Conocer Úbeda, 07b

Entramos ahora a la basílica donde estuvo enterrado el santo carmelitano. En una sola nave se encuentran: cabecera octogonal cubierta por un retablo barroco; rotonda con la escultura yacente del Santo y cuatro frescos alegóricos a su literatura de Francisco Palma Burgos; y el pequeño coro alto donde actualmente están algunas reliquias de San Juan (en una arqueta de plata repujada pueden venerarse tibia, peroné y radio del Santo, junto con una decena de su rosario).

En estos momentos, con el tráfago de la gente no se suele ni se puede oír el pálpito del poeta místico; pero sí podrá escucharse cuando se venga en soledad (y con devoción) o cuando se representa todos los años, la noche de su muerte del 13 al 14 de diciembre; y que nadie debe perderse, por lo que se ha de venir con tiempo para encontrar acomodo, pues, si no, se llena la iglesia y no cabe ni un alfiler… (A mí, me ha pasado algún año, que he tenido que permanecer en el cancel para escuchar el interesante y santo relato).

Nuestro guía nos habla del capítulo XIX de la primera parte del Quijote (“la aventura del cuerpo muerto”), que se desarrolla en Baeza, cuando sustraen de Úbeda el cuerpo (sin vida) de San Juan de la Cruz y son descubiertos… Después del pleito entre Segovia y Úbeda, se troceó el cuerpo del santo carmelita; aquí solamente quedaron las reliquias referidas anteriormente. Cosas de esa época… Alguien comenta que una mujer le arrancó un dedo al santo…; todo esto suena horrible al público, pues le parece una película de terror…

Entramos en la siguiente sala, ya más clara y luminosa, donde hay cuadros y tallas de San Juan de la Cruz. Sale a colación la pequeña estatura del santo (que no llegaba al metro y medio), incidiendo que encontrar a un varón de 1,70 m en aquella época era imposible…

Penetramos poco a poco, tras ascender las escaleras de mamperlán (como vestigio de casa antigua ubetense…), en el coro, habitación donde se encuentra la urna con los restos del santo. Allí las fotografías salen oscuras, como si quisiera defenderse la propia memoria del santo, que parece harto de tanto turista curioso e impertinente que sólo viene a fotografiar y fisgonear y no a dedicar una sincera oración por su alma y las de los demás difuntos… Es la habitación (remodelada) desde la que se fue a “cantar maitines al cielo”, después de lo mal que fue tratado por el prior, padre Crisóstomo; y es que para llegar a ser santo parece imprescindible que haya alguien cerca que le haga la vida imposible y le trace el difícil camino de la santidad… Aunque, luego, finalmente se arrepintiera, según cuentan las crónicas…

Luego pasamos al coro grande de la iglesia de San Miguel, donde abundan diversos objetos museísticos y de temática religiosa, presidido por la imagen de Santa Teresa de Jesús (obra de Risueño). Abundan Niños de pasión, Niños triunfantes, Niños Jesús… pues siempre en los conventos carmelitanos solían tenerlos (especialmente en los femeninos, por aquello de la frustrada maternidad de las monjas).

Vamos ya un tanto sudorosos y cansados, y el suelo de madera nos recuerda, por sus crujidos, que también él está cansado de nuestro peso y continuado deambular, puesto que andamos de acá para allá (más en corrillos que atendiendo al guía que ha optado por ir explicando sucintamente lo más importante de las salas que vamos visitando…). Vámonos fijando en diversos cuadros de Antonio Espadas, dalmáticas, casullas y expositores del tesoro carmelitano… Se habla, se fotografía…; todo es excusa perfecta para hablar de Úbeda y de su historia en pequeños y diferentes corrillos…

Ya vamos casi a marcha militar cuando pasamos por el último pasillo, antes de entrar en las celdas… Se charla más que se explica; el calor, la excesiva gente que estamos, las prisas… urgen la cervecita y la tapita apropiadas.

En la última sala se comenta (en algún corrillo) del robo de las monedas de oro en el ayuntamiento de Úbeda (que en un tiempo se encontraron en el palacio de la calle Montiel…); y que a saber por dónde andarán, pues todas eran de un coleccionista…

De todas formas, esta visita auguro que sirva de punto de partida para volver a repetirla (varias veces más) y enterarnos mejor de la intrahistoria de este museo y de su titular, sobre el que circunvala todo…

Al ir bajando las escaleras, cuando ya hemos visto las distintas salas del pasillo (incluidas la reconstrucción de la celda y la biblioteca carmelitana o de San Juan de la Cruz), y ya estamos finalizando la visita, veo el patio y el huerto (tras la reja), y se me agolpan los contenidos recuerdos que mi padre (y yo) relatamos en el libro Relatos y vivencias del nefasto asalto a Los Frailes en 1936; y de lo que cuenta el padre Claudio en Estampas de mi calvario.

A las 13:00 h, Francisco Javier da las gracias a Vicente Ruiz y nos emplaza para el siguiente sábado, con el fin de que asistamos a las explicaciones que Margarita Sánchez Latorre, como excelente catalogadora de las obras del convento de las Carmelitas Descalzas de Úbeda (en la calle Montiel), dará, mostrándonos lo más sobresaliente. También anuncia la nueva temporada de paseos por Úbeda con primeros espadas de nuestro mundillo cultural: Adela Tarifa Fernández, Arsenio Moreno Mendoza, etc.

Tras los correspondientes aplausos, alguien hace referencia a mi persona, diciendo que Margarita es mi hija y argumentando el famoso proverbio: «De tal palo tal astilla…»; yo contesto, sin pensarlo: «Vale mucho más la astilla, que el palo del que se ha desgajado…». ¡Y es la pura verdad…!

A la salida, me encuentro con mi amiga Adela Tarifa que, además de dar una vueltecita por la Úbeda monumental (y enseñable) con una incondicional amiga venida de Madrid, tenemos la suerte de encontrarnos con José Muñoz Moreno (de la Asociación de Artesanos), que es maestro cantero y nos muestra su recoleto y aprovechado taller, argumentando: «Llevo 27 años de oficio y quiero que no se pierda la técnica de labrar la piedra (que no es tallar), sino labrar: la forma que va cobrando la piedra…». Que trabaja sin el trabajo previo (valga la redundancia), que cualquier maestro cantero suele hacer en tres tiempos: modelado, vaciado y puesta a punto. Y entonces pienso: «¡Cuánta inteligencia desaprovechada hay en Úbeda…!». Según nos cuenta, está por las tardes en su taller, pues por las mañanas trabaja en el ayuntamiento… Cogemos su teléfono de contacto, pues esta visita habremos de repetirla más veces con familiares o amigos… ¡Merece la pena…!

Después, me marcho tranquilamente, de vuelta a casa, y me encuentro que Vicente y F.º Javier se están preparando para la comida del medio día: se encuentran sentados (bebiendo y tapeando) en Misa de 12; por lo que les acompaño de buen grado y charlamos de lo divino y de lo humano, especialmente en lo tocante a lo que a los tres tanto nos interesa: la Úbeda de nuestras entretelas… Hasta que llega la hora de partir y terminar de hacer los recados que en casa nos han encargado…

El calor ya se ha apoderado plenamente de las calles y plazas ubetenses, por lo que se busca la sombra como agua de mayo… Todos hemos quedamos emplazados, sin falta, para la visita del próximo sábado…

¡Allí estaremos…!

Úbeda, 25 de julio de 2013.

fsresa@gmail.com

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