Contra la guerra, la paz que engendra la cultura

La guerra judeo‑palestina es la punta de un inmenso conflicto de culturas ‑musulmanes contra occidentales‑, alimentado por unos canallas, sin otro motivo que el poder. Buscar razones históricas para solucionarlo quizá sea, paradójicamente, la trampa sibilina de estos alquimistas del engaño; mientras que en lo emocional, que surge del arte y que transforma el grito en melodía, el insulto en poesía, la agresión en danza…, sea donde esté la llave que abra la puerta a la paz en Palestina.

El conflicto judeo‑palestino es, indiscutiblemente, el más antiguo de los que existen hoy en el mundo; y, para entenderlo con un mínimo de objetividad, es necesario poseer extraordinarios conocimientos de historia; razón por la cual, la mayoría de las opiniones que oímos sobre el mismo y las soluciones propuestas para solucionarlo son, en su inmensa mayoría, nacidas de la indignación que la guerra produce y sin rigor alguno; pero en lo que, probablemente, casi todos acertemos es que, por ambas partes, hay canallas muy poderosos empeñados en mantener abierto ese conflicto, sufra quien sufra ‑unas veces unos, otras veces los otros‑. Conflicto que no es sino “la almendrilla” del desencuentro cultural y religioso de los musulmanes con los occidentales, en todo el mundo.

Por ello, quizá la postura más conveniente del común de las personas sea “tragarnos” la indignidad que esta guerra nos produce todos los días y exaltar aquellos hechos, actitudes y símbolos de cualquiera que actúe por la paz de esa tierra.

A finales del pasado siglo, el músico Daniel Barenboim creó, junto al escritor de origen palestino Edward Said, la West‑East Divan Orchestra, formada por músicos de origen israelí, árabe o español; acción por la cual ambos recibieron elPremio Príncipe de Asturias de la Concordia; y hace poco, el Papa Francisco, reuniéndose con los líderes musulmanes y judíos en Jerusalén, ha dado una extraordinaria lección política a tanto estadista zorruno como existe en la actualidad.

 

Daniel Barenboim interpreta el cuarto movimiento de la novena de Beethoven con la West-East Divan Orchestra, movimiento en el cual el coro canta el poema de Schiller:

«¡Abrazaos millones de hermanos!
¡Que este beso envuelva al mundo entero!
¡Hermanos! ¡Sobre la bóveda estrellada,
habita un Padre bondadoso!
¿Flaqueáis, millones de criaturas?
¿No intuyes, mundo, a tu Creador?
Búscalo a través de la bóveda celeste.
¡Su morada ha de estar más allá de las estrellas!».

delmoraldelavega@yahoo.es

 

www.albayanaideas.blogspot.com

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