Aquellas dinámicas de grupo…

03-09-2012.

Acababa de cumplir dieciséis años, cuando me encontraba a punto de comenzar Primero de Magisterio en la Safa de Úbeda. Venía de hacer parte de la Primaria y el Bachillerato Elemental y Superior en los Salesianos de la misma ciudad, con un régimen de clases y metodología muy diferentes…

Me hubiera gustado irme a estudiar una carrera de letras a Granada, a pesar de haber hecho el Bachillerato Superior por Ciencias, como muchos de mis compañeros bachilleres; pero la economía familiar no daba para tanto, a pesar de que las becas concedidas, cada curso, aportaban bastante de lo necesario; y era demasiado costoso irse fuera de casa, pues venía otro hermano menor por detrás, además de mi hermana mayor, y no quería colapsar la menguada economía familiar que mi padre ‑empleado de Casa Biedma‑ y mi madre ‑con la inestimable y necesaria ayuda de una pequeña tienda de comestibles familiar‑ conformaban…

Qué impresión más novedosa y enriquecedora, no exenta de nerviosismo y duda, me produjo el encuentro en el paraninfo del edifico central, con su impresionante estilo neoclásico, con los que iban a ser mis compañeros por tres años…


Me esperaban muchas y nuevas situaciones, que habían de enriquecerme “muy mucho” en esa ansia juvenil que, tanto el que esto escribe como sus compañeros, teníamos en aquella edad tan tierna ‑que tanto mitificamos cuando vamos envejeciendo‑ y ya, por desgracia, cada vez más lejana…

A mí me causó buena impresión el padre Horacio Bel. (punto), entre el elenco del nuevo profesorado que nos tocó en suerte, cuando se nos presentó en clase de Religión, diciendo y escribiendo en la pizarra su nombre y apellido, con el punto detrás. Luego, algunos nos enteramos de que era huérfano de madre desde los seis años, pues vino su padre a verlo tiempo después… Se le veía tímido y despistado ‑¡cuántas anécdotas lo corroborarían!‑ y con ansias de imprimir una metodología y una pedagogía novedosas que conectasen con los jóvenes que allí nos encontrábamos: la promoción del 1970-73 con su nuevo plan del 1967, que ya llevaba algunas promociones implantado en la Safa de Úbeda, y que constaba de tres cursos (los dos primeros, apretados, con 14 asignaturas; y un tercero de prácticas, completo, pagadas ‑por cierto‑ a 13 500 pts. por trimestre, de las antiguas de entonces). Para los que veníamos de los Salesianos ‑y no sé si de algunos otros centros‑, era una novedad asistir a clases mixtas, donde las féminas aportaban tantas cosas positivas que, hasta la fecha, yo no había podido ni tenido la suerte de experimentar… Mi timidez e introversión comenzaron, por aquel entonces, un largo camino de aprendizaje…

Una de las actividades que más me impactó, precisamente promovida por el padre Bel, fue las dinámicas de grupo, que tuvieron una aceptación y unos resultados eficazmente abrumadores, pues a ellas nos apuntamos casi todo el alumnado de uno y otro sexo. Eran las nuevas técnicas psicológicas que se venían implantando en la Safa, que, por cierto, siempre ha sido pionera en estas lides pedagógicas y metodológicas y todavía trata de serlo… Como nos pasaría en segundo curso, pero ese es otro tema que tocaré en otro artículo.

Las dinámicas de grupo se celebraban fuera de horario lectivo ‑distintas de las puestas en común, que experimentaríamos en segundo curso‑ y en el despacho o sala del padre Bel, que se encontraba en uno de los pasillos que daba acceso al patio central porticado. Allí nos juntábamos ocho o diez alumnos de ambos sexos para charlar, durante un tiempo, sobre temas sugeridos por el moderador, que era el propio padre ‑o bien, que iban surgiendo‑, donde se iban exponiendo los problemas que cada cual tenía ‑y quería contar libremente‑, para irle dando posible solución el resto de los componentes del grupo o simplemente servir de excusa para ir cogiendo amistad y compañerismo, especialmente al principio, cuando todavía éramos unos desconocidos los unos de los otros… Como en toda reunión colectiva, unos eran sinceros y otros no tanto, pues eran capaces de inventarse problemas o situaciones para ver cómo los resolvían los demás. Incluso hubo alguno que le sirvió para entablar más que amistad con algún compañero del otro sexo. O sea para ligar, como se decía por entonces… ¡Cómo han cambiado los tiempos…!


Ahora, cuando hace más de cuarenta años de aquello, acuden a mi memoria estos recuerdos, y siento, por un momento, que soy el chaval soñador al que tanto le quedaba por aprender y experimentar en la vida…

Torre del Mar, agosto de 2012.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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