Atletas

¿Se han fijado ustedes en una fauna muy concreta que estos mesecillos abunda por las costas, por las playas, paseos marítimos, carriles peatonales o demás vías adecuadas…? Sí, esa que a las primeras horas ya se encuentra invadiendo esas zonas, pero que perdura durante todo el día, para tener otra punta de presencia hacia el anochecer. Me refiero a quienes practican alguna forma de ejercicio, tipo carrera de fondo, carrera cronometrada o controlada por pulsaciones, pasos o calorías, marcha rápida o simple caminar con cierto acelero.

Abundan y mucho. Volveré a admitir que esta especie es ya común habitante de lugares y épocas distintas a este tiempo, pero se hace más patente y manifiesta en estos meses y costas. Será por la concentración de practicantes o porque el entorno invita a hacerlo.

Dice esta santa costumbre algo bueno de nuestros novedosos hábitos, que antaño era curioso y hasta extravagante el sujeto que practicaba así este tipo de ejercicios; y no digamos si eran ellas las que lo hacían: bichos raros eran y objeto de toda murmuración no muy sana y menos justa. Antaño, a quienes hacían ejercicio, sportmanse les nombraba: o eran ingleses o lo hacían por prescripción médica. Casi impensable era ver a un nativo en esta tarea; y todavía más impensable si ya tenía cierta edad. No se practicaba ejercicio alguno, si no fuese el obligado por el trabajo.

Así que es bueno que el personal se haya concienciado; y tal es esta concienciación que cada vez se ven más. Se han concienciado, porque deciden cuidar su salud principalmente. Claro que es de observar el desfile: puro entretenimiento. Como yo soy de poco esfuerzo ‑lo confieso‑ y por ahora no tengo necesidad médica de machacar mi body, pues cuando ando por la costa me voy al paseo marítimo y paseo (para ello es el paseo) y, si me encuentro una sombreja, me coloco en el apostadero y voy contemplando y clasificando a los desfilantes.

Hay de todo.

Linda visión la de la chica que te rebasa, dando sus buenas zancadas, con su top o su maillot, o su camiseta y pantalón de deporte, airosa, con su pelo recogido en coleta que se balancea al ritmo del trote, algo sudorosa ya. El joven que la acompaña o que también hace la ruta suele ir de igual guisa, uniformados los dos. Los dos también bronceados, los dos con las últimas zapatillas de moda, los dos con sus auriculares.

El abanico de complementos de casi todos suele nutrirse precisamente de esos auriculares conectados a los últimos modelos de telefonía móvil, a tabletas o a otros medios de reproducción digital. También se llevan estos anteriores aparatos para ir monitorizados, pulso, calorías, tensión… Un pequeño laboratorio de constantes vitales. Gafas de sol. Tobilleras y rodilleras, cintas para el pelo y el sudor. Botella de líquido para reponer ídem, más que de agua, de alguno de los recomendados isotónicos o estimulantes. Algunos se marcan la ruta con un GPS.

Las motivaciones, como escribo, suelen ser el mantenimiento de un cuerpo sano y libre de grasas o de protuberancias antiestéticas. Si es sólo por esto último, en realidad la salud les importa un bledo, porque suelen administrarse sustancias no muy saludables para llegar a ese ideal de cuerpo que muy pocos o pocas pueden tener y mantener. Practicar regularmente y marcarse metas u objetivos que superar puede llevar a una dependencia total de estas prácticas.

Desde mi observatorio, observo también a todo tipo de personas practicando… Unos con más y otros con menos entusiasmo. Pero es de ver (y eso se nota) a aquellos que en su vida han practicado deporte alguno y ahora están intentando seguir generalmente los dictados al uso o los del médico que los controla. Siempre se dijo que no se puede pedir peras al olmo y acá, en estos casos, se nota que ni están preparados psíquicamente ni materialmente; que prescinden de toda la anterior parafernalia tecnológica o de la equipación adecuada. Ahí van, a su bola, con el chascal bien calado y, si hace falta, la gancha en mano; y eso de las calorías quemadas o los kilómetros recorridos les trae el pairo (y bien que hacen). Pero hacen ejercicio diario y, si puede ser, con su grupete de colegas; ya pararán en el chiringuito más tarde. Los hay también que pasean con su perro, pero eso es fauna aparte para otra descripción. O los ciclistas, que invaden a veces o coinciden con las zonas peatonales, aunque también los reservo para otra ocasión.

Sana y buena costumbre es; denota un cambio muy positivo en la mentalidad carpetovetónica; no en vano han transcurrido ya bastantes años desde que dejamos atrás los tabúes y las reticencias de un oscuro legado que todo lo veía como fuente pecaminosa. Al menos, en esto (y creo que felizmente por esto) tenemos cierta diferencia con otras comunidades o supuestas civilizaciones, que se empeñan en dar marcha hacia atrás a toda velocidad y contra toda lógica histórica.

 

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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