Abril, para soñar…

Para Mar.

Era una tarde
y abril florecía
celindas y rosas
del viejo jardín.

La fuente reía…;
el chorro del agua,
en la blanca taza,
con sones de fiesta,
cantaba sin fin.

El sol cautivaba
laurel y rosales,
e inundaba áureo
el verde jazmín.

Era una tarde
alegre y vieja,
rosácea y bella
del preciado abril.

La tarde declina,
y el cielo se cubre
‑azul y sereno‑,
de quimeras pleno,
de plácidos ensueños,
preñado de añil…

pedrovico24@hotmail.com

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