La economía en la Historia

Uno, en sus pocas luces y desconocimiento del tema, no deja, sin embargo, de pensar que hay cosas que están pasando que no cuadran, que no tienen sentido (al menos el declarado), a pesar de que los técnicos, los expertos, los que se supone que llevan el timón se empeñan en insistir en lo que sucede como lo único que puede pasar, que es inevitable…, cual plaga o maldición de fatalidad ineludible.

Desde que esto de la crisis y las reformas y el mantra de la productividad se instaló en nuestras vidas, no hemos asistido más que a absurdos justificantes y argumentos que creo, en realidad, que sirven para tapar otras realidades, no por menos conocidas menos reales. Y menos justificables.

El conocimiento de la Historia nos permite constatar que todo está en permanente evolución y que nada es inmutable; que los sistemas y los imperios tienen su ciclo y terminan o pereciendo o transformándose. Pero también nos enseña que nada, o casi nada, es casual; que los hechos se producen por determinadas circunstancias y que hay unos actores que los permiten, o los retrasan, o los precipitan. Que nada es porque sí ni porque es inevitable.

El mundo se movió de forma eurocéntrica durante muchos siglos, en lo político, lo económico, lo social y lo cultural. La expansión de lo europeo permitió que sus avances y logros fueran poco a poco impregnando al mundo (por las buenas o por las malas) e imponiéndose, con sus lógicas adaptaciones y variantes. Por eso, el centro de influencia fue desplazándose hacia el oeste, a la América joven con savia europea y mezclada de las etnias esclavas; sobre todo, en la América del Norte.

Mientras, Europa seguía con sus viejas y fatales manías, sus costumbres, sus principios democráticos y sociales duramente adquiridos y asimilados como básicos para el desarrollo de sus sociedades, todo ello llevado al inicio duramente, mas luego producto de la transacción y del acuerdo para llegar a la viabilidad económica y social de su producción y de su riqueza. Y le iba bien. Pero el modelo norteamericano capitalista, evolucionado in situ, solo obedecía a la depredación social de su sistema productivo y económico (la ley del más fuerte del viejo Oeste). La exaltación de la riqueza. Y le fue mejor. Siendo ya la potencia mundial era natural que su modelo se impusiese.

El capitalismo necesita expansionarse y, en la actualidad, todavía más el capitalismo exclusivamente financiero y especulativo, que es depredador sin principios. Así que la idea de mantener a Europa siguiendo su camino tradicional no le conviene. Y aquí entran los agentes que hacen que la Historia acelere o decelere, forzando así el devenir.

Siendo inevitable que el eje mundial se desplazase ahora hacia el este, hacia el Lejano Oriente, cosa que ya se había experimentado y demostrado en el desarrollo histórico de Japón, los poderes que realmente nos dirigen han considerado ya venido el tiempo de que ello suceda de forma radicalmente eficaz. Ya no les interesa la vieja Europa, tal vez solo como poderosa palanca de arranque, como plataforma donde apoyarse; porque todavía cuenta, como puede contarle un excelente ingeniero a una fábrica.

Acotan el territorio en orden a sus previsibles utilidades. Dejan áreas (el centro y norte europeos) como fábrica eficaz, de alta tecnología y de calidad, para que sus productos puedan exportarse y venderse en las zonas emergentes, mientras la zona sur quedaría sólo para servicios o, a lo máximo, fabricando y exportando sus productos más baratos, no contando con el mercado interior. Y todo ello a precios competitivos. Se entiende que. para lograrlo. las formas clásicas de las relaciones entre empresarios y trabajadores, sus relaciones laborales, han de olvidarse, se deben dar por terminadas. Visto lo anterior, se comprenderá que, de no ser así (considerándose que no se cumplen estas normas básicas de la nueva economía), la fabricación de productos y bienes se derivará, ya se está derivando en lo que se denomina deslocalización de la productividad, hacia las zonas de mayor peso actual.

Esta lógica empresarial o de especulación capitalista nos lleva a no entender ni el cómo, ni el cuándo, ni el porqué de su acción y de su impaciencia por generarse estos tan drásticos cambios. Y hablo en mis cortas entendederas de la lógica económica y humana, dadas las contradictorias consecuencias que conlleva… Pues…, veamos, si de todos estos principios considerados básicos e imprescindibles de la productividad, la eficiencia y el beneficio, se desprende que hay que despedir mano de obra, o abaratarla bajándole sueldos y aumentando su precariedad e inseguridad laboral, se tendrá que la capacidad de consumo de esa población se verá (se ve directamente) disminuida drásticamente. Caído el consumo, cae la producción, cierran las fábricas y se aumenta el número de obreros en paro. Tal vez se está verdaderamente intentando que, como he indicado, la producción europea se extinga en ciertas zonas de la misma, porque ya está asegurada en otras o deslocalizada adonde resulta más rentable. Ya no se fabricará para el consumidor europeo (pues no tendrá capacidad económica para absorberlo, ni interesa); únicamente, se intentará exportar. Tenemos ejemplos en nuestro país: se presume de que ciertas empresas tienen mucho más negocio fuera que dentro, con lo que se demuestra que únicamente les interesan los beneficios, no la pujanza del país ni el interés por su desarrollo. Lo interesante es la economía es‑pe‑cu‑la‑ti‑va, y tengo noticia de que vuelven a España las inversiones de capital extranjero, meramente para recoger los restos, saldos, de lo que acá queda.

Es cierto que así se aceleran los tiempos históricos y, por tanto, se hace realidad la tan cacareada profecía, de principios del siglo XX, del inevitable declive europeo y auge del mundo asiático (en especial, China). Esto se logrará en tiempo muy breve.

De hecho, se está dando un empujón consciente hacia al fin de Europa, como hasta ahora la hemos conocido; hacia su final como protagonista del tiempo histórico mundial.

Los gobernantes actuales deben ser conscientes de lo que ello supone. Si lo son, sus actuaciones encaminadas a ese fin son criminales y, por lo mismo, deberían ser juzgados; si no lo son, indican con claridad su inepcia para gobernarnos y deberían dimitir en bloque. Pero todos deberían hacer caso de quienes les están avisando de su ceguera.

 

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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