Asuntos de óperas, y 03

RIGOLETTO, de Verdi

Acto I

Espléndida estancia en el Palacio Ducal. La fiesta está en su apogeo. El Duque y Borsa hablan de sus devaneos con las damas: Questa o quella per me pari sono. Rigoletto, el bufón del Duque, bromea con el conde de Ceprano acerca del acoso amoroso de él a su esposa. Marullo entra en la sala y anuncia a todos que Rigoletto, el jorobado, el bufón, el loco, tiene una amante. Rigoletto sigue burlándose del Conde Ceprano y éste, enfurecido y celoso, incita a todos a la venganza contra el protegido del Duque, Rigoletto. Entra Monterone para reclamar el honor de su hija, Rigoletto se burla de él y el Duque ordena arrestarlo. Monterone maldice a Rigoletto y al Duque. El coro termina cantando O tu che la festa audace hai turbato.

En un cambio de escena, en la calle, junto a una casa de apariencia discreta, Sparafucile se acerca a Rigoletto y le ofrece sus servicios para matar a su rival. Recibida la oferta, Rigoletto ordena a Sparafucile que se marche y, mientras le sigue con la mirada, canta Pari siamo! Io la lingua, egli ha il pugnale. Rigoletto se nos descubre como un hombre con sentimientos delicados que ha de fingir crueldad para entretener a su amo el Duque, y poder ganarse la vida. Entra en la casa y su hija Gilda le abraza. El padre, preocupado por la maldición, le ordena que no salga a la calle. La hija no sabe cuál es la ocupación del padre, ni siquiera su nombre. Llorando, Rigoletto le confiesa a su hija Il mio universo è in te! La hija lleva tres meses en la casa y no conoce la ciudad. Tampoco conoce a su madre, que murió. Ella quiere salir y el padre le pregunta si lo ha hecho alguna vez. Ella lo niega. Rigoletto encarga a Giovanna, la mujer con la que vive su hija, que la cuide. Rigoletto oye un ruido en la calle, abre la puerta y el Duque se desliza dentro de la casa sin ser visto. Descubre, con asombro, que Rigoletto es el padre de Gilda. Rigoletto se despide y deja a las dos mujeres solas.

Giovanna y Gilda nos descubren en su conversación que el Duque ha seguido a la joven cuando ésta ha ido a la iglesia. El Duque sale de su escondite y corteja a Gilda. Giovanna se marcha a una orden del Duque. Los enamorados se confiesan su mutuo amor. Mientras tanto, el Conde Ceprano y Borsa, en la calle, llegan ante la casa. Gilda pregunta el nombre a su amante y el Duque le dice uno falso y que es estudiante y pobre. Vuelve Giovanna para advertirles que en la calle se oyen pasos. Tienen que separarse y ambos cantan el dúo Addio… speranza ed anima, sol tu sarai per me.

Gilda sube al balcón con una linterna y la ven, desde la calle Marullo, el Conde Ceprano, Borsa y otros cortesanos armados y enmascarados. Rigoletto, llevado de un presentimiento, vuelve mientras esto sucede a la casa de su hija y choca con Borsa. Marullo se da a conocer y engaña a Rigoletto diciéndole que pretenden raptar a la esposa de Ceprano, cuyo palacio está enfrente de la casa donde vive Gilda. La oscuridad y la máscara no permite reconocer a Ceprano, que está presente y le da su propia llave de la casa para llevar a cabo la empresa del rapto. Rigoletto respira tranquilo, porque su presentimiento ha sido un error, y se presta al juego retomando su papel de bufón cruel. Le ponen un disfraz a Rigoletto y lo vendan para que no pueda ver que se dirigen a la casa, en donde se encuentra la que ellos creen que es la amante de Rigoletto. Le ordenan sujetar la escalera y suben al balcón de la casa de Gilda. Sacan a rastras a Gilda, que tiene un pañuelo en la boca. Al atravesar la escena, perderá una chalina. Rigoletto advierte que está vendado, se arranca la venda y el disfraz y, a la luz de una linterna abandonada, reconoce la chalina y ve la puerta abierta. Entra, exclama Ah! La maledizione!, y se desmaya.

Acto II

En un gabinete del palacio, el Duque se queja del rapto de Gilda cuando entran Marullo, Ceprano, Borsa y otros cortesanos y le comunican que han raptado a la amante de Rigoletto. El Duque se ríe mientras ellos le cuentan la acción, hasta que advierte que ella es su adorada Gilda. Pregunta dónde la tienen y le dicen que está en palacio. El Duque sale en su busca. Entra Rigoletto y les descubre que Gilda no es su amante, sino su hija. Corre hacia la puerta central, pero los cortesanos le impiden el paso. Rigoletto canta Cortigiani, vil razza dannata.

Gilda sale y se abraza a su padre. Le confiesa que se había enamorado del Duque al que creía un pobre estudiante. Monterone pasa escoltado hacia la cárcel y Rigoletto le dice que tendrá quien le vengue. Rigoletto canta Si, vendetta, y Gilda Per l’ingrato ti chiedo pietà!

Acto III

Gilda y Rigoletto están en una calle, frente a una hostería. En su interior, está Sparafucile. Es de noche. El padre pregunta si aún lo ama. Ella lo afirma, aunque acepta la venganza. Se aproximan a la hostería y descubren al Duque, vestido de simple oficial, que le pide a Sparafucile una habitación y vino, mientras canta La donna è mobile. Sparafucile avisa a su hermana Maddalena, quien, vestida de gitana, coquetea amorosamente con el Duque. Sparafucile ha salido a la calle y le pregunta a Rigoletto si mata al Duque. Rigoletto dice que volverá más tarde a realizar el plan.

En la escena amorosa entre Maddalena y el Duque, éste canta Bella fligia dell’amore. Gilda confiesa que a ella le ha dedicado las mismas palabras de amor y llora. El padre le ordena que huya hasta Verona, mientras él realiza el plan de la venganza. Gilda se va. Rigoletto busca a Sparafucile y le entrega la mitad de las monedas como pago de su acción. Rigoletto quiere realizar, él mismo, el asesinato y volverá a medianoche.

Maddalena, que siempre ha servido de cebo para los asesinatos, por encargo de su hermano, duda de hacerlo esta vez, porque siente atracción por el joven Duque. Sparafucile convence al Duque para que se quede en su propia habitación. Acepta y, mientras duerme su sopor alcohólico, los hermanos comentan. Maddalena confiesa que ama al Duque y no quiere matarlo. Gilda, que ha vuelto, también por la llamada amorosa, oye desde fuera toda la conversación. En el toma y daca de los hermanos, acuerdan que si llega alguien antes de medianoche, morirá en lugar del Duque. Gilda desea morir por él. Llama y disimula ser un mendigo. La acción siguiente se confunde entre las sombras.

Llega Rigoletto y Sparafucile le entrega un saco con un muerto dentro. Rigoletto va a arrojarlo al río Mincio, que está junto a la hostería. Mientras arrastra el saco, oye la voz lejana del Duque. Raja el saco y descubre que su hija está dentro, mortalmente herida en el corazón. La hija pide perdón a Rigoletto y muere. El padre, mesándose los cabellos, cae sobre el cadáver de la hija, mientras grita desesperado Ah, la maledizione!


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