estadounidense, consentida y vigilada desde su nacimiento, Ellen (“Ellie”) Andrews (Claudette Colbert); pero que, por fastidiar a su padre, se escapa y se casa con un aviador de Nueva York, el interesado Westley (Jameson Thomas), en contra de los deseos de su rico padre, el señor Andrews (Walter Connolly). Una vez rescatada, el progenitor la tiene encerrada en un yate, sin que se pueda escapar, aunque ella lo hace en un descuido y emprende el viaje en autobús hacia Nueva York, en busca de su marido, al que no quiere, aunque le hace sentirse un tanto libre y fuera de las faldas todopoderosas de su padre, que mueve cielo y tierra para encontrarla. Mientras tanto, conocerá a un gacetillero, Peter Warne (Clark Gable), del que, por su fuerte personalidad, amabilidad y solvencia, quedará plenamente enamorada, al igual que él de ella, a pesar de que ambos se traten muchas veces con desprecio y altanería, principalmente al principio, hasta que se dan cuenta de que son dos almas complementarias. Es una dulce historia de amor en la que todos quedamos contentos: los aplausos finales fueron fiel reflejo de lo felices que estábamos todos, especialmente las mujeres, porque (por fin) se había visionado una comedia romántica, tras tantos filmes impactantes de la guerra y de los problemas peliagudos del vivir…

Este largometraje fue escrito por Robert Riskin con intervención de Capra, y la trama se basa en una historia escrita para la revista Cosmopolitan por Samuel Hopkins Adams: Night Bus, publicada en agosto de 1933. La acción tiene lugar en Miami, NYC y el trayecto por carretera entre ambas localidades, durante cuatro días a comienzos del verano de 1934, y ninguna noche es particularmente importante para la trama.

El filme muestra cómo el amor de pareja, cuando es verdadero, triunfa sobre los conflictos de clase, las diferencias sociales y económicas, y los enfrentamientos verbales. Está impregnado del talante optimista de Capra y de algunas de sus constantes cinematográficas: apuesta a favor del hombre común, defensa de la independencia y la libertad individual, acerba crítica de los ricos, plena confianza en la persona humana…

La música de Howard Jackson y Louis Silvers ofrece una partitura alegre, optimista y descriptiva, conjuntándose perfectamente con la fotografía de Joseph Walker, que consigue imágenes de gran belleza plástica, como las nocturnas en el campo, y crea escenas emocionantes de velocidad, líricas, cómicas y de tensión. Contiene escenas memorables, como las del interior del autocar, las “Murallas de Jericó”, simulación de matrimonio mal avenido, autoestop, lección de cómo se come un buñuelo con leche…; y de descaro o atrevimiento en algunas situaciones, como el estriptis de Gable, o cuando deja caer la mano en el asiento antes de que Claudette Colbert se siente.

Y aquí van cinco anécdotas interesantes:

1. En 1933, Gable había trabajado en varias películas seguidas, haciendo papeles de hombre rudo o pandillero, y los productores lo habían encasillado, pues habían hallado en esos papeles una mina de oro. Y, ante la queja continuada de Gable por su encasillamiento, fue castigado a hacer un papel diferente, convirtiéndosele final y sorpresivamente en un Óscar.

2. Fue la primera película que ganó los cinco principales premios de la Academia: Óscar a la mejor película, Óscar al mejor director, Óscar al mejor actor, Óscar a la mejor actriz, y el Óscar al mejor guión adaptado. Tal logro sería igualado en 1975 con Alguien voló sobre el nido del cuco y con El silencio de los corderos en 1991. Fue versionada en la comedia musical de 1956, Usted no puede huir de él, protagonizada por Jack Lemmon y June Allyson.

3. El hecho de que Clark Gable y sus zanahorias sirvieran como inspiración para el mítico Bugs Bunny.

4. La aparición de Gable, sin camiseta interior, provocó un descenso importante en la venta de camisetas en los Estados Unidos.

5. La burla a la censura de la época, al colocar una cortina en la habitación que comparten los protagonistas, ya que estaba mal visto que una pareja durmiese junta si no estaban casados.

La visionamos en blanco y negro, y en versión española con subtítulos, mientras observábamos (como en otras pelis) que muchas veces los textos no coincidían con la versión hablada; lo que añadió cierto toque de humor y mayor contraste a la divertida historia que el director Capra y sus escogidos actores nos contaban. Es digno ver la diferencia de viajar en un autobús de aquellos tiempos, a través de diferentes estados norteamericanos y la realidad actual; y cómo se van encontrando compañeros esporádicos de viaje que amenizan la travesía (o la dificultan), incluso cantando canciones populares. Es una historia en la que los personajes principales dan verosimilitud a la trama, aunque se notan algunos efectos especiales, cuando van montados en el coche y se palpa que no van conduciendo realmente, sino que es un fotomontaje; o cuando la lluvia cae artificialmente y, a borbotones, a través de las ventanas del autobús‑camioneta, etc. Pese a tener 80 años, es una delicia verla. No ha envejecido para nada y el conjunto de chistes, gags, situaciones comprometidas y diálogos siguen tan frescos como cuando aparecieron.

En fin, que salimos todos muy contentos tras 105 minutos de disfrute ininterrumpido, casi sin darnos cuenta de que el frío se había afincado en nosotros, sin obstaculizar nuestro contento, gracias a esta película de carretera (road movie) tan fresca, original y divertida, que fue la precursora de infinidad de comedias románticas que llegarían después del mundo hollywoodiano. ¡Muchas comedias actuales deberían tomar ejemplo de cómo se hace buen humor sin caer en vulgaridades…!

Úbeda, 8 de agosto de 2016.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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