Como ahora se lleva mucho casarse en esta iglesia, raro es el fin de semana que no hay una boda (sobre todo en tiempo primaveral o veraniego), por lo que hoy ya vemos deambular toda la parafernalia que esta celebración conlleva…
De los libros de actas o actos sólo ha quedado ‑o se conserva‑ el primero (que empieza en 1940), pues los demás fueron destruidos. La guerra civil y lo que siguió fue terrible para ellos… Sí se conservan algunos pergaminos. No quedaron libros de bautismo o casamiento… En estos momentos, recuerdo (con profunda pena) que mis abuelos paternos bautizaron y casaron a algunos de sus hijos en este santo lugar, por lo que únicamente los avala nuestro recuerdo familiar, sin el preciado soporte documental…
Nos recuerda, nuestro entendido guía, que la sillería del coro era del siglo XVI (construida por Juan de Reolid y Luis de Aguilar) y se destruyó ‑vilmente y con alevosía‑ en la guerra del 36… Hay restos de la sillería de Santa María en algunas tablas del retablo del Hospital de Santiago; en el archivo hay varias cosas; y, dentro del archivo de la sacristía, algunos paneles de la sillerías…
Siempre se ha echado la culpa de toda esta destrucción a la guerra civil; pero en realidad se ha traficado bastante con esta excusa pues, él mismo (Almagro García), aún recuerda que el claustro estaba lleno de papeles, y que los vendían como papel vacío…
Nos da cumplida información de las tres últimas capillas antes de pararnos en el altar mayor, recordando que algunas rejas se han perdido con la obra.
Capilla del Cristo Yacente: con bóveda de crucería y portada semejante a la capilla mayor (probamente del siglo XVI). Durante mucho tiempo sirvió para guardar la platería del templo y otros objetos sagrados.
Capilla de los Becerra: con portada gótica en arco apuntado y bóveda de crucería. Explica las rejas y su simbología y detalla concienzudamente todas sus donaciones.
Capilla de los Sabater: consta de una clásica portada renacentista del siglo XVII con reja. Capilla muy suntuosa que vuelve a su familia original tras avatares de la vida…
Como a la una hay boda, ya se está preparando toda la parafernalia (músicos, sacerdote, flores, invitados etc.), pues ahora se lleva casarse aquí…
Antiguamente, las rejas de en medio de la iglesia iban de pilar a pilar y se cambiaron por arcos grandes, que se pueden aplicar a Andrés de Vandelvira, porque por entonces andaba por aquí; pero pudieron ser hechos por otros arquitectos o constructores…
La Capilla Mayor es del siglo XVIII, que se cambia, pues era gótica. Cuenta la tradición que aquí se dijo la primera misa tras la reconquista de la ciudad. Ha sufrido muchas transformaciones y tiene adosada una portada gótica del templo en la que está colocada una escultura de un Cristo crucificado, que en realidad es de la iglesia de San Pedro…
Ahora entramos en la Capilla Jesús Nazareno mientras los ensayos de los músicos de la boda amenazan y estorban la explicación. Destacan tres detalles: su portada ojival de finales del gótico; su reja del siglo XIX; y principalmente la imagen de su titular (que tanto ha sufrido, como toda la iglesia, por las eternizadas obras de casi tres décadas cerrada…), obra del escultor Jacinto Higueras (en 1940).
Delante se encuentra la Virgen de Guadalupe (fuera de su actual capilla), ya que quiere asistir a todos los actos religiosos, en primera fila, exornada de flores y encima de su trono y largas andas: pidiendo oración y devoción a todo cristiano devoto que se acerque a su vera…
Como nos tenemos que ir, vemos rápidamente las tres capillas que nos restan: Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, Capilla de San Sebastián y Capilla Bautismal. Todas están restauradas. Alguien comenta (de la última) cómo desapareció su artística puerta de madera: sirvió para calentarse los albañiles en la “sufrías” mañanas del invierno ubetense, cuando este mágico y santo lugar estaba en poder de las máquinas sin alma y de los incivilizados hombres…
Es cerca de la una y nos entremezclamos con los invitados de la boda, pero no nos pueden confundir, pues nuestra indumentaria no es la más apropiada (no estamos tan emperejilados).
Salimos a la calle y nos colocamos en la última estación: al lado de la cruz exterior, recordándonos Antonio que (antiguamente) había escaleras para subir a Santa María, pues era donde se encontraba el alcázar… Y esta cruz no era más que eso, aunque se haya inventado que hubo ahorcados o ajusticiamientos en este lugar, etc.: todo mentira vana…
Hace una exégesis de la plaza: Salvador, Parador de Turismo, Ayuntamiento, Pósito, Palacio de Vázquez de Molina…; donde en pocos años se han cambiado espacios… El edificio más antiguo (Santa María) presenta una fachada desfasada… y es que, además, hay un pique establecido entre la nobleza y el clero (reja, capilla privada, asentamiento del poder municipal…). Vuelve a recordar que en Santa María, después del Concilio de Trento, podría haberse hecho una gran fachada como tapadera del monumento y como manifestación del poder de la iglesia…
Todos nos reagrupamos alrededor de la cruz de mármol de Macael del siglo XVII, sobre la que han inventado muchas tonterías y gaitas al respecto… «Estamos ahora mismo en la línea del alcázar…», recalca nuestro infatigable guía.
La fachada barroca de Santa María fue terminada en 1645, con inscripción de la Inmaculada… Hay que imaginarla sin espadañas (Martín Gómez de Alvarado, la diseñó) y con imágenes; pero por problemas de dinero (como ahora con la crisis), no se pudo acabar…
El público sigue haciendo preguntas y aportaciones interesantes. Nos habla del proyecto de ventanas renacentistas (que se cegaron), con sus posibles vidrieras, y de la Casa Parroquial del siglo XIX (con portada plateresca procedente de Santo Domingo). «Delante de Santa María había una barbacana, cuya línea delineaba el foso y desfase para su defensa…».