Argote de Molina, bien tratado en Úbeda

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

En este interesante artículo, Ramón Quesada nos muestra detalles de la vida ubetense y andaluza en general, contemporánea de Gonzalo Argote de Molina, de la relación que el polifacético sevillano tuvo con nuestra ciudad. Asimismo, y como dato muy importante, nos muestra las fuentes de donde ha obtenido la información.

Es un artículo muy interesante, que vale la pena leer.

Existen fundados motivos para creer que Gonzalo Argote de Molina (1549‑1590), laudable como historiador según testimonio de su Nobleza de Andalucía, que ha servido y sirve de estudio y libro de consulta para muchos investigadores, reeditado en diferentes ocasiones y tal vez la última por el Instituto de Estudios Jiennenses, visitó en dos ocasiones Úbeda; la primera, en 1576, como en carta fechada en Baeza, el día 27 de agosto de este mismo año, él dice: «Llevo todos los libros del Cabildo y escrituras antiguas de los archivos con pleito homenaje y con esto voy riquísimo a mi casa y emplearé bien el invierno». La segunda carta, más extensa, tiene fecha del 27 de octubre de 1585, fue escrita en Sevilla: «Yo fui a Úbeda, Baeza, Jaén y Andújar, y me recibieron muy bien y me mostraron los archivos; saqué traslados de todos los privilegios y aún me entregaron originalmente algunos libros del Cabildo, de los cuales, por anales ha sacado la historia de lo acaecido en aquella tierra donde he hallado cosas escogidísimas y muy nuevas. Vi, originalmente, un privilegio que el rey don Alfonso el Sabio dio de tierras y mercedes a treinta y dos caballeros que dejó en el Alcázar de Baeza. La orden que llevo en escribir es por años, corrigiendo los libros del Cabildo y cartas de Reyes; con lo poco que hay impreso, no pongo originalmente la parte de las cartas».

La Asociación Española para el Progreso de las Ciencias celebró en 1917 uno de sus Congresos, al que acudió en su sección VI (Ciencias Históricas, Filosóficas y Filológicas) el doctor don Celestino López Martínez, profesor de la Universidad de Sevilla, con una interesante, documentada y valiosa Memoria que tenía por título “Capítulos para la biografía del historiador Argote de Molina”. En aquella Memoria, aparecía un documento que poco después fue publicado y glosado por Sánchez Cantón en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, que ratificaba las aseveraciones de López Martínez en cuanto a la autenticidad de estas dos cartas y a las fundadas visitas de Argote de Molina a la noble ciudad de Úbeda.

En otro documento, salido de la experta y versada pluma del mismo profesor, inserto en la histórica Memoria, el autor hacía una apología de la personalidad de Argote de Molina, su abolengo de la nobleza heredada en la reconquista del Reino de Jaén y los títulos y cargos como el Condado de Daganzuelo, los Señoríos de la Torre de Gil de Olid y de la Torre de don Cofre, criado del Rey, alférez mayor de Andalucía, Caballero Veinticuatro de Sevilla y Provincial de la Santa Hermandad, igualmente de la capital hispalense.

En sus empresas militares, cita López Martínez a Argote de Molina como partícipe en la conquista del Peñón de la Gomera, expediciones marítimas de don Juan de Austria, rebelión de los moriscos de Granada, campaña de Navarra y defensa de Lanzarote. Igualmente, dice este historiador de la Capilla Mayor de Santiago el Viejo, de Sevilla, que fue mandada a construir por Argote de Molina para su enterramiento (se extiende en detalles). En cuanto a su mérito como historiador, dice que, en relación al concepto, representa, como Ambrosio de Morales y Jerónimo de Zurita, un periodo de transición cerca del concepto parcial o limitado de la historia medieval y el completo o total de la contemporánea. Debe ser así, porque los escritos que hemos estudiado de Argote de Molina marcan el paso de las viejas crónicas y las formas regulares de la historia, aunque no entró en el grupo de Morales, virtuoso escritor del florecimiento del clasicismo del siglo XV y parte del XVI. Sin embargo, superó con gran estilo y mayor fantasía las dotes de Zurita, sabiendo aplicar nuestra historia al método documental de la investigación.

Cuando Argote de Molina pisó por primera vez la tierra ubérrima de Úbeda (1576), atravesaba la ciudad por un periodo dorado de florescencia monumental; el arquitecto Andrés de Vandelvira, creador del Renacimiento andaluz, que con tanta exuberancia se derrama en Úbeda, su cuna, dirigía los trabajos de la catedral de Jaén y otros de Úbeda, mientras su vida se apagaba, pues moriría un año más tarde. El Salvador, la capilla más representativa de su arte en Úbeda, hacía dieciséis años que el obispo de Jaén, don Diego de Tavera, la había consagrado al culto, y Argote de Molina, ante el esplendor de la misma, tan nueva, maravilla que le cautivó, se pronunció así: «Es de las más suntuosas capillas que hay en toda España, y con un retablo de grandísimas figuras de talla entera, de mano del famoso Berruguete, enriquecida toda la iglesia con excelentes pinturas, despojos de los mayores pintores de aquel siglo». (Un cuadro de María Magdalena de autor desconocido, junto con La Piedad, de Sebastián del Piombo, pintado en una losa de pórfido, fueron enviados a Sevilla hace bastantes años para su restauración; obras que aún no han sido devueltas ante la pasividad de los interesados en ello).

Otras obras importantes en Úbeda, como el Palacio de los Bussianos, el edificio del antiguo pósito y el Palacio de La Rambla, se encontraban en avanzado estado de construcción. El Hospital de Santiago se terminó un año antes de la visita de Argote de Molina y hacía dos que la nueva campana de la Torre del Reloj, de unos 1 500 kilos de peso, había sido colocada sobre un torreón de la muralla árabe que circunda el casco viejo de la ciudad.

(07‑05‑1978).

 

almagromanuel@gmail.com

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