Por Fernando Sánchez Resa.
Andaba yo con ganas de volver a este enclave entrañable en el que los hermanos Berlanga Martínez, bajo el paraguas de la fundación “Huerta de san Antonio”, al alimón con el obispado de Jaén, han puesto todo su empeño, juntamente con una legión de amigos de “San Lorenzo”, para conseguir su paulatino renacer; y aprovechando que los viernes, sábados y domingos se puede visitar, tomo como excusa esta mañana primaveral, en la que el sol y las nubes juegan al escondite, para dirigir mis pasos a la zona sur de Úbeda, con el fin hacerle una nueva visita…
Allí me encuentro con un reducido grupo de turistas, principalmente forasteros, que pretenden hacer lo mismo que yo: empaparse de los secretos que esta olvidada y desacralizada iglesia alberga en su fábrica y cimientos. Y por el módico precio de 5 euros, obtengo la entrada número 249, que servirá para sufragar futuras restauraciones o excavaciones arqueológicas, y me dispongo a escuchar a su docta guía. Se presenta como Nani Gómez de Toro, arqueóloga, que durante los pasados gélidos meses invernales de diciembre y enero ha tenido el valor de llevar a cabo un concienzudo estudio sobre “San Lorenzo”, aún no publicado, pero que verá la luz en un futuro próximo, para deleite y provecho de curiosos y estudiosos del tema…
Como es lógico, en este artículo, voy a reflejar las pocas ideas que se me han quedado en la cabeza, sin pretender robar autoría de sus descubrimientos a la amable Nani, que durante más de hora y media ha estado contándonos, en lenguaje llano y atractivo, la historia de este templo, cual si fuese un ser vivo del que se relata su interesante historia…
“San Lorenzo” se construyó en los siglos XIII‑XIV y, desde entonces, distintas gentes y diferentes estilos arquitectónicos han dejado su honda huella. Aquí encontramos prerrománico, románico, gótico, renacentista… Explica las distintas fases del proyecto que ella planteó para la excavación de las cinco catas arqueológicas, cuatro dentro del recinto y una en la puerta oeste, que en un futuro quieren abrir para dar más luz y visión de la misma iglesia; y luego pasa a enseñarnos el trabajo realizado. Niega taxativamente la leyenda urbana de que fuese mezquita anteriormente. Lo que sí se ha constatado es que es más larga que otras de similar trazado en Úbeda y se han descubierto muchos enterramientos, la mayoría mezclados los huesos con tierra o escombros; pues, en las sucesivas obras de siglos anteriores, muchas de ellas no han tenido en cuenta conservar lo anterior, sino que lo han usado como material constructivo de la reestructuración que se quería hacer. La última, el sólido suelo de hormigón que podemos apreciar en las catas, es del siglo XVIII. Solamente han encontrado unos pocos restos humanos de cuerpo entero, a la entrada de la antesacristía, cuyas fotos nos enseña y algunos fotografiamos, de una familia que debió ser pudiente, llamada Peñuela, pues incluso se han hallado piezas o trozos de tela o adornos. La mayoría son infantes y no natos…
Por los estudios hechos, ha quedado claro que esta iglesia estuvo policromada. De los grafitis que hay en el altar mayor recuerda que son simplemente anecdóticos y no tienen nada que ver con la antigüedad, sino que son de la época en que este recinto fue almacén de tronos y taller de escultura (después de la desastrosa destrucción de la guerra civil de 1936), de afamados artistas que plasmaron sus dibujos correspondientes, sin más…
No podía faltar la historia del personaje clave de la última época de “San Lorenzo”: Paca, “La campanera”, que ha dejado honda huella y cuya memoria se hace presente en la sacristía y vivienda superior del primer piso, que era donde vivió esta mujer tan peculiar (a la que muchos ubetenses recordamos, pues nos abrió las puertas de su casa en este mismo lugar), que anda inmortalizada mediante unas fotografías en la parte baja, y unas impresas imágenes en los estores de los dos ventanales del primer piso, con su imagen simulando asomarse a la ventana que da a la cuesta que baja a la puerta de Granada y por donde pasa, todos los años, la Virgen de Gracia…
Otro secreto descubierto es que la cúpula del ábside es igual que la de iglesia de la Trinidad; pero, como “San Lorenzo” era una iglesia pobre, se hizo de yesería y no de piedra… El ábside se ve perfectamente delineado, aunque esté cortado por puertas (ya cerradas) de piedra y desplazamientos; incluso las ventanas que están tapiadas en la sacristía demuestran que la espadaña se hizo en época posterior. Lo mismo que el adarve, que al final de la visita anduvimos, ha confirmado que es un cinturón de muralla posterior al que había primeramente y que se construyó para la sujeción de la iglesia, que está asentada en roca viva, como pudimos comprobar cuando bajamos para ver dos criptas (la tercera no estaba permitido hacerlo), a los pies de la subida del coro, y que fotografiamos (con su pozo ciego incluido), pues en su tiempo cegaron los minados para que este recinto no se inundase de agua. Hay, en la nave eclesial, varias capillas funerarias, creyéndose que alguna fuese puerta, aunque no sea cierto; y las ventanas tapiadas en la zona sur, tras la construcción del adarve, en las que se han encontrado muchos secretos, pues allí estaban guardados restos arqueológicos anteriores que ahora andan expuestos en el suelo del recinto.
Después, proseguimos viendo la vivienda del primer piso de Paca, “La campanera”, y ascendimos a los pies de la característica espadaña de este templo, que en su día fue poblada por la hiedra, plantada por error, como reconoció al final de su vida Paca, ya que fue haciéndose tan poderosa que puso en peligro la edificación e incluso la casa de más abajo. Las maravillosas vistas de la zona sur ubetense y sus enclaves históricos más característicos (Casa de las Torres, Santo Domingo, Santa María de los Reales Alcázares, Palacio de las Cadenas, El Salvador… y la tortuosa ronda de Antonio Muñoz Molina y Miradores…) han sido un regalo a la vista y a los sentidos que todos hemos aprovechado gustosamente…
Y a la espera de que llegue septiembre y se celebre el espectáculo Peor para el sol, durante tres días ‑en lugar de uno‑, en el que los valientes imitadores de las canciones de Sabina nos deleiten, así como el propio Joaquín Sabina leyendo unos poemas; y que, en diciembre, vuelvan a emprenderse las excavaciones arqueológicas para exhumar más apetecidos secretos, marchamos plenos de cultura e historia. Allí quedó todo en suspenso para que nuevas gentes, en futuras visitas, queden enteradas de la loable investigación arqueológica hecha por Nani, que es mucho más larga e interesante que la que yo les he contado en este artículo.
Úbeda, 18 de abril de 2014.