¡Vaya y cómo se pusieron nuestros amigos con lo de los últimos Premios Goya!
Siempre tuvieron precisamente “entre ceja y ceja” a los de la ceja. Vamos, que no les caían bien. Esos actores y actoras de tres al cuarto, según sus evaluaciones periciales, malos, malísimos de la muerte en todos los conceptos no tienen derecho ni a hablar.
Mientras viajo en autobús, ponen una peli, El puente, de Bardem (un rojo declarado), protagonizada por el Landa y me admiro de que su mensaje sea todavía vigente, aunque el soporte haya envejecido y ya no queramos reconocernos en aquellos tipos ni en aquella caspa del 77. Topicazos llevados al extremo, pero como tales aún entre nuestros genes nacionales.
¿El cine español?, ¡vaya, un bodrio siempre subvencionado, mamando de la mamandurria oficial, que no tienen agallas para allegarse el dinero por sus propios medios, ganándoselo con su esfuerzo y con la taquilla obtenida!, ¡zánganos, más que zánganos! (Me parece que se olvida que en este tema no sólo están los actores y actoras sino que, y es muy importante, intervienen muy activamente los productores).
El alzarse en testigos acusadores, esos cómicos de la ceja, es casi alta traición. Porque si viven del recurso de la mamandurria oficial y, además, viven manifiestamente bien, ¿a qué estos discursos? Bien calladitos habían de estarse. Silencio cómplice, que es lo que se venía haciendo en tiempos pretéritos, pero muy presentes. Pelis de recio espíritu autóctono… Mas… ¿no es eso lo que se está haciendo año tras año? No hay más que asomarse a la producción cinematográfica de la democracia para observarlo; otra cosa es que no sean sus fondos y manifestaciones las que desearían nuestros amigos. Pero ibéricos lo son.
Bueno, bien; pero es que se pasan con lo de la República; o, sus secuaces, con lo del rojo bueno y el fascista (y cura y militar) malo. Con recordarnos una y otra vez que hubo una guerra en la que los que perdieron, ahora, cuentan sus versiones. Y no se acuerdan de las pelis de propaganda que se hicieron tras el conflicto (y con ilustre guionista). ¡Es que esas sí que eran películas patrióticas, coño! (Sí, lo eran).
Así que esos y esas de la ceja… ¡Puaf!, ¡claro, lo que le tenían que agradecer a Zapatero!
Artistas argentinos que nos vienen a dar lecciones, ¡ellos!, de democracia, la Verdú otra que tal, Almodóvar ese…, Trueba, ¡vaya tropa! Y no digamos nada del Bardem y su Pe, ¡un hospital, una planta del hospital, entera para ellos, en New York (es mentira, pero así lo vienen propagando), y encima un hospital judío!
Del Guillermo Toledo mejor ni hablar.
Todos ellos, discípulos aventajados de los clásicos, ya hasta admitidos por conocidos, el “Juanpliego”, la Tina Sáinz, Berlanga y hasta Paco Rabal o Fernán Gómez. Rojillos que confraternizaban dentro del Régimen. Sin duda, españoles de pro, pese a su desviacionismo.
La farándula. Los faranduleros. Los del cine.
Entre esta tropa hay de todo y siempre hubo de todo. El que hacía su trabajo sin plantearse dilemas y tanto entraba en un guión de mera manutención como se atrevía a colaborar con trabajos de más enjundia. El que se esforzaba en manifestar su adhesión inquebrantable al que mandase acudiendo al timbre de su llamada, cual perrillo. El que se creía vanguardia progresista y sólo producía o dirigía pestiños intelectualoides, o pilar del sistema y accedía a todas las manipulaciones exigidas. El propagandista. El inmoral. El chaquetero. El… o La…, que tanto monta.
Lanzarse a degüello sobre los considerados “de la ceja”, porque no callan, porque aprovechan sus tribunas para contar lo que pasa, para ser, al menos, algo sensibles a los sucesos de la sociedad que los rodea, y fundamentarse en las contradicciones a veces evidentes entre sus vidas y sus ideas es de un ejercicio hipócrita descomunal. Pues… ¿quiénes de entre los que esto critican son coherentes entre sus prédicas y sus vidas? No hay más que verlo; muestras y noticias tenemos todos los días. La mierda nos sube por encima de la cabeza.
Hasta el jefe de la patronal lo afirma: «Tonto el empresario que paga impuestos». Así, sin anestesia, a lo bruto. Y si se evaden capitales a paraísos fiscales, mejor. Y mientras eso dice, se sabe que la Organización Patronal recibió las mayores subvenciones del Estado, o sea, las mejores mamandurrias. Entonces, ¿qué, por qué y a quiénes tenemos derecho de juzgar? ¡Ah, sí, a los de la ceja, por querer seguir chupando de la mamandurria!