Jocosa y entrañable presentación

Recibí en mi domicilio la invitación de la presentación del libro Jubilados jubilosos. Mi entrañable despedida (1986‑2009), de mi querido amigo Antonio del Castillo Vico (Funcionario Municipal Jubilado, como él mismo se autoproclama). Sería en el Auditorio del Hospital de Santiago de Úbeda (Jaén) el día 27, a las ocho y media de la noche, pero luego se demoraría hasta las nueve menos diez porque, desde las ocho, andaba el autor firmando ejemplares con esa pulcra y legible letra ‑de eficaz funcionario de toda la vida…‑ y con original dedicatoria personalizada que siempre servirá de gozoso recuerdo a quien la lea…; hasta que llega el alcalde de la ciudad, José Robles Valenzuela y la concejala de cultura, Josefa Olmedilla López. Antes, ya le habían dado varios toques, el presentador del acto y su hijo, para que cesase la prolongada dedicatoria de libros y la dejase para el final del acto…

Leo Tallada Sánchez sube el estrado y, ante el atril, toma la palabra para decir que hacía dos meses lo había visitado Antonio del Castillo Vico, notándole un brillo especial en los ojos ‑como cuando el Real Madrid gana la Champion‑, para proponerle, sin anestesia, que fuese el presentador de su libro, que andaba ya en imprenta; a lo que no se pudo negar… Era un reto para él: cómo hacer para destacar y resumir las múltiples facetas personales y sociales que engloba su amigo Antonio (actor, escritor, cibernauta…); en definitiva, un enamorado de Úbeda…

Leo va dando destacadas pinceladas de su biografía. Nace en 1943, en la Corredera de San Fernando, de ilustres apellidos ubetenses, entrando como Oficial Técnico Administrativo, el dos de agosto de 1965 ‑estando de alcalde de nuestra ciudad don Jerónimo Garvín Mesa‑, en el negociado de quintas; sabiendo que, en el 2001, se extingue, puesto que el servicio militar ya no sería obligatorio. Felizmente casado con Rosario, con muchas inquietudes culturales entre ambos, tiene seis hijos, que no desmerecen de sus progenitores, pues son astillas que han salido del árbol paternal. Refiere que Antonio tiene muchas y variadas facetas destacadas, aunque la principal sea la del teatro, por haber pertenecido a Tirsos y Caretas y representado muchos y variados personajes.

Antonio siempre ha tenido una vocación profesional en el negociado de quintas como tallador de mozos…; y que, en su tiempo, recibió un galardón por ello… Recuerda Leo su tallamiento, que no fue tal, puesto que tuvo que pedir prórroga por sus estudios ‑y, al final, no hizo la mili‑; y describe, detalladamente, la situación y los enseres que envolvieron ese momento: la máquina de escribir con sus variados calcos; los múltiples documentos, bien ordenados en su genuina mesa de funcionario; y la frase que le dijo al volverse para mirarlo: «Haga el favor de esperar un momento…».

Luego, lo llegaría a conocer plenamente como gran compañero de trabajo, tanto en su honradez como en su bien hacer… De ahí salió el libro que hoy se presenta. Antonio tiene una capacidad de sintetizar, cual maestro alquimista, mediante versos jocosos y emotivos, llenos de cariño hacia predecesores y postreros a su jubilación… A muchos los ha degustado Tallada, incluso siendo pie de micrófono, en algunas despedidas… En estos poemas, sabe retratar lo mejor de sí y del jubilado para la prosperidad de Úbeda; a pesar de la mala fama que tiene el funcionario municipal… «Ojalá esta ciudad sepa alguna vez agradecer tu entrega y valía». Da las gracias al público por su asistencia, deseándole muchas felicidades. Y finaliza: «Les dejo con el autor del libro Jubilados jubilosos…».

Antonio del Castillo Vico, tras un parsimonioso preámbulo (pues bebe agua y se pone las gafas pausadamente, sin nervios ‑las tablas que posee, con los muchos años de actuación ante el público, así lo avalan…‑), comienza la sarta de agradecimientos. Al público, por su amable asistencia a este acto cultural; al señor Alcalde de esta, muy noble y muy leal, ciudad, por asistir a la presentación de este libro ubetensista (todo ello con un lenguaje culto y rimbombante, como si estuviese en un pleno del ayuntamiento, vocalizando perfectamente todas las cultas y escogidas palabras preparadas concienzudamente en el escrito que lee); a la señora Concejala de Cultura; a Leo Tallada por sus bien timbradas palabras hacia su humilde persona, con sus exageradas afirmaciones, y por elaborar la portada y contraportada del libro; a Ramón Beltrán Almazán por su maquetación; a Manuel Madrid Delgado por el prólogo, prestigiando el libro con ello; a Juan Ramón y a su amigo Luis, juntamente con la selecta concurrencia que le honra…

Después relata la historia del libro en cuestión. Pasaron veinte años sin homenajear al jubilado municipal, desde que él entró en el ayuntamiento de Úbeda; pues siempre se preguntaba: si cualquier empresa lo hacía, por qué no lo podía llevar a cabo la mayor y más importante empresa de Úbeda; por lo que en 1986 se comenzó a hacer, siendo el primero Francisco Amate Torres (Paco Amate para los amigos). Así, juntándose varios compañeros, ofrecían una comida al jubilado y, a los postres, él les dedicaba un poema; y, a partir de aquí, su merecido homenaje. A Antonio le había pasado alguna vez: estar ausente, en su puesto de trabajo, algún funcionario municipal durante varios días y no saber si es que estaba enfermo o es que ya no volvería más, porque habría cesado en su labor profesional, por edad o enfermedad; y eso no le gustaba que ocurriese. Por ello, puso todo su empeño en destacar ese momento profesional del funcionario municipal que se jubilaba…

Siempre le ha pasado: no saber si iba a ser capaz de plasmar, con su pobre plectro, lo importante del personaje que despedir; aunque los compañeros tomaran siempre como imprescindibles sus palabras en el acto de jubilación del compañero funcionario. Él va usando, en este escrito que nos lee, palabras gongorinas y barrocas con una dicción impecable y con ese saber estar en el escenario, mostrando al personaje que representa; que, en este caso, es él mismo…

Relata las jubilaciones que vienen reflejadas en el libro y de las últimas de «este poeta de tres al cuarto», como él mismo se autodefine, que ya estaba jubilado y deseoso de escribir. Hace mención especial a dos compañeros jubilados fallecidos: Ángel de la Vega Egerique y Juan Díaz Quesada, pidiendo una sentida oración por sus almas, pues no han podido tener, entre sus manos, un ejemplar de este libro, ya que murieron tempranamente. En él hay tres sonetos, y el resto son romances jocosos (que es lo que mejor se adapta por su fluidez…) con estrofas finales con emotividad y sentimentalidad, por tratar a todos los jubilados con el mismo rasero. Hace mención al funcionario más viejo del ayuntamiento ubetense: Gasparillo, dándole variados epítetos… Habla del socarrón Pepe Salas y entresaca lo de “Amalarico” en el cuadro de las escaleras…; por lo que los espontáneos aplausos del público no se hacen esperar, interrumpiendo su discurso…

Pretendía que los poemas (principalmente los romances) fuesen diáfanos y entendibles; por lo que no encontraremos en ellos metáforas, metonimias, hipérbaton…, ni ninguna figura literaria. Usa ciertos vocablos de andar por casa (a veces mal sonantes, en ratos de entretenimiento, para evadirnos de este pícaro mundo…). Todos los homenajeados son masculinos. Sólo hubo dos mujeres jubiladas: una, antes de empezar el ciclo desde 1986; y otra, que no quiso que se le tributara su merecida jubilación. Sin embargo, a la otra ‑fémina extraordinaria‑, le escribió, con motivo de su forzosa jubilación, un poema que, en la página 72 del libro, viene reflejado. Sale a leerlo, alegando que, como él ha estado en otras presentaciones de libros de poesía y en ellas se leen algunas de las más destacadas, hace lo propio y declama ‑como gran rapsoda empedernido que es‑ el poema dedicado a esa jubilada, cuyo nombre no quiere desvelar públicamente ‑aunque algunos descubrimos que era la famosa fotocopiadora del ayuntamiento‑; y no va a leer ninguna más, para no hacer creer que algún personaje homenajeado es más importante que otro: para él son todos iguales. Se levanta hacia el atril dedicándoselo «A una abnegada funcionaria». Al interpretarlo ‑cual poeta, autor y actor consumado‑, las risas y los sentidos aplausos del público afloran en el auditorio como setas en otoño…

Explica las dos partes de que consta el libro: la primera, dedicada a las despedidas de los trabajadores del Ayuntamiento de Úbeda en su jubilación; y la segunda, dedicada a las intervenciones que tuvieron lugar en su jubilación. También cuenta anécdotas de su libro, que ha pasado por malos momentos y límpidos aires ubetenses… Se levanta, nuevamente, de la mesa presidencial, para ir hacia el atril y declamar un soneto, que la revista Ibiut le publicó, compuesto para nuestra sin par ciudad, rememorando así esa estirpe de sonetistas y poetas ilustres de su familia que ya dieron momentos de gloria a nuestra amada Úbeda (por ejemplo, entre otros, en la subida de la Virgen de la Soledad, a su paso por la Plaza del Mercado). Con cálidos aplausos, lo despide el público que llena el patio de butacas.

Ahora, toma la palabra el señor alcalde. Diciendo jocosamente «Con la venia», pide permiso al jefe y protagonista de esta reunión, que en estos inolvidables momentos es Antonio del Castillo, expresando que coger la palabra después de él es complicado… «Has llenado el Auditorio, pues tu poder de convocatoria ‑con tus paisanos y amigos‑ es patente; por lo que debes estar contento. Gracias por ser tu compañero y, a veces, tu confidente; y por tu trabajo en el ayuntamiento; por ser tan amante de Úbeda; por tu esposa; y por pasar la media de hijos buenos y bien colocados». Cuenta la anécdota de que, estando de concejal, siempre le decían que se jubilaba fulano de tal y que iba Antonio del Castillo a robarle protagonismo… «Felicidades a todos, en estas fiestas, y que pronto nos veamos aquí, otra vez, con un nuevo libro tuyo».

Lo anecdótico es que la gente se queda callada y embobada unos segundos ‑sin aplaudir ni reaccionar‑ hasta que se levantan de la mesa presidencial alcalde, concejala y autor; entonces es cuando el entregado público se da cuenta de que tiene que aplaudir, y así lo hace, saliendo de la nube en la que se encontraba… Son poco más de las nueve y media cuando se vuelve a formar una gran cola, esperando a que su autor le dedique su ejemplar, para luego marchar a la tranquilidad del hogar e ir degustando, sorbo a sorbo, este librito que proclama que, por el Ayuntamiento de Úbeda (Jaén), pasó ‑con talento, eficiencia y alegría‑ un funcionario ejemplar, de cuya memoria habremos de tener fiel recuerdo, como buen ejemplo que seguir…

Úbeda, 27 de diciembre de 2012.

fsresa@gmail.com

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