Educar, y 03

El secreto, la clave para motivar es el de ser modelos válidos, o sea, ser personas sanas física, psíquica y espiritualmente. Los dos primeros aspectos son condición “sine qua non”, pues la educación no es algo baladí o sin esfuerzo. No. Requiere virtudes como la paciencia, comprensión, valentía, liderazgo, seguridad personal, etc., y ser personas sanas y normales ‑en el buen sentido‑ para ser modelo. Y también espiritualmente; pues la visión trascendente, el ansia por la verdad, la actitud positiva, viva, la ayuda de la gracia… es del todo importante en el modelo de nuestras escuelas.

El profesor ha de ser un modelo que vibra, que ansía la verdad, que está vivo, en su mejor sentido…

De esta manera, arrastrará y estimulará a los educandos en la búsqueda por saber. Los motivará, no los obligará.

Motivar, clave importante en el aprendizaje.

El deseo, la ilusión, el ansia por conocer cosas nuevas, se ha de transmitir, se ha de contagiar. El profesor ocupa aquí un papel único como motor que empuja y acelera las ganas de aprender y ha de saber presentar el aprendizaje como algo atractivo, bonito, que engancha, que responde al deseo por conocer el mundo y todo lo que nos rodea que siente los niños y nosotros mismos.

Además, ahora con los preciosos medios que disponemos gracias a los avances informáticos, audiovisuales, interactivos, aún lo tenemos más fácil, pero sabiendo que el que motiva y despierta las ganas de aprender es preferentemente el profesor y los padres…

Por último y volviendo al modelo de educación que nosotros pretendemos, o sea, la educación personalizada, es de suma importancia recalcar algunas consideraciones sobre la visión y el trato del profesor respecto al grupo-clase, hacia los niños o hacia el niño individualmente.

Es de suma importancia que la visión del profesor respecto a los niños (individualmente, en grupo‑clase, en gran grupo, etc.) es la de respetar siempre en primer lugar su condición de personas ‑con nombre y apellidos‑; en segundo lugar, la de niños en una etapa de su desarrollo determinada ‑según su edad‑; y en tercer lugar, la de alumnos de un nivel, ciclo y etapa determinada. Esto es, a mi parecer, esencial. No debemos confundirlos con “sujetos”, “miembros” o acepciones por el estilo que los despersonalicen.

Por eso, el profesor, nunca debe de imponerse por su fuerza psíquica o su grado de tensión a un grupo de niños, pues ellos se sentirían controlados, algo así como “vencidos”. No. El profesor, usando de su seguridad personal, su energía positiva, su equilibrio, debe de dar las pertinentes orientaciones, avisos, mensajes, sobre lo que se va a hacer, cómo se ha de estar, las reglas de convivencia, las normas para trabajar en grupo, en silencio, en diálogo, etc.

El profesor, y esto es algo básico, clave, con energía suficiente, con su inteligencia, con un grado correcto de seguridad, de energía positiva, sin miedo y con una actitud de aceptación y cariño hacia los niños, no debe de pasar el listón de autoridad, de tensión, de disciplina; no debe de “poderles” ‑nunca‑; por el contrario, ha de bajar un poquito su “alta seguridad” y bajar hacia una posición más humilde: bajar el nivel de tensión y tener una conducta “normal” y humana. De esta manera, los niños, que lo perciben, darán su respuesta también “normal”, humana, centrada y sin problemas.

Aquí, en esto último comentado, encontramos una de las claves del comportamiento correcto del grupo, de los niños o del niño individual.

No a la soberbia. No al autoritarismo. No a la prepotencia, a la imposición, a la escuela carcelaria, a “la letra con sangre entra”…

Necesitamos una escuela humana, centrada, equilibrada, “normal”, de personas humanas, con valores, con respeto, aceptación, ayuda, autoridad, sí, pero autoridad basada en la justicia y en el respeto a la persona. Y motivada, con vida, ilusión, energía positiva y, sobre todo… mucha normalidad y cariño a los educandos.

Seamos, pues, buenos modelos, personas con valores, en la verdad, sanos, vivos… Y pensemos que hemos de estar toda la vida en esta línea de mejora, tanto personal como profesionalmente.

Este será el legado que podemos dejar a las generaciones que nos proceden.

Es la opinión de alguien que en su vida solo ha querido ser “maestro”.

pedrovico24@hotmail.com

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