“Un piano y doscientas velas”

Por Fernando Sánchez Resa.

Ando sumamente contenta, en esta tarde‑noche veraniega, pues vienen a visitarme muchos nuevos amigos al calor del concierto de piano que David Gómez, afamado compositor y concertista, va a interpretar en mi interior y que, aunque se encuentra obrado, no ceja de compartir encuentros entrañables para remozar mis años e historia, haciéndome sentir más útil a la sociedad ubetense, pues un grupo de incondicionales y entrañables amigos me han erigido en foco de cultura y reivindicación. La verdad es que no sé como agradecérselo. ¡Es tanto el amor que me profesan los colectivos “Fundación Huerta de san Antonio” y “Peor para el Sol”; y tanta gente!

Durante más de hora y media he disfrutado, David, con tus intimistas y originales composiciones, en su mayoría salidas de tu caletre, donde he comprobado que albergas un mar de buena música, y que sabes transmitirla maravillosamente a tu embobado público ‑entre el que, incondicionalmente, me encuentro‑, pues sabes introducirlas con bonitas y románticas historias que han hecho más apetecible la audición. Tus originales y espectaculares interpretaciones al piano, casadas (a veces) con el acordeón, tocando ambos al alimón (¡con la dificultad que ello entraña!), me han encantado; así como el comienzo y la finalización de tu mágico concierto en penumbra, con tu melódica a la boca, captando silencios, recuerdos y atenciones. También he sucumbido a la virtuosa interpretación de tu amiga María, al chelo, que ha conjuntado contigo varias composiciones, infundiéndoles un contrapunto armonioso y atrayente a tu piano, que manejas cual pez al agua.

He sentido caer la noche en mis entrañas, lenta y serenamente, con una paz indecible, observando cómo los cuatro elementos de la naturaleza, que los filósofos presocráticos creían ser la materia primigenia de la Tierra (aire, fuego, tierra y agua), se han materializado hoy aquí por mor de tu magia interpretativa y del entorno en que nos encontramos. Por eso veo, a través de mis remozadas ventanas, cómo los álamos de mi vera mueven alegremente sus hojas al compás de tus interpretaciones y a la suave brisa vespertina. Y cómo las 200 velas (que, por cierto, no he contado) imprimen a mis entrañas ese fuego tenue, pero abrasador, de los sentimientos y emociones más hondas. El tercer componente (tierra), que es raíz y rama de mi larga historia resucitada, lo he visto materializado, porque aquí vivieron y yacieron muchos ubetenses de todas las clases sociales que hoy estarán disfrutando como yo, sintiéndose vivos en la memoria, con este genuino concierto cinematográfico que David Gómez nos está brindando. Y el agua, como cuarto elemento, se hace patente en la preciosa fuente que borbotonea fuera, cerca de la puerta de los pies de mi olvidada iglesia, produciendo unos sonidos tan bonitos y naturales que, aunados con los trinos de los pajarillos, que ya se van acunando en sus nidos nocturnos, hácenme más armonioso este anochecer en abierto y almibarado concierto.

Y para completar la estampa romántica e intimista, que hoy estoy viviendo, no podía faltar la parejita de enamorados, que está sentada a la vera de la fuente, protagonizando la película de amor que eternamente se repite, generación tras generación, en cualquier parte del mundo; y que nunca me canso de observar y añorar.

¡Desde aquí, la antigua iglesia de San Lorenzo, da las gracias a los organizadores del XXVIII Festival Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda, a ambos gráciles intérpretes y al encantador público que ha aguantado pacientemente, sentado en unas sillas no demasiado cómodas, tan largo rato! Todos me habéis proporcionado una velada de ensueño en esta jornada memorable que siempre recordaré…

Úbeda, 6 de junio de 2016.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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