Ahora que me encuentro jubilado, me vienen a la memoria (con relativa frecuencia) diversos momentos estelares de los tres años que disfruté, haciendo la carrera de magisterio, en la Safa de Úbeda (Jaén): realización de varias obras de teatro, en el recién estrenado salón de actos; diversos y soñados viajes deportivos provinciales; clases magistrales irrepetibles; puestas en común, gloriosas y divertidas; dinámicas de grupo, recónditas e inquietantes; prácticas escolares ilusionantes; escarceos amorosos y amigables que nunca se olvidarán; viaje de estudios…
Hoy…, toca rememorar aquel divertido y anecdótico baile de disfraces que hicimos la Promoción de magisterio 1970-73, a finales de segundo curso (1972), cuando ya empezábamos a saborear la incipiente libertad que se avecinaba (y que, luego, el grupo Jarcha -en 1976- nos mostraría, tan efusivamente, con su canción Libertad sin ira), tras la larga dictadura del régimen franquista.
Quiero recordar, según me apunta mi esposa, que todo empezó porque creíamos que no se podría realizar el tan ansiado viaje de estudios al que toda promoción tenía derecho (aunque, últimamente, ya se haya convertido en obligación en casi todos los niveles educativos). ¡Y la nuestra, no iba a ser menos…!
Por eso, se organizó este variopinto baile de disfraces, maquinado por los líderes naturales de ambas secciones del grupo (como luego pasaría con el viaje de estudios que, al final, sí realizamos en abril de 1973, a Galicia, y del que en otro momento y artículo hablaré), en el que la imaginación de cada cual supo vestir la realidad, sorprendiendo a propios y extraños con un diverso y extenso muestrario de personajes costumbristas, cinematográficos o de cuentos de hadas, cómics o ficción e incluso copiando la cruda realidad…, dándose cita en la Siberia, sita en el segundo piso del edificio central, que fue en donde nos confinaron, pues no se permitía estar zascandileando por las diversas y variadas estancias safistas; aunque algunos, en principio, lo intentaron. Allí pasamos una sorpresiva y agradable tarde, como muestran las fotos adjuntas, que dicen mucho más de lo que yo pueda añadir. ¡Son tan evocadoras y añoradas…! Muestran juventud e ilusión, a partes iguales, en esa etapa estudiantil tan sobrevalorada conforme pasa el tiempo…
Lo que sí recuerdo es que todos participamos con holgada alegría, humor y compañerismo, y con entera libertad, incluidos dos profesores: el padre Horacio Bel, que se presentó ataviado con una soga de ahorcado; y la profesora de lengua, Loles, vestida de guapa gitana andaluza. El disfraz que causó mayor impacto fue el del padre Bel, pues venía a mostrar claramente los momentos por los que estaba pasando y su carácter un tanto contestatario, porque había tenido (o iba a tener, no lo recuerdo con exactitud) la osadía de dejar de celebrar una misa en Santa María, tras aludir en la homilía a la imposibilidad de solucionar los problemas del aumento del paro en Úbeda, negándose a continuar la Eucaristía para unos cristianos de tanta indolencia e insensibilidad (según nos cuenta Manuel Bermudo de la Rosa, S. J., en la página 263 de su libro SAFA, medio siglo de educación popular en Andalucía).
Cada cual fue apareciendo con su disfraz escogido y su grupo de amigos o compañeros más afín, quedando todos sorprendidos por la abundante y florida imaginación derrochada, siendo inmortalizados todos los grupos, parejitas, tríos, etc., con el fin de dejar constancia de aquella especial velada vespertina. Espero que hoy, muchos de mis compañeros sientan un terremoto personal al evocar aquella celebración, recordando lo más tierno y divertido de aquel día, cuya fecha exacta no recuerdo, pero sí que el sol y la luz ubetense alumbraban con fulgor a nuestras jóvenes e ilusionadas vidas, ante el anhelo de ser pronto docentes provechosos. La pena es que actualmente nos faltan cinco compañeros (que yo sepa), que se marcharon al cielo demasiado tempranamente…
Termino este artículo transcribiendo parte de lo que me escribió, hace un tiempo, mi buen amigo Paco López Ruano en una carta: «Fueron buenos años, añorados años en los que vivimos muy deprisa, pero vivimos. Echas la vista atrás, y te parece que fue ayer cuando el padre Bel se disfrazó de ahorcado arrepentido, o cuando tomábamos un vino y un huevo de codorniz en el bar de los Peritos por 2.50 pesetas.»
Úbeda, 21 de julio de 2016.
De izquierda a derecha, arriba: Luis Manuel Moreno Torres, Guadalupe Sánchez López, M.ª Esperanza Castaño Maeso, María Reyes Cobo, Naty Alhambra Salcedo, Juan Manuel Martos Ortega y Conchi Romera Sánchez.
Sentados de izquierda a derecha: Fernando Sánchez Resa y Juan Ramón Sánchez Chinchilla, detrás. Delante, Sebastián Rodríguez Franconetti y Francisco Valdivia.
De izquierda a derecha: Rosa M.ª Llinares Armengot, Margarita Latorre García, Juan Manuel Gallego Nebrera y Maika Ruiz Navarrete.
De izquierda a derecha: Rosarito Fernández-Montes Fernández (q. e. p. d.), Fernando Sánchez Resa y Margarita Latorre García.
De izquierda a derecha: Rosarito Fernández-Montes Fernández (q. e. p. d.), Paqui Cobo Ruiz y Margarita Latorre García.
De izquierda a derecha: José Asensio Soler, Margarita Latorre García, Rosa M.ª Llinares Armengot, Rosarito Fernández-Montes Fernández (q. e. p. d.), Salvador Cascales Díaz (q. e. p. d.), Antonia Poyatos Moreno (q. e. p. d.) y Naty Alhambra Salcedo.