“Ser o no ser”

Por Fernando Sánchez Resa.

Llegado el 4 de diciembre de 2014, los chicos del cineclub “El Ambigú” nos ofrecieron un sabroso primer plato del nuevo ciclo, Los imprescindibles, 6, dando un viraje al género cinematográfico del mes anterior, trocando películas de guerra y acción por comedias que siempre dejan mejor sabor de boca; como pedían persistentemente las incondicionales cinéfilas que asisten todos los jueves a visionar la película que toque en suerte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El tiempo había cambiado para peor, asentándose el adelantado invierno en nuestra ciudad y en nuestros cuerpos, a lo que se vino a sumar el doble agravante que nos encontramos al entrar en la sala de proyección: los anteriores inquilinos habían roto y desprendido la pantalla y los enchufes estaban arrancados, por lo no se pudo poner calefacción eléctrica alguna, a pesar del frío reinante. ¡Una délicatesse que padecimos los incondicionales cinéfilos, sin comérnoslo ni bebérnoslo…! Juan aprovechó el extenso trozo de plástico blanco que habían dejado suelto para colgarlo con maña y que sirviese de pantalla. Así pudimos disfrutar de la cinta Ser o no ser (To be o not to be, 1942), de Ernst Lubitsch (1892-1947), que hace referencia al monólogo de la tragedia Hamlet de William Shakespeare. Lubitsch fue un director de cine alemán, naturalizado estadounidense en 1933, cuyo talento creativo alumbró una considerable cantidad de películas, destacando especialmente en la comedia y en la sátira, y revelándose como un artífice brillante.

Nuestro mentor pronto nos puso en situación, explicándonos que este cineasta era judío y huyó a EE UU, desde donde realizó esta película que se estrenó dos meses después de que su protagonista, Carole Lombard, muriera en un accidente de aviación, en enero de 1942, en las montañas de Nevada. Clark Gable perdió el amor de su vida (pues Carole era su esposa) y la esperanza de tener un hijo con ella.

Su acción dramática tiene lugar en Varsovia (Polonia), entre agosto de 1939 y diciembre de 1941, parodiando la figura de Hitler y toda la parafernalia que le rodeaba (Goering, el militarismo, la obediencia ciega…) y burlándose de los nazis que presenta como hipócritas, brutales, cobardes y estúpidos, mediante una rocambolesca historia de una compañía de actores polacos que pretenden realizar dos representaciones: “Ser o no ser” de Shakespeare, que daría título a la película; y preparando el estreno de “Gestapo”, una sátira antinazi, que es prohibida por las autoridades polacas, por lo que deciden entonces prolongar las representaciones de “Hamlet”, entremezclando realidad y ficción, para tratar de salvar a la resistencia polaca, con grandes gags continuados (golpes concatenados de humor) que hicieron las delicias del público.

Era como si (Andrés y Juan) se hubiesen propuesto una continuación, en clave de humor y sátira, del ciclo de Roberto Rossellini que acabábamos de finalizar el mes anterior, al tratar también el tema de la segunda guerra mundial, pero burlándose y parodiando ese conflicto bélico. Esta despiadada sátira anti-nazi se sumó a El gran dictador de Chaplin, y a Roma, ciudad abierta de Rossellini, constituyéndose en tres valientes muestras de estos cineastas comprometidos que se atrevieron a atacar a los nazis cuando se encontraban en su apogeo, sin haberse decantado el resultado de la contienda bélica mundial; lo que fue mal entendido en el momento de su estreno por el público y la crítica. Supimos que en España estuvo prohibida su exhibición por el régimen de Franco durante muchos años, hasta que fue estrenada exitosamente en la década de los setenta, en las llamadas salas de “arte y ensayo”.

El comienzo de la película es magistral: Hitler invade pacíficamente las calles de Varsovia; y la escena del famoso monólogo de Hamlet, “Ser o no ser…”, supone el inicio de una serie de confusiones, malentendidos y situaciones cómicas que hacen del filme una auténtica delicia para el espectador, sirviéndose de recursos propios del vodevil: malentendidos, disfraces, suplantaciones de personalidad, expresiones de doble y triple sentido, confusiones…

Su humor negro y corrosivo; el guión, de Edwin Justus Mayer, que desarrolla un argumento de Melchior Lengyel; una de las más sorprendentes bandas sonoras, a cargo de Werner R. Heymann; una ambiciosa fotografía en blanco y negro de Rudolph Maté; sus excelentes actores, entre los que destacan un gran Jack Benny y una maravillosa Carole Lombard; y su genial puesta en escena, convierten a esta obra en un clásico indispensable y una de las mejores comedias que se han filmado.

A pesar de los inconvenientes ambientales, anteriormente mencionados, disfrutamos de esta simpática película en blanco y negro y en español, que además fue subtitulada también en el mismo idioma, para que pudiésemos comprobar en qué diferían ambas versiones, la hablada y la escrita, haciéndonos pasar un rato muy agradable, alargando la parodia ad infinitum. La alegría e hilaridad explosionaron cuando finalizó la proyección, con el unánime y encendido aplauso de los asistentes que supieron premiar esta interesante, valiente y satírica película de un drama mundial en el que «Ojalá no volvamos a vernos envueltos», como dijo el propio Juan, en su corta e intensa explicación del principio.

Y todos salimos satisfechos, recordando esas imágenes y esos golpes de humor que nos habían hecho pasar 99 minutos entretenidos y contentos, aunque sin saber qué película nos esperaba el jueves siguiente; quizá con el rebuscado objetivo de los organizadores para que soñásemos (más y mejor) durante la semana que aún restaba, para proporcionarnos un nuevo “chute” cinematográfico…

Úbeda, 4 de agosto de 2016.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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