64. Continúa la marcha

Por Fernando Sánchez Resa.

Fueron apareciendo las estrellas conforme se adentraba la noche y aún seguíamos en la estación de Ciudad Libre (como la llamaban los rojos) o Ciudad Real. Hasta que, bien entrada la noche, comenzamos a alejarnos lentamente de la ciudad, haciendo largas paradas en las estaciones de tránsito. Lloviznaba en este amanecer del 10 de enero. Pasamos por las cercanías de Almadén a media mañana, hasta que llegamos a la estación de Chillón para bajarnos y dirigirnos a un próximo lugar de avituallamiento. ¡Qué decepción!: solamente nos dieron un panecillo con un trocito de carne, siendo las 14 horas y el primer bocado del día… La cena no le iría a la zaga: otro poco de arroz y un par de naranjas. Nuestros estómagos quedaron más desangelados que antes. Poca gasolina para andar los casi 40 kilómetros que nos restaban…

Íbamos por caminos y montes en busca de la provincia de Córdoba, cargados con nuestros macutos y con las mantas torcidas en bandolera. Primeramente, vadeamos el río Guadalmez y, ya en tierras cordobesas, subimos hasta las alturas de Santa Eufemia, cuando anochecía. Allí alcanzamos a nuestra brigada y nos dieron de cenar, encendiendo miles de hogueras, con las que pudimos vernos las caras en la oscuridad reinante…

La duda y rumores de si descansaríamos en este lugar se disiparon cuando empezaron a sonar las cornetas y toques de llamada para agrupar a los batallones, que entre la oscuridad y los charcos de agua buscaban la difícil salida a la carretera…; hasta que, por fin, encontramos a nuestra compañía. Emprendimos el camino y atravesamos (en las proximidades de Santa Eufemia) las cumbres de sus agrestes serranías. Hasta que fuimos descendiendo en zigzag hacia el valle de Los Pedroches, haciendo paradas periódicas para tomar fuerzas, mientras la noche se iba tornando más desagradable, por lo que había que echarse una manta encima. Y, llegando el día, avistamos El Viso, con su esbelta y airosa torre, cual enhiesto centinela avanzado del fértil valle de Los Pedroches, donde creíamos acabaría nuestra larga jornada pedestre. Pero no fue así, pues lo dejamos a la derecha y continuamos nuestra marcha hacia Dos Torres. Los pies ya no nos respondían y todos íbamos de mal humor, porque no sabíamos hasta dónde llegaríamos esa noche. No había más remedio que animarse y recorrer tres kilómetros más…

Úbeda, 2 de julio de 2015.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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