Una vez en la capital del Santo Reino, nos dirigimos al barrio de la Magdalena, denominado ahora barrio Moscú (por ser el más malo y rojo de Jaén), porque con nosotros viajaba una mujer enferma que había de ser ingresada en maternidad… Atravesamos callejuelas y avanzamos hasta la plazoleta de la Magdalena, con su abundante fuente, hasta que nos detenemos junto al hospital. Como la maternidad quedaba un poco más abajo y el coche no podía avanzar por la pendiente, vinieron en su auxilio varias personas del establecimiento (al ser avisadas), siendo ayudadas por el conductor del coche. Por ello, no tuvimos más remedio que esperar su vuelta todos los ocupantes. Bajaron los municipales y charlaron con algunas personas. El guardia de confianza del alcalde de Jódar (que confidencialmente lo sabía) comunicó al grupo con el que conversaba que yo era religioso…
La noticia corrió, como la pólvora, por la plaza y calles adyacentes; y se armó la marimorena entre la larga cola de gente (especialmente mujeres, que estaban esperando conseguir carbón; y que más parecían brujas y furias amenazantes e insultantes) y el grupo de milicianos (que estaban próximos al cuartel), siendo los peores, que me apuntaban con sus armas (o cargaban sus revólveres), conminado a los guardias municipales, que me escoltaban, para que me pegasen cuatro tiros, sin entregarme al Gobernador. Aquello parecía la antesala del infierno, pleno de insultos, amenazas y blasfemias… Y, como no volvía el chófer, la catástrofe parecía inevitable: las mujeres estaban dispuestas a arrastrar al fraile, pues habían dejado la cola del carbón… Como siempre solía hacer en los momentos de peligro, me encomendé a la protección de la Virgen Carmelitana y pedí su protección y auxilio, con lo que recobré la serenidad interior que me sacaría de aquella difícil situación…
Por fin, llegó el conductor y condujo el auto entre la multitud de furias infernales, hasta que nos libramos de ellas. Año y medio después, siendo compañeros en el ejército rojo (el guardia municipal y yo), se las daba de que él me salvó la vida… ¡Menuda cara tienen algunos…!
Y llegamos a nuestro ansiado destino: el Gobierno Civil, tras atravesar aquellas intrincadas y peligrosas callejuelas de barrio Moscú…
Úbeda, 16 de septiembre de 2013.