Feliz Navidad

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

Nos llega en estos días, como un precioso regalo navideño, el vídeo de Ballesta ‑colgado en la red por el amigo Pepe Aranda‑, para avivar nostalgias y recuerdos. Gracias a los dos por ese documento que trasiega morriñas y añoranzas de un pasado cercano todavía. Uno mi voz a la del entrañable Fernández Arévalo para deciros que el vídeo me ha traído, además de la necesidad de escribir, una emoción profunda y sincera al recordar aquellos años felices del colegio, los primeros paseos por las calles de Úbeda, ilusiones, sueños, memorias escritas en la piedra.

Las Escuelas ‑así las llamaba don Juan Pasquau, al que la palabra Safa le sonaba a marca de fibras artificiales‑, fueron nuestro hogar durante mucho tiempo: una nueva casa, una nueva familia, unos nuevos padres, sencillos y ejemplares. Os recuerdo las palabras que el padre Mendoza dedica a don Juan en el prólogo de su libro Memoria de una época: «Maestro que educa más con el ejemplo que con las tareas escolares, ubetense, muy buen escritor, cronista de Úbeda, dotado de una voluntad inequívoca de ser cristiano y no menos de sencillez y de humildad».Fue nuestro primer profesorde Historia del Arte: Fidias y Praxíteles; el dórico, el jónico, el corintio…

Don Juan sentía un enorme cariño hacia el padre Mendoza. Y, ¿quién no? El padre Mendoza fue un santo en la Tierra, un apóstol enamorado de los pobres, de los enfermos, de los necesitados, de la doctrina social de la Iglesia. En una de sus cartas me escribía: «Querido Dionisio: te recuerdo hoy, víspera de Navidad, rezo al Padre por ti y por tu familia, y os deseo éxito y felicidad».

Has hecho bien, querido Pepe Aranda, enviándonos el video en estas fechas, para que podamos escuchar de nuevo las hermosas palabras de don Jesús, el hombre que tenía el alma llena de palomas, maestro de poetas, y poeta entre los profesores: «Yo tengo en mi guzla de son berberisco, / el germen del cuento y el son del cantar…».Qué alegría tan grande siento al recordar aquellos años que compartía inspección con el profesor De Vos, un belga rubicundo y larguirucho, como un fantástico personaje de Pérez Reverte. Alguien dice, en ese precioso vídeo, que fue el primer extranjero en visitar las tierras de Rus… y el primero en alcanzar un puesto de honor en nuestros corazones ‑esto lo añado yo‑.

¡Dios nos salve, María! Se le oía vocear por los pasillos a las siete de la mañana, como si le persiguieran los tercios gloriosos del duque de Alba, al mando de Alatriste. Don Jesús y él formaron la más disparatada pareja de inspectores que nunca hubo en la Safa. Eran especiales y distintos, una pareja entrañable y divertida, como Jack Lemmon y Walter Matthau.

Gracias, Manuel Ballesta, por esos recuerdos emocionantes. A veces uno escucha en su interior la voz de la nostalgia, que se confunde con las palabras del poeta: «Buscas a Safa en Safa antiguo alumno, y en Safa misma a Safa no la hayas». Quevedo al aparato. «No he de callar por más que con el dedo…». Los dedos en España ordenan demasiado, a estribor y a babor, por la derecha y por la izquierda. No hace demasiado tiempo que un dedo nefasto se llevó a los jesuitas del colegio, y nadie movió un dedo para impedirlo. Los curas hoy son cosa del pasado, nadie les necesita. Los curas ya no están de moda, ni en los chistes. Ahora priman otras modas, otras corrientes de pensamiento. ¿Qué nos pasa doctor? Epidemia muy grave. Pronóstico reservado. Crepúsculo de las ideologías. La codicia se extiende por el organismo, sin remedio, y no hay medicamento que la pueda atajar. ¿Estamos desahuciados?

Palabras, como las que se dicen en el vídeo, vienen a ser como agua de mayo en estas fechas, porque siempre tendremos al alcance de la mano la lección y el ejemplo de vida de aquellos profesores. Aunque no lo parezca, la caridad y la misericordia son más fuertes que la codicia y la ambición. ¿Que no? Mira si llevaré razón, que hasta para vender la lotería nos tienen que tocar las fibras más sensibles.

Mañana se celebra el sorteo de Navidad y la festividad de santa Javiera Cabrini, la niña que jugaba con barquitos de papel, los llenaba de violetas y los echaba en el arroyo para que la corriente los llevara a China. Los mejores barcos de papel, que yo recuerdo, los hacía Pedro Latorre Bonachera en Villanueva. No he vuelto a ver barcos tan bonitos como aquellos: se parecían a las carabelas que volaron hacia el Nuevo Mundo llenas de aventureros, de dioses y caballos, al mando de Cortés. Hasta tenían un airoso castillo en la popa. Cuando íbamos de excursión al Guadalquivir, los barcos de Pedro competían con otros que hacíamos con juncos, y que nunca se hundían.

De entonces me viene la afición a los barcos de papel. Con el tiempo se aprende, que la vida es navegar sin rumbo entre dos aguas, entre el espíritu y la materia, entre la poesía y el dinero, entre el presente y el pasado. Ya no cortan los mares veleros bergantines, y los capitanes no cantan alegres canciones en la popa. Soplan vientos airados. Galerna del cantábrico. Vientos heridos que amenazan con romper los palos y el velamen; son los vientos del pueblo, el soplo de millones de parados sedientos de justicia y de verdad. Rebelión a bordo. «Pobre barquilla mía, / entre peñascos rota…»; pero, de cuando en cuando, llegan pañuelos blancos en señal de paz, que se agitan en la lejanía, recordando otros tiempos. Somos la última trinchera. Voy a darle un último vistazo a ese vídeo entrañable de Manolo Ballesta y a despedirme, invitándoos a compartir conmigo una breve plegaria.

«Te damos gracias, padre Villoslada, por cada minuto que pasamos en Las Escuelas; por lo que tenemos, gracias a ellas, y por todas aquellas cosas innecesarias de las que nos enseñaron a prescindir. En estas Navidades, despierta en nosotros las ganas de vivir y la alegría por las cosas grandes y pequeñas. Fomenta nuestra constante gratitud hacia tu obra, y hacia todas las personas que, siguiendo tus enseñanzas y tu ejemplo, dedicaron su vida a difundirla con generosidad y abnegación. Ellos nos enseñaron a amar el trabajo, los libros y el evangelio. Quiera Dios que la llama, que encendiste hace ya tanto tiempo, brille en Andalucía durante muchos años».

Sería bonito que los buenos mensajes nos llegaran cualquier día y cualquier mes del año. Sería muy hermoso podernos desear, en cualquier tiempo, Feliz Navidad. Uno no acaba de perder la esperanza, aunque le preocupa haberla perdido tantas veces.

Barcelona, 21 de diciembre 2014.

roan82@gmail.com

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