Hay diecinueve pasos
desde mi soledad hasta tu nombre.
Hay diecinueve espejos
con flores degolladas
‑equivocados pétalos sin sangre‑.
Hay diecinueve sábanas tendidas
con pinzas de zorzales
y tú, mientras se orea mi memoria,
recoges los limones
de las ramas más bajas
y zurces de amarillo
el sol deshilachado.