Hipocrilandia

Caen las noticias día a día y van pasando, cubriéndonos con sus miserias, sin que la mayoría se dé por enterada o lo note (ni quieran notarlo, de tanto hastío). Es una lluvia fina y pertinaz, calabobos la nombramos en mi pueblo, que empapa sin sentir y, al final, te empapa como una sopa.

Nos están tratando indecentemente con la impunidad de quienes se sienten intocables y dueños del bien y del mal, de los que han sabido que desde siempre fueron los que mandaban y seguirán mandando y aprovechándose y que nadie se lo va a cuestionar.

Si nos asomamos al diccionario, indecente quiere decir ‘no decente, deshonesto’; decente, por el contrario, es ‘ser justo, honesto, de buena reputación’; honesto es ‘honorable, razonable, justo, honrado, íntegro, moral, decente’y viene de honestidad que se declara como ‘compostura, integridad de la persona y de su conducta moral y social’.

Estos conceptos (y palabras) han desaparecido del lenguaje de muchos de los que, aplicándose esta sobrevenida amnesia, obran como si la impunidad y la irresponsabilidad fuesen sus mayores privilegios. Y el cinismo su divisa.

Dice también el diccionario que legal ‘es conforme a la ley o establecido por ella’; y ley viene definida como ‘norma preceptiva promulgada por una autoridad para el gobierno de una comunidad o corporación’.Como se puede ver, en principio una ley y su legalidad consecuente no implica necesariamente que la autoridad que la promulga y sostiene tenga origen democrático, ni sea necesariamente justa.

Justo es ‘el que obra con justicia’.Justicia ‘es una virtud que consiste en poner en práctica el derecho que asiste a toda persona a que le sea reconocido lo suyo o las consecuencias de su comportamiento’; pero también es ‘sinónimo de derecho, razón, equidad o lo que debe hacerse conforme al derecho o la razón’.

La maniobra conceptual, perfectamente urdida, es la de confundir todo lo anterior en un revoltillo del que se infiera que lo legal significa unívocamente lo justo y, por lo tanto, obrar supuestamente dentro de la legalidad vigente (y de su interpretación) siempre es obrar justamente.

Como el cuerpo de leyes, las leyes, se vienen redactando por los hombres (salvo las que se dicen de origen divino, cuestionable) y esos redactores, procedan de democracias o autocracias, las elaboran siguiendo diversos intereses de clase, de grupos de presión e incluso por autoprotección privilegiada, entonces presumir que mantenerse dentro de la ley es obrar justamente es, cuanto menos, una grandísima falacia y una grandísima hipocresía. Un ejemplo cercano de ley muy interesada: se gravan las energías renovables y el autoconsumo eléctrico en beneficio exclusivo de las grandes compañías… ¿A quién beneficia esta legalidad supuestamente justa?, sólo a esas compañías y a sus accionistas, no al interés común.

Siguiendo con el diccionario, ético ‘pertenece a la ética, justo y moral’ y ética ‘es parte de la filosofía que estudia el comportamiento humano, en la medida en que este se halla en alguna relación con el bien y el mal’.

Y esto último es importante, porque lo ético tiene relación con el comportamiento del bien o del mal, independientemente de su legalidad. Porque, como está claro que no todo lo legal es justo ni ético, tendremos que hacer fuerte hincapié en que la conducta ética de muchos en estos tiempos deja bastante que desear. Elaborando leyes para el beneficio exclusivo de unos cuantos, no se obra ni ética ni moralmente en la dirección correcta. Discurriendo por el filo de las leyes o por sus vericuetos más desconocidos, no se obra ni ética ni moralmente. Soslayándolas de la forma más burda, se obra con la inmoralidad más absoluta.

Y este es el panorama ante el cual nos encontramos, por desgracia.

Jueces que, en nombre de la ley, dictan sentencias absurdas o claramente parciales; cargos políticos que, diciendo ser de conducta impecablemente legal, saben que fueron ellos mismos los que prepararon esa legalidad para su exclusivo beneficio (o de otros muy concretos); designaciones pendientes de la “puerta giratoria”,precisamente preparándose esa salida, sobresueldos y partidas maquilladas de legalidad, llevadas, sin embargo, en secreto (y eso es por algo indudablemente); nombramientos, cuyas condiciones de acceso se saltan con subterfugios para que en los mismos entren nuestros amiguetes…

Busque en todo ello dónde se encuentra la honestidad, la moral, la ética e incluso la verdadera justicia… y no se encontrará más que con piedras de escándalo por doquier, cinismo a toneladas, podredumbre, y mucha, mucha hipocresía. Nos dirigen y gobiernan unos grandísimos hipócritas, para tenernos bajo el Estado social y de derecho como reza la actual Constitución y así vivamos bajo el imperio de la ley… SU LEY.

Con sólo un poco de decencia ya habrían dimitido. Pero hoy día eso es casi una anécdota en HIPOCRILANDIA.

 

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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