Por Fernando Sánchez Resa.
Llegando las primeras luces del día, paramos y entramos en un espeso encinar cercano. Al fin, podremos descansar; mas el frío y el viento, juntamente con la humedad, nos impiden hacerlo, aunque echamos las mantas en el suelo y nos envolvemos en ellas. Nos levantamos y cortamos leña con picos, pues hachas no disponemos, para encender unas hogueras que calienten el exterior. El interior no llega, pues el desayuno no aparece por ningún lado, cuando la escasa cena de Chillón anda ya muy lejana…
Al no saber el tiempo de permanencia en aquel lugar, aprovechamos el día para descansar y guarecernos del viento y la lluvia, hasta que llega la desapacible noche (mientras amaina el viento), permaneciendo junto a las hogueras, envueltos en una pobre manta empapada de agua…
Cuando llegó el día 12 de enero, prometimos no volver a pasar otra noche tan desagradable, por lo que construimos (a pico y pala) unas rudimentarias chabolas que nos permitirían dormir y guarecernos de la intemperie y el mal tiempo. Cada cual fabricó la suya; aunque nosotros hicimos una para tres personas, valiéndonos de piedras, ramas de árboles, estacas, hierbas y tierra. ¡Qué contentos estábamos con nuestra obra arquitectónica! ¡Cómo disfrutamos, pensando lo bien que íbamos a dormir aquella noche! Encendimos una gran hoguera a la entrada, nos calentamos, y luego fuimos entregándonos al dulce sueño que nos transportaba en volandas; cuando, muy pronto…, comenzó a sonar un insistente toque de cornetas que mandaba marchar. Con los planes tan hermosos que nos habíamos hecho… ¡Pobre chabolita! ¡Adiós, chabolita, adiós! Qué desazón tener que abandonarte, cuando prometías tus mejores caricias en tu dulce y hospitalario regazo… ¡Oh, crudeza de guerra y campaña…!
Siendo cerca de las dos de noche, vamos preparándonos y ordenando las secciones para partir en medio de la oscuridad reinante. Nos dirigimos a Hinojosa del Duque, distante veinte kilómetros; la jornada será corta. Retrocedemos tres kilómetros hasta El Viso. Atravesamos su embarrada y larga calle, llena de charcos, buscando la carretera que está en mejor estado. Vamos oyendo nítidamente, en el silencio de la noche, los imponentes disparos de los cañones cercanos; hasta que lleguemos a acostumbrarnos… Y al rayar el alba del 13 de enero, tras varios descansos, llegamos (a cinco kilómetros de Hinojosa del Duque) para acampar en un encinar…
Úbeda, 3 de julio de 2015.