La Vía del Sureste – 02 a

Por Manuel Almagro Chinchilla.

LAS PEREGRINACIONES A SANTIAGO DE COMPOSTELA

Un camino hecho

Desde la baja Edad Media arranca la tradición de peregrinar al lugar llamado Campo de la Estrella, o Compostela, situado en lo que era conocido como “el fin de la Tierra” (Finis Terrae), donde fue descubierta, en el año 813 por el pastor Pelayo, la tumba del apóstol Santiago el Mayor, evangelizador de la península Ibérica. Las peregrinaciones procedentes del norte y centro de Europa fueron conformando y consolidando caminos que penetran en España por Roncesvalles y Somport para confluir en Puente la Reina (Navarra) Es el Camino de Santiago, conocido también en la parte española como Camino Francés.

Esta vía fue una arteria con flujo de culturas, aglutinando e introduciendo todo tipo de influencias, convirtiéndose en catalizador del ser europeo. El papa Calixto II, en el año 1119, instituyó el jubileo compostelano. Posteriormente, el papa Alejandro III, en la Bula del año 1179, estableció de forma definitiva el Año Santo, o año de remisión espiritual en Compostela. Las peregrinaciones a Santiago congregaban a devotos de todo el orbe cristiano, llegando incluso a superar a las de Roma y Jerusalén. Mientras que a los que llegaban a Roma se les llamaban “romeros” y los que iban a Tierra Santa “palmeros”, sólo eran peregrinos quienes iban a Compostela.

Las peregrinaciones a Santiago empiezan a entrar en declive en el siglo XVI como consecuencia de la aparición del protestantismo en Europa y decaen vertiginosamente en los siglos posteriores, encontrándose a principios del siglo XX prácticamente reducidas a la mínima expresión. Es a mediados de ese siglo cuando se inicia una recuperación, favorecida por la proyección de los recursos turísticos impulsados por la Dictadura, llegando, en las últimas décadas de siglo, a cotas de peregrinos jamás alcanzadas. Destacan especialmente las ocasiones en que se celebra el Año Santo Compostelano, cuando coincide en domingo el día 25 de julio, festividad del Apóstol. Fue el caso del año de 1999, último Año Santo del siglo XX y también del segundo milenio, ocasión en que se superaron todas las previsiones, que cifraban en diez millones los peregrinos a Compostela.

Peregrinar a Santiago desde el sur

Desde el sur de la península no se dieron peregrinaciones tan notorias, al estar bajo dominio musulmán. Los escasos mozárabes que se arriesgaban lo hacían utilizando la calzada romana de la Vía de la Plata, la principal vía de comunicación que unía de Sur a Norte la Península y que ha sido la más importante arteria viaria existente hasta el siglo XVIII. Actualmente está siendo utilizada como camino jacobeo, existiendo amplia información sobre la misma, publicada por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago “Vía de la Plata” de Sevilla.

Desde Granada también fue utilizado en las peregrinaciones el camino mozárabe de Córdoba, cruzando el sur de la provincia de Jaén y conectando con la Vía de Plata a la altura de Mérida. Es un camino en parte recuperado por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago Vía de Plata de Granada del que también tienen una buena información publicada.

Un camino nuevo

La Vía del Sureste tiene su inicio en la provincia de Jaén

La que actualmente hemos dado en llamar “Vía del Sureste” es un camino nuevo hacia Santiago, que parte del Santuario de la virgen de Tíscar en Quesada (Jaén) y conecta con la conocida calzada romana de la Vía de la Plata a la altura de Baños de Montemayor, el último pueblo al norte de la provincia de Cáceres lindando con Salamanca. Siguiendo la calzada citada llegaremos hasta Astorga, donde cogeremos el Camino Francés que nos conducirá a Santiago.


El trazado es lo más aproximado a una línea recta, teniendo siempre como referencia a Santiago de Compostela. Se pretende con esta Vía reabrir el camino que debieron seguir los peregrinos mozárabes que se concentraban en Tíscar para venerar a la Virgen. La elección de este santuario, como inicio de nuestra Vía, obedece a razones históricas y, más aún, por estrategia geográfica dada la relevancia del mismo como el más importante lugar mariano de todo el sureste peninsular.

La antigüedad del culto a la imagen de la virgen María en este lugar se remonta a los primeros años de la era cristiana (siglo I), al tiempo de los varones apostólicos, atribuyéndose a san Isicio, obispo de la antigua Carcesa (Cazorla), quien trajera la imagen de la Virgen. Desde entonces, goza de una gran devoción que se ha mantenido ininterrumpidamente a lo largo de la historia hasta nuestros días. Incluso, en la dominación musulmana, el culto fue respetado por los ocupantes de la plaza, debido a los sustanciosos tributos que pagaban los cristianos que venían a cumplir sus promesas.

almagromanuel@gmail.com

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