“Recuerda que yo no existo”

En esta esplendorosa y soleada mañana de Domingo de Ramos encamino mis pasos hacia la antigua iglesia de San Lorenzo. He sido invitado (mediante correo electrónico) por la Asociación Cultural “Alfredo Cazabán” a la presentación de la novela Recuerda que yo no existo, de Miguel Pasquau Liaño, y no me lo quiero perder…

A mi llegada, encuentro todo el aforo completo. El público está expectante por doble motivo: la presentación del mencionado libro y el estado de la propia iglesia, ante la primera fase de las obras emprendidas por la Fundación “Huerto de San Antonio” y el Obispado de Jaén…

Son bastantes las personas que van a intervenir desde las doce y media en que comienza el acto. Yo, que he asistido a múltiples presentaciones de libros, quedo impresionado pues, en lugar de tener una mesa presidencial donde cada ponente invitado expresará su parlamento más o menos preparado (con o sin papeles), me encuentro con que Nicolás Berlanga Martínez, Rafael Bellón Zurita y Luis Foronda Gómez, ayudados por cuatro destacados componentes de la Teatral Ubetense “Tirsos y Caretas” van conformando una presentación coral, poniéndome la miel en los labios y provocándome el deseo irrefrenable de adquirir y leer la novela de un tirón, nada más salir del acto…

Es tan claro y especial el mensaje que cada uno de los intervinientes transmite que, sumados todos, constituyen una globalidad encomiable. Con Nicolás  Berlanga disfruto de su oratoria y exacta dicción en la que hay agradecimientos para vecinos del barrio y allegados al edificio restaurado, mención expresa a las obras de puesta en valor de este inmueble religioso abandonado (anunciando visitas guiadas ‑con donativo‑ para ver el estado de las obras) y hagiografía del autor de la novela, incluso leyendo de su blog un escogido texto. Con el cronista oficial de la villa, Rafael Bellón Zurita, recibo una lección de literatura y agradecimiento, con anécdotas y nombres ubetenses que han dejado su huella en la memoria colectiva y en las paredes del altar mayor de esta iglesia, 

mediante el somero desbroce de la novela, en sus distintos apartados (sin desvelar el final ni nada especial), de la que le gusta todo, excepto su portada… Y con el periodista y escritor Luis Foronda, cuando sale al estrado con el propio autor (como un par de amigos que charlan sosegadamente), para seguir analizando situaciones personales y profesionales noveladas, ciudades en las que se desarrolla (Granada, Almería…) y los principales personajes que habitan en esta novela (Matías Verneda, Ernesto Rosales, Paula, Victoria…), en una animado diálogo pleno de sinceridad, oportunidad e ingenio (por ambas partes), inoculándome el deseo lector más desaforado…

Entre medias, los cuatro actores (con total paridad de sexos…) han estado apoyando (magistralmente) ciertas escenas escogidas, declamándolas desde el fondo del (que fue) altar mayor. Así mismo, tanto al principio como entre medias o al final del acto, las músicas de la época en la que se desarrolla la novela, con sus continuos saltos al pasado (flashbacks) y al presente, constituyen un firmamento sonoro y vocal del que quedo enamorado, pues son las que yo he vivido…

Aprecio que no ha intervenido ningún político o autoridad local, por lo que (entiendo) el discurso cultural ha sido el que ha primado…

Finalmente, el autor se pone improvisadamente a firmar ejemplares, recibiendo enhorabuenas y parabienes, en el mamperlán del mismísimo altar mayor (que fue), manchándose de polvo pantalón y chaqueta, hasta que alguien le trae un sillón para poder sentarse cómodamente y firmar ejemplares con dedicatorias individualizadas. La mía, aunque sobredimensionada, me gusta mucho: Fernando, espero que la novela esté a la altura de lectores como tú. Y entonces siento (no sé si llamarla «sana») envidia de querer ser un escritor como él, que sabe expresar y/o condensar lo que le rodea y vive en su blog Es peligroso asomarse, de manera tan magistral y lúcida…

Después, mientras rápidamente van quitando sillas y escenario, me dedico a ver y fotografiar la exposición de piezas museológicas rescatadas de esta antigua iglesia de San Lorenzo, acordándome de lo que tantas veces mi padre (cuando era monaguillo en El Salvador, antes de la contienda civil) me ha referido: «El característico sonido argénteo de sus campanas, que nunca más volvieron»…

Echo fotos para mi archivo personal y marcho pletórico de alegría con dos libros bajo el brazo: la novela presentada y un librito verde que me han regalado por su compra (Relatos de la mente, del mismo autor), para mitigar momentos de aburrimiento y disfrutar de la buena prosa que nuestro paisano, magistrado y profesor de Derecho Civil, ha querido compartir (mediante su novela Recuerda que yo no existo) con todos los asistentes a este acto durante las casi dos horas que ha durado…

 

Úbeda, 13 de abril de 2014.

 

fsresa@gmail.com

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