Mujeres en la historia de Úbeda – y 4

Y para finalizar, hacemos la última parada en la plaza Primero de Mayo, recordando que estamos en el antiguo Paseo del Mercado ubetense donde primaba la cotidianidad, pues aquí venía la mujer para abastecer la casa y preparar las telas; y en este lugar hay tres elementos importantes de los que quiere hablarnos Lizana. Por eso cambiaron la mancebía, pues no era apropiado este lugar ni estaba bien visto que los niños y gente decente la tuviesen tan a la vista.

Primer elemento: san Juan de la Cruz, que no está enterrado en Úbeda por culpa de una mujer segoviana, Ana de Peñalosa, que era muy amiga del santico de Fontiveros y, cuando este se vino para el sur, él le prometió que se enterraría en Segovia, para que no llorase, puesto que era cooperadora carmelita; por eso, el cadáver de san Juan de la Cruz se lo llevaron allí y Cervantes lo refiere en “El Quijote”.

Segundo elemento: El tema de la brujas, que haberlas haylas; y era aquí donde se ponían el cadalso y la hoguera que alumbraba como pira mortuoria. Había muchas brujas que no eran de las que llevaban escoba para volar, aunque sí para barrer su casa; pero eran mujeres alcahuetas, consejeras del amor, expendedoras de afrodisíacos amorosos, alquimistas; incluso algunas se conchababan con el demonio, por lo que se las quemaban públicamente para escarnio y escarmiento. Los nombres de alguna de ellas fueron: Inés de Escobedo; Beatriz de Molina, que invocó al demonio públicamente; Catalina de Segura, alcahueta; Francisca de Media que se la quemó por bruja, al ser visionaria y ver muertos…

La última estación la hacemos en la esquina del paseo, a la sombra, mirando al convento de San Andrés, actual instituto Francisco de los Cobos, ya que era la propia iglesia la que gestionaba la mancebía pública, justificando este proceder porque así lo hacían otras ciudades.

Y cuenta la bonita historia de la Fuente de San Pablo, del siglo XVI, donde se juntaban las mujeres, por ser un sitio especial, pues dejaban el cántaro en la inmensa cola, ya que solamente caía un pequeño chorro de agua, mientras se iban a hacer otros mandados o labores en el hogar, hasta que les tocaba. Por lo tanto, este lugar era un lugar de encuentro femenino, ineludible, donde se charlaba de todo.

Con esta sugerente imagen de los cántaros y sus dueñas haciendo cola, quiere acabar nuestro amable guía la jornada, dirigiéndose a las mujeres de Úbeda, «de todas vosotras…», refiriéndose a las mujeres presentes, en representación de todas las generaciones anteriores de las que nos ha estado hablando continuamente a lo largo de toda la visita, y pide a los varones que les demos un cerrado aplauso, puesto que estas mujeres han hecho posible la historia de nuestra simpar ciudad. Lo que hacemos con entusiasmo.

Luego, los varones pedimos a todos los presentes lo mismo para nuestro amable guía turístico con el fin de gratificarle, aunque solamente sea simbólicamente, el buen trabajo realizado, mientras él nos responde: «Muchas gracias, por haber asistido a esta visita».

Todos nos vamos con un buen sabor de boca y un hambre canina, que todo hay que decirlo, pues son más de las dos de la tarde y el reloj biológico instalado en nuestros estómagos y cerebros marca la hora de yantar, en casa o donde fuere; por lo que marchamos gustosos con las fotos, las sapiencias y las muchas anécdotas oídas hoy, cada cual hacia su itinerario particular.

Yo voy caminando con Mª del Carmen Ruiz Ara y acordándome de que hay mujeres actuales que ya están formando parte de la historia reciente de nuestra ciudad, como ella misma y otras muchas; unas, presentes en los medios de comunicación actuales; otras, anónimas, como nuestras queridas madres y abuelas que fueron las principales y verdaderas protagonistas que laboraron el bienestar que ahora tenemos en Úbeda y en España, aunque de una manera callada, sacrificándose por los hijos, fuesen varones o hembras, para que estas dejasen de ser simplemente amas de casa y tuviesen un medio de vida con que vivir, encontrando el amor y la felicidad de una vida menos dura y más regalada.

¡Muchas gracias a todas!

Úbeda, 27 de septiembre de 2015.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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