La greguería en sus cifras y letras, 01

Estando de veraneo en un pueblo pequeño de la Costa del Sol, acostumbraba, al atardecer, a tomarme una cervecita en la terraza de un bar en donde se reunía un grupo de una veintena de personas para jugar al bingo durante un par de horas. Ensimismado en la lectura del periódico, al principio no hice demasiado cuando oía al «vocedador» gritar, por ejemplo, «Las gafas de Maura» o «Dos espárragos en una linde» o «Marranías», etc.

Poco a poco, sin embargo, esta manera tan extraña de nombrar los números despertó mi atención. Me acerqué a la mesa de mis vecinos veraneantes y pude satisfacer mi curiosidad: aquel bingo estaba únicamente destinado a jugadores que conocían las claves con que se nombraban determinadas cifras. Tras un tiempo de observación deduje que Las gafas de Maura se refería al número 8, Dos espárragos en una linde al número 11 y Marranías al 69.

Me sorprendió esa manera tan divertida e ingeniosa de practicar un juego de azar tan simple y directo como es el bingo. Efectivamente, para acceder a la captación del número sorteado hay que traducir primero la clave con la que ha sido nombrado por el voceador; una clave basada en formas expresivas y gráficas que ponen en relación de sentido lo nombrado con cómo se nombra. Un proceso en el que evidentemente juega un papel importante la imaginación. Exactamente como ocurre en determinadas greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Y esta anécdota me ha conducido a estudiar las greguerías de Ramón en las que intervienen cifras y letras. Recuérdese que, por greguería, el DRAE entiende en su segunda acepción lo siguiente: ‘Agudeza, imagen en prosa que presenta una visión personal, sorprendente y a veces humorística, de algún aspecto de la realidad, y que fue lanzada y así denominada hacia 1912 por el escritor Ramón Gómez de la Serna’.


Introducción

Los estudiosos de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna no logran ponerse de acuerdo a la hora de establecer una clasificación de su extensísimo y variado corpus greguerístico. Salvo si se parte de criterios exclusivamente temáticos, tal empeño parece destinado al fracaso o, cuando menos, muy discutible. Es la opinión, por ejemplo, de R. Cardona en la página 24 de su libro Ramón Gómez de la Serna, Greguerías, Cátedra, 1979: «Todo intento de clasificación de las greguerías, a no ser que se haga por temas, nos lleva a un callejón sin salida».

Y lo mismo piensa César Nicolás cuando escribe en la página 92 de su estudio titulado Ramón y la greguería, Universidad de Extremadura, 1988: «La conveniencia de elaborar un índice taxonómico partiendo de criterios estrictamente léxico-temáticos resulta de utilidad más que dudosa en el caso del fenómeno greguerístico».

Por mi parte, pienso que una categorización de las greguerías es posible a condición de que dicha clasificación no desborde los límites que engloba su contorno temático. Es lo que ocurre cuando nos encontramos con greguerías en cuya enunciación y fundamento asociativo intervienen de manera determinante y explícita una(s) cifra(s) o una(s) letra(s). O dicho de otra manera (y me refiero al título de este trabajo): pertenecen al terreno en él acotado aquellas greguerías en que una(s) cifra(s) y una(s) letra(s) intervienen intencionadamente en ese pacto relacional que se establece entre lo definido y su definición; dicho pacto constituye el meollo imaginativo de esa clase de greguerías.


Delimitación de nuestro contorno temático – Aspecto gráfico y aspecto fónico

A modo de aclaración, es conveniente señalar que en este tipo de greguerías, la significación no es la misma si en ella encontramos agrupadas cifras y/o letras. Una adición de cifras constituirá a lo sumo una cantidad cualquiera; de la misma manera que una adición de letras en determinado orden podrá establecer una unidad de sentido, es decir, una palabra. En ese momento nos encontraremos ante otro tipo de greguerías. Lo cual no es imposible dada la capacidad casi ilimitada de lo que llamo el «pacto imaginativo» que se establece entre el objeto definido y el representado en la definición:

Número 11 = Dos espárragos en una linde.

Número 8 = Las gafas de Maura.

Número 55 = Una pareja de la Guardia Civil.

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antonio.larapozuelo@unil.ch

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