Broche de oro musical es lo que hemos presenciado, esta cálida noche veraniega, en la iglesia de los Padres Carmelitas de Úbeda, cuando, tras la misa anticipada, el coro “Llama de amor viva” (con su brillante director al frente, Manuel García Villacañas), nos ha ofrecido un gratuito concierto… Manolo es un hombre renacentista ‑actual‑ que domina muchos ángulos del saber… Tenemos suerte ‑los ubetenses y sus contemporáneos‑ al disfrutar de su aguda e inquieta inteligencia, plasmada en múltiples ámbitos de la vida: los cuadros que podemos admirar en la iglesia de San Miguel y en las distintas ilustraciones de las publicaciones de la Semana Santa ubetense (p. e.: en las portadas e interiores de Imagen y palabra…); los dibujos del festival que hemos tenido la suerte de ver en la exposición del Hospital de Santiago; las portadas de todos los programas del actual festival, que divulgan su singular valía por todo el mundo…
En verdad, ha sido un lujo, poder asistir a la clausura del XXV FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA “CIUDAD DE ÚBEDA”, pues, a lo largo de mes y medio, los melómanos (locales, provinciales, regionales o nacionales ‑e incluso extranjeros‑) hemos podido beber de las fuentes musicales que nos ha proporcionado su organización, cuya valía y tesón está fuera de toda duda; porque hay que tener en cuenta la infraestructura que esto conlleva y el compacto grupo de incondicionales asociados que dedican mañanas, tardes y muchos fines de semana para que todo salga a pedir de boca… El cándido espectador (no su antónimo) cree que con sólo su presencia todo está resuelto…
Por eso, cuando eran las nueve y media de la noche y escuchamos este entrañable concierto (que conllevaba un marcado matiz religioso), hemos podido comprobar que han primado: la brillantez en su ejecución vocal; la preparación física y psíquica que conlleva; la plasticidad de su instrumentación; la conjunción ‑bien empastada‑ de voces masculinas y femeninas bajo la batuta y atenta mirada de su director; la puesta en escena; la sencillez ‑al fin y al cabo‑ de un grupo y su director que van haciendo pródigo camino, sigilosamente y sin alharacas, basándose en el trabajo grupal de ensayos y en el tenaz estudio individual, con espíritu de superación; en las destacadas voces solistas, que lo mismo salen que se integran en el coro; en la vocalización y aprendizaje de partituras para que, cuando llegue una noche mágica como la que estoy comentando, el sobresaliente “cum laude” sea merecido (con aplausos y plácemes agradecidos del público…).
La verdad es que los asistentes a este magnífico concierto (que por ser gratuito, no desmerece de los de pago…), disfrutamos del enamorado rescate de partituras, pues nos recordaron: la devoción a la Virgen María; la dulce y angelical música de Navidad; a Jesús como maestro y salvador; y, por último, la oportuna y estupenda instrumentación y musicalización de cuatro canciones carmelitanas (dos de Santa Teresa y otras tantas de San Juan de la Cruz) de Manuel García Villacañas, que nos dejaron ‑a todos‑ con la miel en el alma…; y con una paz interior, tan necesaria en el tráfago actual que otros nos tienen montado…
Manuel García Villacañas es una persona intrépida y valiente, pues se atreve con todo: pinta; da clase en Secundaria (que tanto valor tiene en estos tiempos); dirige un selecto coro, a la vez que interviene tocando la pianola o diversos instrumentos de percusión; canta…; y, además, por si fuera poco, compone (lo que ‑al menos, para mí‑ es el culmen de la inteligencia y de la creación humanas).
Envío, desde aquí, mi doble enhorabuena: a la dirección del XXV Festival Internacional de Música y Danza “Ciudad de Úbeda” por su acierto en elegir, en esta edición, a varios ubetenses destacados en el fabuloso y difícil mundo de la música; y, especialmente, al coro Llama de amor viva, nacido en el seno de la comunidad de los Padres Carmelitas Descalzos de Úbeda, y que tanto hace por exportar buen ubetensismo, disfrutando, a su vez, con la reconfortante vivencia de ofrecer música en grupo…
Úbeda, 15 de junio de 2013.
Nota: Agradezco, al fotógrafo Miguel Tejada Moreno, su consentimiento para ilustrar este artículo con estas estupendas fotos.