Por Fernando Sánchez Resa.
Tendrá que transcurrir bastante tiempo hasta que se me sedimente todo lo vivido y sentido, en este día especial, en el que Alejandro Folch y Luisa Palacios (Alex & Lu, para los amigos) se nos casaron, tan friki y cinematográficamente. Algo que ya se vislumbraba desde que me dieron su original invitación, dentro de un sobre negro, con los nombres de mi esposa y mío en blanco…
Ha sido una boda que dejará perenne huella en los contrayentes y en todos los asistentes, pues el guión fue escrito y pensado milimétricamente por ellos, que no quisieron dejar ni un cabo suelto a la realización de su proyecto soñado, tan maravillosamente escenificado…
Todo había comenzado hace tiempo, cuando los flechazos de Cupido fueron intercambiándose entre ambos, partiendo del manantial inagotable del idioma de Shakespeare que fue quien los unió… Luego, siguió la consolidación de su proyecto de pareja, que tuvo su materialización en el casamiento civil en días pasados; hasta que llegó este caluroso y veraniego sábado en el que el Palacio de los Medinillas de Úbeda (Jaén) fue testigo altamente sorprendido (a pesar de las celebraciones que lleva en su haber) de este irrepetible espectáculo en el que Alex & Lu serían sus actores estelares…
La noche anterior, los más íntimos hicieron la preboda reuniéndose ante la casa de Luisa con la excusa de elaborar un arco triunfal (que ella atravesaría, vestida de novia, al día siguiente) con armazón metálico, recubierto de tela y adornos de goma eva (a la que es tan aficionada Rebeca, la hermana de Alex); a imitación del que se hace en la ciudad de Andorra (Teruel) de ramas de chopo y otros vegetales. Sirvió de excusa para conocerse y fomentar vínculos amistosos, departiendo cena y bebida de forma informal hasta la media noche, pues a la mañana siguiente ya habían programado los novios una visita turística por Úbeda de la mano de una empresa local, para que el viaje a esta ciudad fuese inolvidable…
Eran las 19:45 h cuando se procesionaba el cortejo del novio, bajando la calle Jurado Gómez y penetrando en el patio del Palacio de los Medinillas, siendo la admiración de vecinos e invitados, pues parecía que la película de “La guerra de las galaxias” se iba a representar con ciertas variantes autóctonas…
Alex, todo satisfecho y un tanto nervioso, esperó pacientemente más allá de la hora prevista (las 20 h) a que su esposa Lu bajara esplendorosa, con su vestido blanquinegro, del brazo de su orgulloso padre. Los aplausos y vivas fueron largamente coreados, aunque los de la novia ganaron en calor e intensidad… Todo era expectación, comentarios y fotógrafos que no querían dejar ni una imagen sin recoger… La película que todos estábamos rodando, así lo merecía.
Ya, en el primer patio, estaba todo preparado con su parafernalia correspondiente: alfombra roja central y, a ambos lados, un modesto auditorio compuesto por níveos asientos (para el público que tuviese la suerte de poder coger sitio), hermosa banqueta para los contrayentes, mesa del oficiante del casamiento… La mayoría asistió a esta originalísima ceremonia de pie, como figurantes e intérpretes secundarios; pero, a su vez, admiradores del espectáculo lúdico y entrañable que se iba a realizar.
Y comenzó el rodaje de la ceremonia cinéfila, pensada, con todo lujo de detalles, por los dos actores principales que traían su libreto‑guión ya preparado e impreso, para que todo fuese más facil y no quedase nada a la improvisación…
Se inició, entrando Alejando del brazo de su madre Marisa por el pasillo central, escoltados por dos Storm/Snow Troopers, que esperaban a Lu, colocándose a sendos lados de la mesa del oficiante en posición de guardia. Todo ello amenizado con la música Star Wars Throne Room. Después, avanzaron Lu y Paco, poniéndole la novia el prendido a Alejandro; pero entonces, surgió el primer contratiempo (aunque la mayoría del público creía que era un guiño de los propios guionistas): la señora que tenía que hacer la veces de oficiante de la ceremonia (que estaba contratada a una empresa) no se presentó y tuvo que salir un amigo voluntario del público (Javi), ante la insistencia nerviosa de los novios, pues nadie se atrevía a hacerlo y todos pensaban que era una broma más del guión. ¡Qué bien supo improvisar su crucial papel en la ceremonia, gracias a sus muchas tablas y a su amplia sabiduría en el oficio de dirigirse al público…!
Javi, recordando que no sería una boda normal, pues no iba a haber acta matrimonial (¡a lo mejor, podría hacer las veces esta crónica que estoy escribiendo…!), trazó los perfiles de ambos contrayentes: un poco “frikis”, amantes del cine, la ciencia ficción y las historias de amor como la de Lily y Snape (aunque correspondida, como la de ellos), la de Buttercup y Westley (sin tener que salvar a nadie) y/o la de Han y Leia, una historia que va más allá de las estrellas… En definitiva, aseguró que Alejandro y Luisa se parecen tanto a Carl y Ellie (por eso les gusta mucho la película de Up), porque su vida no tendrá grandes aventuras, pero estará hecha de las pequeñas cosas que hagan cada día…
Seguidamente, tras Lu darle una botella con mensaje a su cuñada Rebeca, ésta lee un rosario de intenciones, acciones y recetas maravillosas que les permitirán ser la pareja perfecta…
Y el oficiante recuerda que ahora, en cualquier otra boda civil, tocaría leer los derechos y obligaciones de los cónyuges, donde las palabras respeto, fidelidad y ayuda resonarían; pero aquí no hará falta repetirlas, porque los contrayentes saben que lo esencial es invisible a los ojos…
A continuación, es Alejandro quien da una botella a María del Mar, prima de la novia, para que lea una tierna y alegórica historia de la bella y única rosa que el Principito encuentra en su planeta, como la irrepetible ROSA que Alejandro tiene a su lado; por lo que siempre se debe sentir feliz, cuando mire a las estrellas…
Y el oficiante, llegado al momento más importante de la ceremonia, da la palabra a ambos contrayentes para que emitan sus votos públicamente. Con el permiso de ellos, los transcribo para que queden reflejados cual acta notarial y como muestra del límpido y especial amor que se profesan.
Votos de Alejandro:
«Hoy es el día en que comienza nuestra vida juntos, una nueva vida, o eso dicen, aunque para mí una nueva vida comenzó cuando nos descubrimos el uno al otro.
Me llamó la atención lo diferente que eras: joven, inteligente, apasionada, friki, cafre (como yo)…, un montón de cosas que me llamaron la atención, y que, como el agua que se abre paso por la roca, se fueron abriendo paso en mi corazón. De pronto, me sorprendí cruzando mensajes todos los días, pensando en ti…
Fue como si poco a poco te hubieses mudado a mi cabeza y a mi corazón, y lo mejor es que tenerte de ocupa me encantaba. Por eso, me decidí un día a pedir que salieras conmigo. No quería que esa ocupa me abandonara y dejase vacío.
Me sentí la persona más feliz cuando conseguí convencerte, y casi desde ese día quería que vinieras conmigo, pasar de ser ocupa en mi corazón y mi cabeza a ocupa completa de mi vida.
Sé que sacrificaste y renunciaste a muchas cosas por mí, y con el paso de hoy damos juntos un salto en el vacío, que estoy convencido de que nos va a salir bien; y, para que así sea, prometo hacer todo lo que pueda y un poco más para que siempre estés a gusto, para que nunca dejes de sentir que te quiero más que a nada en este mundo y para que, cuando seamos viejitos, sigamos siendo la pareja de los raros y payasos que se siguen riendo de sus chorradas, que nadie más comprende.
Gracias por formar parte del resto de mi vida. Te quiero».
Votos de Lu:
«Llevo días mentalizándome de que por muchas cosas que hayamos preparado, por mucho que lo hayamos pensado todo…, hoy algo se fastidiará y no será un día perfecto.
Bueno, esto no es más que el prólogo a nuestra vida; puede que no sea perfecta, al igual que esta boda, es nuestra y la construiremos juntos…, aunque haya que alinear para ello todos los interruptores antes.
Me imagino que ahora me toca prometerte eso de que te seré fiel en la salud y en la enfermedad y eso de hacer de nuestra familia mi prioridad…, pero hay un problema; y es que eso son sólo palabras y no quiero que nuestra vida sean sólo palabras (aunque los dos somos profes y hablamos sin parar), sino que quiero demostrarte cada día de mi vida que te quiero y que creo en ti…
Porque aunque ya he dicho que te quiero, eso no es del todo cierto, porque no sólo te quiero, sino que te respeto.
Así, en el día de hoy, manifiesto mi intención de dejar de ser sólo Lu, para ser Lu con Alejandro (bueno, y con Michete) y llenar nuestra vida de canciones, facturas, series, habitaciones desordenadas y recetas experimentales…
Quiero llenar mi vida de ti, de nosotros, y así, cuando dentro de mucho me preguntes si después de tanto tiempo aún te quiero, yo te podré responder “Siempre”».
Y ambos se miran amorosamente y se tocan en múltiples ocasiones, haciendo aflorar una y otra vez las lágrimas de la alegría y de la emoción, compartidas como maná vivificador de su eterno amor prometido.
Entonces, el oficiante recuerda que los anillos son un símbolo de eternidad, algo sin principio ni fin, aunque los de los contrayentes no sean los grandes anillos que se les entregaron a los elfos, enanos o humanos, ni tampoco el anillo único que se utilizó en la Tierra Media para dominarlos a todos; sin embargo, «serán más poderosos que el anillo de Sauron, pues representan vuestra unión y que caminaréis siempre el uno al lado del otro…».
Y ambos contrayentes interpretan lo apuntado en el guión: Lu pide que saque los anillos a Alex y éste alega que los ha dejado (con las prisas) en el hotel, por lo que ella lo tilda de ser lo más parecido a un hobbit… La gente se ríe y empieza a ofrecer anillos por si era otro olvido, mientras Luisa dice con voz temblorosa: «Que esto, sí está preparado…». Hasta que comienza la música Star Wars Imperial March, entrando por el fondo los caballeros Jedi; y, sin prestar atención a los novios, entregan los anillos al oficiante y se colocan a los lados, junto a los troppers. Y así da comienzo el sexto fragmento musical de la tarde (Depeche Mode – Enjoy the silence) para la puesta de anillos, sonando plácidamente durante algo más de dos minutos.
Las graciosas palabras del oficiante hacen mención a los hipotéticos objetores al casamiento de Luisa y Alejandro (si esto fuera una película americana); que se disiparían con un disparo de blaster, una manipulación mental de la Jedi Barris Offe (del tipo «nadie tiene ninguna objeción») o que Darth Barne los ahogase a estilo Vader…
Y así es como Javi los declara marido y mujer, dando autorización al novio para que bese a la novia, mientras todo este mágico momento se ve magníficamente ambientado por la música final: “Ya se han casado”, Serrat & Sabina y “Fiesta”… El arroz multicolor y los confetti, ya preparados en sus bolsitas, son usados a placer por los invitados, produciendo la típica lluvia multicolor de cualquier casamiento…; mientras otros, con los paipay de recuerdo de este evento, se abanican alegremente. Para finalizar esta parte del guión, Luisa se dirige al final del auditorio y, vuelta de espaldas, lanza su ramo de novia para que las jóvenes casaderas que se han agrupado al fondo puedan disputárselo, hasta que una de ellas (vestida de rosa) se hace con él en un alarde de malabarismo, para seguir la tradición de ser la próxima en casarse…
Finalmente, llegan multitud de besos y abrazos, de sinceras y enternecedoras enhorabuenas, de múltiples fotos con los recién casados a diferentes tribus de familias, amigos, compañeros, vecinos, paisanos… Incluso, como colofón final, se realiza una foto general aérea (por los fotográfos contratados, para que no quede ningún momento sin reflejar en imágenes), desde la balconada del patio, mirando todos los invitados hacia el cielo, donde más de uno quiere vislumbrar dos estrellas fugaces recién ascendidas de la Tierra…
La copa de espera dio su comienzo hasta que fue anocheciendo y el segundo patio tomó protagonismo con las doce grandes mesas y la pequeña de los fotogrógrafos, bautizadas con nombres acordes con la original celebración: MESA PRESIDENCIAL, HALCÓN MILENARIO, PRINCESA LEILA, HANS SOLO, LA REPÚBLICA, PADAWAN, R2D2, C3P0, LUKE SKAYWALKER, X-WING, ESTRELLA DE LA MUERTE, DARTH WADER, EL IMPERIO y ESPÍAS REBELDES (la de los tres fotógrafos contratados: fani.es; representados mediante dos fotos de este artículo: foto aérea del arco y photocall); pobladas de copiosas copas, cubiertos y platos, repartidas por su frondoso espacio, donde el agua de los pilones, las amplias balconadas, los balcones floridos, los focos, la reestructuración de ciertos elementos arquitectónicos (especialmente basas, fustes y capiteles) y la propia bonanza de la noche activarían, aún más, la cinéfila fiesta que se seguía rodando alegre y desenfadadamente; hasta que allá por septiembre, según me comentan los recién casados, comience el definitivo montaje fotográfico y de vídeo de todo este proyecto cinematográfico tan concienzudamente preparado…
Allí se van produciendo momentos inolvidables para todos, pero especialmente para los protagonistas y sus familias más íntimas: regalos personalizados a todos los invitados (set estuchado para los varones y fular para las féminas); dádiva y puesta en escena de rojas narices de la Fundación Theodora (Payasos para nuestros niños hospitalizados); corte de la tarta nupcial con la novedosa catana; regalos entrañables de los novios a sus padres y de los amigos íntimos a los esposos; lágrimas continuadas de emoción desbordada de Alex y Lu, así como de sus respectivos padres y familiares… Todo ello, aureolado de un buen ambiente, donde los cantos y representaciones (improvisadas o preparadas) nunca faltaron; como la escenificación repetida del “Cumpleaños feliz” de una de los familiares y/o amigas de los contrayentes; las increíbles y originales fotos, así como las ruidosas y carcajeadas charlas por doquier; el sustancioso menú preparado por Delicias Catering…
Es tal el amor que ambos tienen por su gato Michete que Lu llevaba una representación de él en el ramo de novia, Alex tenía una foto en su habitación del hotel y aquél estaba representado, junto a ambos, coronando la tarta nupcial…
Y, bien pasada la media noche, se llegó a la barra libre y al baile continuado y desenvuelto, hasta las cuatro de la madrugada, en el interior del edificio, en el que los recién casados exhibieron su valía para la danza (gracias a las múltiples sesiones de ensayo, pues ambos no nacieron para ser bailarines), interpretando diferentes bailes con probada solvencia, hasta que los bailones de turno (que eran multitud) les siguieron en la fiesta y la alegría desbordante, mientras algunos invitados se disfrazaban con máscaras o atuendos graciosos y alegóricos a las peliculas de “La guerra de las galaxias” para ser fotografiados por el sistema photocall… También las famosas espadas luminosas tuvieron su protagonismo colorista e impactante de la mano de sus guerreros (o guerreras) que sirvieron para dar aún más salpichirri (salero, gracia) a la fiesta fílmica…
Hubo también otros detalles especiales como el quiosco de dulces (que no podía faltar) en esta boda, con sesgos esperpénticos, en la que los novios eran tan originales como niños; y una mesa con una cesta que contenía muchas fotos de distintas épocas de la vida de Luisa y Alejandro, y que invitaba a cualquiera de los asistentes a pegarlas en un álbum en blanco, escribiendo un comentario oportuno que les servirá para tener siempre presente cuánto se les quiere y lo bien que nos lo pasamos todos viéndolos tan dichosos…
Eran más de las cuatro de la madrugada cuando «Cada mochuelo se fue a su olivo…» (como solemos decir por esta tierra del sur), mientras la luna lucía radiante y expectante en el firmamento ubetense, llevándose todos los familiares y amigos tantos gratos recuerdos de lo vivido en esta intensa celebración, en la que sueño anhelado y realidad vivida constituirán, sobre todo para Lu y Alex, la levadura perfecta para hornear los felices y tiernos momentos vividos, que nunca se olvidarán…
Úbeda, 20 de junio de 2015.