18-09-2012.
Perspectivas
Siendo yo Prior del convento de Úbeda, tuve que asistir al Capítulo Provincial ordinario que se celebraba en San Fernando (Cádiz), a finales de la primera quincena de mayo de 1936.
Si al abandonar la ciudad se atisbaban “nubes de tormenta” cercana y, en los breves días de ausencia, pude ver los primeros estragos del “huracán” que se cernía sobre España con la quema y destrucción de iglesias y conventos en Cádiz, fue a mi vuelta cuando aquello tomó excesivas proporciones.
El viaje de regreso a la Ciudad de los Cerros había sido como siempre, sin nada que destacar: salida a las seis de la mañana y llegada a las cuatro de la tarde, tras recorrer pinares y viñedos gaditanos, olivares sevillanos y hermosos naranjales cordobeses.
Fue el espectáculo del día siguiente (24 de mayo) el que mucho me impresionó, pues tuve que salir de casa para cumplir los deberes del ministerio de almas: unas jovenzuelas, vestidas con falda roja y chaquetilla azul, me piden unas medallitas en la calle de la Cárcel, a las que acompañan unas risotadas de mozalbetes de corbata encarnada que se burlan de las cándidas aspirantes al comunismo…
Continúo con mi camino, cumplo con mi deber y regreso a casa. Mas, cuando de vuelta tomo la típica plaza del Mercado, es cuando descubro una multitud de jóvenes rojos de toda la provincia de Jaén, con sus banderas y formados de cuatro en fondo, que salen de la “Casa del Pueblo” y, atravesando la plaza, se dirigen ‑por la Rúa‑ a la plaza de toros, adonde van a celebrar un mitin.
Aquella visita no me fue agradable, pues el UHP (Uníos Hermanos ProletariosoUníos Hijos del Proletariado, es una consigna simbolizada en la Alianza Obrera)con que marcaban el paso y su cantar ateo, inmundo y repugnante, que salía de sus aguardentosas gargantas, significaba algo más.
Lo que fuese, pronto daría sus frutos.
Úbeda, 16 de septiembre de 2012.