El mes de las castañas

Está visto que el mes “del Tenorio”, o de las “castañas”, o de los difuntos, o de todos los santos, como cada uno prefiera, se está haciendo presente en nuestra página web. Aunque me tendréis que reconocer que eso de comerse unas castañas, calenticas, recién hechas, junto al fuego, en torno a una mesa de camilla, en compañía de buena gente y con un vasito de buen anís, es una perspectiva más vitalista y halagüeña. Sobre todo, porque, como reconoce Maslow, es más difícil filosofar si la barriga está vacía. Y, bajo este punto de vista, han sido las aportaciones de nuestros queridos compañeros Mariano Valcárcel y Enrique Hinojosa las que me han sugerido la siguiente reflexión.

Me ha gustado el estilo distendido, despreocupado e incluso jocoso que ha empleado Enrique en su aportación. Juega con aquello de “llevar las de ganar” en la “lotería” de la vida. Pero, como todos sabemos, aunque lleváramos todos los números, menos uno (ese lo dejamos para los demás), no tenemos garantizado que nos “toque” en “este” sorteo. A mi modesto entender, veo una diferencia esencial, entre lo que expresa Enrique y lo que expone Mariano. A Mariano, la inevitabilidad de la muerte parece llevarle al vacío. Enrique asume la inevitabilidad con aceptación, con humor. No hay vacío, entiendo, porque hay esperanza. Aunque nos joda estar destinados (más tarde o más temprano) para abonar semilla de rábanos, si creemos que la muerte sólo es un paso más de nuestra existencia, tenderemos a asumirla con una resignada, gozosa e incluso alegre aceptación. Todo dependerá de la profundidad de nuestra fe. Se la concibe entonces como la puerta hacia la “verdadera” vida. La perspectiva varía radicalmente.

Desde que venimos a este mundo, estamos situados en el lado del meandro del “río de la vida”, en el que el agua carcome la tierra del cauce para depositarla al otro lado. Y permitir así que la vida “siga”. El agua, “la muerte”, nos lleva de un sitio a otro. La fe es la que nos hace asumir la inevitabilidad como trascendencia y, por tanto, con esperanza. Hay un refrán español que podría describir muy bien nuestra situación ante la muerte. Es aquel que dice: «Dios escribe derecho con renglones “torcíos”». Frente al absurdo del “ser para la muerte” de los existencialistas, la fe hace que nos sintamos como un “ser para la vida”. Para disfrutarla, entre otras muchas cosas, con unas castañicas calenticas, con un vaso de buen anís, en buena compañía y haciendo el bien a la gente.

Que os siente bien.


nayam@correo.cop.es

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