¡Un viaje inolvidable…! – 01

Por Fernando Sánchez Resa.

Introducción.

Buscando frescor y sosiego, en este verano tan tórrido y sofocante, especialmente en el centro y sur de nuestro país, y recordando antiguos y felices tiempos en los que viajábamos la familia nuclear unida a cualquier parte de la península ibérica, hemos elegido el verde y apetecible norte español donde se cuajó, según aprendimos y enseñamos durante tantos años en la escuela, nuestra nación española: la que ahora tanto peligra por culpa de unos y otros. Esperemos que no ocurra nunca lo que sentencia el dicho popular: «Entre todos la mataron y ella sola se murió…». ¡Qué fácil es destruir y cuán difícil construir y aunar esfuerzos!

Nosotros queríamos hacer un viaje a nuestro aire, sin tener que madrugar ni trasnochar desaforadamente, descansando lo que nos apeteciese y disfrutándolo plácidamente, sin las prisas del tour organizado por otros en el que hay que verlo todo en un corto espacio de tiempo…

 

Las famosas y apetecibles fabes.

Como la distancia entre Úbeda (Jaén) y San Tirso de Candamo (Asturias) es larga, en buena lid, mi familia decidió democráticamente que la hiciésemos en dos etapas para que la conducción por mi parte fuese más llevadera. ¡Los años, no pasan en balde…!

 

Hotel Casona Cuervo.

DOMINGO, 9.

Partimos de Úbeda con el sol ya apuntando maneras para pasar por las proximidades de La Carolina y coger la autovía hacia Madrid. Hicimos una parada en Tomelloso (Ciudad Real), para descansar y tomar una apetitosa comida en el restaurante Vinos y Tapas. Por las extensas planicies manchegas, vimos muchos símbolos del simpar don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho, pero no tuvimos la suerte de divisarlos físicamente; hasta que llegamos a la primera etapa del viaje: San Lorenzo del Escorial (Madrid), para descansar y dormir esa noche en el Hotel Florida, en pleno centro urbano. Allí estaban en fiestas, pues al día siguiente era la festividad de san Lorenzo; por lo que disfrutamos de sus luces, chiringuitos, músicas, festivo ambiente y de la majestuosa estampa del Monasterio del Escorial, con su herreriano estilo arquitectónico, en cuya explanada se dan cita paisanos y forasteros para disfrutar de un pausado y charlado paseo. También experimentamos un anticipo de la frescura que nos aguardaba en el norte…

LUNES, 10.

Antes de partir, no nos quisimos perder la procesión de Gigantes y Cabezudos que nos recordó a la nuestra, en miniatura, la que se celebra todos los años, el 28 de septiembre en Úbeda…

 

Cabalgata de Gigantes y Cabezudos.

También presencié in situ la entrevista informal que le hacía Telemadrid a un ágil abuelo de más de noventa años, al que yo llamo “el abuelo saltarín”, pues, para exhibirse, corría con cierta velocidad un corto tramo de la acera y entonces pegaba un salto en el aire, volviéndose con presteza al mismo sitio del que había partido. Se veía instruido, hablando de la historia de San Lorenzo del Escorial y dando buenos consejos a la juventud para que pudiese llegar a su edad sin la ingestión de líquidos alcohólicos en la universalizada botellona

A media mañana, emprendimos la marcha camino de nuestro destino final. Ocurriéndonos con el Cid Campeador igual que con don Quijote, cuando cabalgábamos veloces en nuestro coche de caballos de vapor, pues nos venían a la mente sus andanzas, tantas veces leídas y contadas, y las imágenes de ese Charlton Heston cinematográfico que en poco o nada se parecía físicamente al original de nuestro Cantar del Mío Cid…

Con algunas paradas en el páramo de la submeseta norte, para reponer fuerzas y tomar energías, y ya vislumbrando la tierra veraniega prometida, llegamos al Principado de Asturias, germen de nuestro país, en donde don Pelayo empezó la Reconquista…

fernandosanchezresa@hotmail.com

Deja una respuesta