Hermoso se viste el árbol
en la gentil primavera;
precioso se ve, esplendente,
en la frondosa arboleda.
En clara y lluviosa tarde,
de este preciado abril,
las nubes rozan el río,
el cielo luce de añil.
Y voy soñando caminos
en la tarde silenciosa;
yo contemplo, esplendorosa,
la primavera que vino.
Absorto, voy caminando
por senderos y veredas
recreándome en quimeras,
al amigo recordando…
Por los márgenes del río,
mi alma se ha ensimismado,
y junto a la luna, riela
a la par, juntas, viajando.
Al amigo que marchó
oculto, sin hacer ruido,
lleva muy dentro mi alma,
pues era amigo querido…