¿Qué fue de Carmen Laforet?

Conocí a la profesora Anna Caballé poco antes de las vacaciones de Semana Santa del año 2006. Me dio su teléfono un antiguo alumno de las Escuelas, la llamé, le propuse que fuéramos a comer y aceptó, sin duda, por cortesía hacia nuestro compañero. Recuerdo que tuve el atrevimiento y la ingenuidad de dedicarle un ejemplar de Historias y retratos, aquel calamitoso libro plagado de errores, que recogía anécdotas de nuestra vida en Las Escuelas, y ella me lo agradeció con una sonrisa no exenta de ironía.

Hojeó el libro por encima, comentamos algunas fotografías y, a pesar de ser unos años más joven, me animó a seguir escribiendo y me atendió con la condescendencia con que se trata al alumno que demuestra ganas de aprender. Estoy seguro de que ella no se habrá vuelto a acordar de mí, pero desde entonces yo he seguido su trayectoria con enorme interés. En el año 2010, publicó Carmen Laforet. Una mujer en fuga, y no dudé en comprar este interesantísimo trabajo biográfico, sobre la enigmática vida de la escritora.

¿Qué fue de Carmen Laforet? ¿Cómo pudo apagarse, con tanta rapidez, su amor irrefrenable por la literatura? Que los reveses hieren, que la decepción angustia y que por culpa de un fracaso podemos enfermar, es algo no demasiado difícil de entender; pero que el éxito puede acabar con un autor brillante, como acabó con Carmen Laforet, es algo que no se acepta con facilidad.

Un escritor fracasado puede convertirse en un monstruo, en un enfermo; porque los escritores necesitan el reconocimiento del público no sólo para escribir, sino para ser. Pero el éxito también puede destruir. La gloria no es algo que se pueda controlar; no es un traje que se utiliza en una fiesta y después se guarda en un armario hasta la próxima ocasión. Cuando alcanzas la fama, cualquiera se cree con derecho a opinar sobre lo que está bien y lo que está mal. Esos cantos de sirena han destruido a más de una personalidad débil que, en lugar de resistir, ha cedido a los halagos de la crítica. Decía Rilke que la fama es un vertiginoso juego de espejos deformantes, que te devuelven millones de imágenes de ti, todas ellas falsas y alienantes. El miedo, la soledad y la ambición acaban con la espontaneidad y la confianza.

Con veintitrés años y en sólo seis meses, Carmen Laforet escribió Nada, la historia de una muchacha de dieciocho años, que llega a Barcelona años para estudiar en la universidad y se aloja en el domicilio de unos parientes, que ocultan secretos inconfesables. Nada es una novela moderna y asombrosa, que descubre lo mala que puede ser la vida cuando la vida es mala. Con ella ganó el Premio Nadal en 1944.

Anna Caballé nos cuenta la espantosa infancia de Laforet en Las Palmas una madre enferma y una madrastra despreciable que la llevaron a dejar aquel infierno para vivir el sórdido ambiente de la posguerra barcelonesa; su difícil vida matrimonial con el periodista Manuel Cerezales, con el que tuvo cinco hijos; su pasión por Lilí Álvarez, una feminista elegante y distinguida, que fue campeona de España de esquí; ganó el Campeonato de Automovilismo de Cataluña a los 19 años; y, con sólo dos de entrenamiento, jugó la final de Wimbledon: un memorable partido de tenis al que asistieron los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia.

Laforet, prendada de la figura de Lilí, sublimó su amor hacia la tenista en un arrebato místico muy a la medida del ambiente religioso de la época, y publicó una mediocre novela religiosa, que dejó a los críticos estupefactos: Una mujer nueva. Tras veinticuatro años de matrimonio, se separó de Cerezales, a quien culpó de su decadencia; pero, a partir de entonces, se aceleró su decadencia mental, desapareció del panorama literario y se hundió en la ciénaga de su terrible enfermedad. Consumía, a diario, un medicamento adelgazante que contenía anfetaminas; cambiaba de residencia constantemente; vivía en casas alquiladas, hoteles, pisos de amigos… y se convirtió en una especie de vagabunda, que llevaba sus papeles en bolsas de plástico, y contaba una sarta de mentiras sobre los libros que estaba a punto de publicar.

Siempre mostró un miedo cerval hacia la crítica. Para cubrirse sobre posibles errores, declaró que había escrito Nada en sólo seis meses, cuando, en realidad, dedicó más de dos años a la obra; escribía cartas despectivas a los periódicos que hablaban de ella, y era esquiva y arrogante con quienes la entrevistaban. Al final de su vida, su grafofobia se agravó hasta tal punto, que le era imposible firmar los talones bancarios: con sesenta y cinco años trazaba palotes en el cuaderno de una de sus nietas, en vano intento de volver a escribir; y en los tres últimos, apenas pronunció una palabra.

Su vida está plagada de fantasías y de sorpresas: fue una víctima de la ambición y la inseguridad; una mujer dominada por las dudas, por el ansia de gloria y por el miedo. En 2002, después de un año sin hablar y casi cuarenta sin publicar, le dijeron que la habían propuesto para el premio Príncipe de Asturias. Por un instante, despertó de su ausencia mental y dijo dos palabras con claridad. «¿A mí?».

Bibliografía

Carmen Laforet. Una mujer en fuga, de Anna Caballé e Israel Rolón. RBA editores.

Barcelona, 19 de marzo de 2014.

roan82@gmail.com

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