“Te querré siempre”

Por Fernando Sánchez Resa.

La noche del 30 de enero de 2014 tampoco pude asistir a la Sala del Club de Lectura para la proyección, en VOSE (versión original subtitutada en español), de la película Te querré siempre (Viaggio in Italia-Voyage in Italy) por motivos familiares. Es una coproducción italo‑francesa, de 1954, que hoy he visionado en casa, echando de menos las palabras introductorias de Juan o Andrés para tener una mejor predisposición/preparación a nuestro visionado cinematográfico semanal…

En realidad, el título original de la película es Viaje a Italia; pero, traducido libremente, quedó en Te querré siempre. Al comienzo, una melancólica canción napolitana ilustra musicalmente los créditos de los intervinientes en este filme en blanco y negro, mientras que en su desarrollo sigue Rondinella cantando otras tristes canciones napolitanas, combinando un sentir profundo con un novedoso efecto estético.

Precisamente esta versión es del año en que yo nací y tiene dos lados claramente identificables, cual moneda de curso legal. En su cara, hay escenas y momentos que sirven, magníficamente y en bandeja, la tristeza que lleva en sí la película y su mensaje, mientras va narrando la historia de un matrimonio inmerso en el tedio, sin emociones ni pasión sexual entre ambos, y sin hijos, entre tanto ella va recorriendo lugares turísticos: Nápoles, las laderas del Monte Vesubio, las ruinas de Herculano y Pompeya, iglesias, altares y catacumbas… En su cruz, muestra la carencia que supone no verse en tecnicolor todos estos escenarios, pues el espectador no alcanza a ver los paradisíacos paisajes italianos de Nápoles, Capri, Pompeya… y el pululante gentío de las calles napolitanas.

La historia se rodó en escenarios naturales de Campania (región del sur de Italia, cuya capital es Nápoles) y en los platós de Titanus Studios (Roma). La acción dramática se centra en los dos personajes principales: Katherine (Ingrid Bergman) y su marido “Alex” Joyce (George Sanders), que llevan ocho años casados y llegan a Italia desde Inglaterra para vender una preciosa finca de su tío Mitchel que, en la segunda guerra mundial, estuvo por esos pagos y que se haya enclavada cerca de Nápoles, frente al Vesubio. Al alejarse de su ambiente cotidiano se encuentran con un paisaje y mundo ajenos, experimentando la pareja unos sentimientos ya olvidados: celos y resentimiento. Ella, desea visitar museos, monumentos, catacumbas y lugares históricos y recorrer el paisaje y conocer de cerca el Vesubio. Él prefiere pasar unos días de descanso en Capri junto a unos amigos, flirtear con una antigua conocida, salir de noche y entretenerse con una chica de pago, saldando su breve aventura en Capri con fracaso, soledad y desolación.

Es una obra singular e innovadora que se separa del movimiento neorrealista, impulsado por el mismo Rossellini, para centrarse en el análisis del mundo interior de los personajes, de sus emociones íntimas, sus sentimientos, deseos e impulsos. El madurar como cineasta propicia una evolución hacia la realidad interior del ser humano, lo que prefigura el advenimiento del cine moderno y prepara el camino de lo que será la “nouvelle vague”.

El guión cinematográfico escrito por Roberto Rossellini, Vitaliano Brancati y Antonio Pietrangeli narra las vicisitudes que pasa este matrimonio en el que ambos parecen odiarse más que quererse, viviendo esos días en Italia, martirizándose y dando la espalda a la realidad de lo que en verdad sienten; hasta que se produzca el doble milagro durante la procesión de una Madonna napolitana, con un final poco creíble e imprevisible…

Rossellini encontró la inspiración en su esposa y también en la magia mediterránea de los paisajes y monumentos del sur de Italia; sin lugar a dudas, el personaje protagonista más influyente y decisivo de la película. Te querré siempre aborda un viaje literal hacia el reencuentro consigo mismo, un paseo interior por la sabiduría natural y la condición humana, las íntimas reflexiones de una mujer que se enfrenta a una vida insatisfecha, plagada de mentiras y conformismos hipócritas. Toda la peli es un análisis detallado y psicológico del ancho mar interno que ambos llevan dentro, principalmente el de ella, que es el personaje más poético, sensible y sentimental, y que tiene sus arranques de nervios sin querer ni poder callarse, explosionando (como el Vesubio) mediante frases contundentes, referidas al sexo masculino: «Cínicos y crueles son los hombres…». Y él, como contratréplica, se burla de ella por tener esa sensibilidad especial. Los diálogos son escuetos y banales, sin reflexión, buscando centrarse en los sentimientos íntimos.

Rossellini muestra un cine sencillo e intimista, en el que lo más importante es la mirada del espectador. Mediante la imagen explica el estado de ánimo de los protagonistas, adquiriendo una gran trascendencia dentro del conjunto de los recursos expresivos. Con las imágenes sugiere la distancia que separa a Alex de Katherine, la gran turbación emocional que afecta a Katherine, los pensamientos que la embargan durante su paseo en coche por la ciudad, la frustración que siente por su rechazo de la maternidad. Es una película de autor en la que Roberto Rossellini luce a su mujer (que lo era en la vida real), en la que Ingrid Bergman interpreta un difícil papel que sabe, no obstante, llevar a buen puerto, mostrando la belleza y elegancia que le caracteriza. Rossellini se aparta de los presupuestos neorrealistas, buscando el intimismo y no el drama social. Hace un radical despojamiento de lo superfluo, en el tema de la incomunicación, llevándolo a la abstraccción.

Este tipo de películas de cine clásico y de autor son verdaderamente obras de arte cinematográficas que es bueno y aconsejable visionar de vez en cuando para sacar enseñanzas productivas para la propia vida; todos sabemos lo díficil y complicado que es la vida en pareja; mas si hay amor de por medio, todas las dificultades serán superadas. Lo que pasa es que hay que saber descubrirlo…

Yo he obtenido una buena moraleja: los milagros se producen a diario y a nuestro alrededor, pero hay que tener la sensibilidad, la intención y la vista suficientes para apreciarlos. ¿Qué es sino el amanecer, la caída de las hojas en otoño, la sonrisa de un niño, la faz complaciente de un anciano y/o la dulce y tierna entrega de los amantes…?

Úbeda, 21 de septiembre de 2015.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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