Pleamares

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

Próximo a cumplir el cincuentenario de su llegada a “Diario Jaén”, Ramón Quesada ha vivido la trayectoria periodística del que siempre se ha dicho que es el primer rotativo provincial. Se refiere a las áreas de expansión y a los sectores en los que ha incidido la labor informativa y de opinión.

He tenido la suerte de ver aproximarse las pleamares de “Diario Jaén” hasta la costa, desde la cual todos sus directores, Fausto Fernández de Moya unos meses, hasta Juan Espejo González, alentáronme mientras llegaban a alcanzar la cresta de sus éxitos. La primera pleamar fue el 1 de abril de 1941. Y con el acercamiento continuo de las agujas, poco a poco, el consenso que leía su gran formato donde encontrábamos las noticias de la provincia y las nacionales, bebiendo sus textos los lectores, como el viento bebe la cáscara del trigo y la dispersa a los aires.

Pleamar con “olas” de clase que aumentaban el interés del lector sorprendido de su advenimiento, que crecía como las ondas de las pleamares, a la fuerza del aire, hasta superar y vencer las dificultades; porque, en macizo grupo, sus hombres estuvieron siempre a una para imprimirlo y así darnos a entender que estábamos en un mundo de estatus noticiero de cosas y de casos: de la flexibilidad política y de la incontrastable imagen catequista. Pleamar, sobre todo, que fertilizaba “Jaén”, hecho de trabajo, de sudor, de penalidades, de problemas y luego de premios, luego de amor, luego de paz… Pleamar, asimismo, con la que llegó, como aferradas a sus olas, la inalterable cabecera: “Jaén”; títulos, epígrafes y contextos novedosos donde la incuestionable verdad nos hacía ya a los hombres hasta leer de pie, delante de los quioscos, para saberlo todo cuanto antes y contarlo después. Pleamar, que sorprendió favorablemente por el interés de la técnica del color. Evento, razón hecha realidad y admitida con agrado como un suceso histórico entre todas las pleamares. Con el color en todas sus gamas, “Jaén” se hizo un lujo y rompió sus propios moldes, dándonos a entender que ya era periódico competente que tenía sitio dentro de la pléyade de los más logrados y leídos, y difundidos, de España. Y, si no, ahí están las estadísticas recientes que se rinden a la evidencia. Pleamar, como es ya el alto número de ejemplares en los que nos place escribir y saborear las brillantes plumas de los colaboradores a modo de opinión o que leemos a diario. Pleamar, por la que no hay quien pueda negarme que, dicho por expertos, el periódico lo hacen los colaboradores literarios que, sin interés, dan vida a la noticia, la mueven, la agitan y la zangotean a placer, pero embelleciéndola a su estilo y a su forma con genialidad. Luego está el lector, sostén de su amanecer que, una vez “entre pecho y espalda”, su elogio bien puede ser: «Lo dice el “Diario Jaén”». Y esto, en definitiva, es una alabanza con punto y seguido hasta que otras pleamares, alguna vez, hagan de este artículo una antigualla; porque las ciencias…

(12‑03‑2006)

almagromanuel@gmail.com

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