Esto era una vez…
Un niño al que le gustaba mucho jugar, reír, saltar… Tenía mucho predicamento entre sus compañeros, pero especialmente entre los del sexo femenino, que lo tenían por líder indiscutible: sus ocurrencias, su valentía, su impulsividad y su inteligencia práctica hacían de él un buen candidato a todo…
Llevaba en sus genes sangre ceramista y constructora, pues sus abuelos (paterno y materno) ‑además de su padre‑ siempre tuvieron esas habilidades y ejercieron sendas artísticas profesiones…
También sus progenitores le infundieron sumo cariño y dedicación al trabajo cerámico, al dibujo, al baile, a la expresión plástica y, especialmente, al trato correcto; por lo que de mayor, viendo que su hermana se convertía en destacada intérprete musical, emprendió los transitados derroteros artísticos familiares: no quería que ella “le mojara la oreja” en ese campo…
Y, después de estudiar mucho, vislumbró la bonita senda de su futuro, continuando la saga artística y artesanal que sus padres, tíos y abuelos, tan bien, le habían plantado…