Me llamo Manuel de Falla, 2

29-05-2012.
De regreso en Madrid

Regreso a esta ciudad, empujado por la guerra desencadenada en Europa, y me encuentro con Turina. A finales de ese mismo año, en el Teatro de la Zarzuela doy a conocer La vida breve, y comienzo una etapa de gran actividad.

En enero de 1915, se estrenan las Siete canciones, que compuse en mis últimos días de París. A raíz de la guerra europea, Madrid se transformará en un centro cultural importante.

El matrimonio María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra retoman pronto mi amistad e inician una importante serie de colaboraciones para el teatro. Pienso mi música en términos escénicos y trabajo con vistas al estreno de El amor brujo, en la que sería mi primera versión, en abril de ese año. Por fin, conozco Granada.

Poco después me traslado a Barcelona, en compañía de los Martínez Sierra, para colaborar en algunos montajes teatrales. Allí paso una temporada, durante la que termino prácticamente las Noches en los jardines de España, y preparo una nueva orquestación de El amor brujo.

En abril de 1916, se estrena Noches en los jardines de España en Madrid. Este mismo año, en que muere mi gran amigo Granados, llegan los Ballets rusos, y Diaghilev se entusiasma al oír esta obra, solicitándome ‑sin éxito‑ una adaptación para ballet. También se interesa, en este sentido, al conocer los trabajos ya avanzados de la pantomima El corregidor y la molinera, en la que trabajo y que se estrenará en la primavera de 1917. La presencia de los Ballets rusos en España, así como la de Diaghilev, Stravinsky, Ansermet, Rubinstein, etc., me acompaña en una nueva aventura: transformar esta pantomima en un ballet.

Rubinstein, con ánimo de ayudar a Stravinsky, que pasaba un mal momento económico, le hace llegar, por medio de mí, algún dinero, solicitándole la composición de una obra. Un pedido similar me hace a mí, que dará como resultado en 1919 la composición de la Fantasia baetica para piano.

6. Manuel de Falla, María Lejárraga y Joaquín Turina en Madrid, hacia 1916.

El sombrero de tres picos

1919 es un año de contradicciones: en febrero había muerto mi padre; en junio se estrenan algunos fragmentos de la nueva versión de El sombrero… en Madrid; y en el mes de julio, encontrándome en Londres en pleno trabajo para el estreno de El sombrero de tres picos (adaptación de El Corregidor) con los Ballets rusos y Picasso, debo partir con urgencia hacia Madrid conociendo ‑en el camino‑ la noticia de la muerte de mi madre. Desde París, en 1918, la Princesa de Polignac me había pedido una obra para el teatrillo de su salón. A partir de las lecturas y trabajos sobre el Quijote y la mirada puesta en el traslado definitivo a la ciudad de Granada, El retablo… ya se pone en marcha…

7. Programa de mano de Les ballets russes en el Teatro Real, 1921.
Granada, tierra soñada…

En 1919, llego a Granada, donde pronto instalo mi casa. Ese año es el gran éxito en París de la puesta de El sombrero de tres picos; también compongo el Homenaje a Claude Debussy, solicitado por la Revue Musicale.

La vida en Granada me pone en contacto con un grupo de jóvenes que inician sus actividades artísticas e intelectuales. La gran figura, entre ellos, es la de Federico García Lorca, con quien me unirá una fuerte amistad. Precisamente, en unión con ellos, organizo en 1922 el primer concurso del Cante Jondo, reuniendo a numerosos intelectuales y artistas para participar en estas jornadas de recuperación del “canto primitivo andaluz”, con la participación de intérpretes no profesionales. De estos primeros tiempos en la ciudad admirada, hago varias pequeñas excursiones con amigos; una de ellas tiene como destino la Semana Santa sevillana.

El 6 de enero de 1923, Hermenegildo Lanz, Federico García Lorca y yo montamos, en casa de Federico, una fundación para niños de los populares títeres de Cachiporra que, a pesar de su carácter efímero, tienen una gran significación, incluso como ensayo de posibilidades para el retablo próximo.

Después de una representación en concierto, en Sevilla, el Retablo de Maese Pedro se estrena con escena en París. Trabajaron en ella algunos artistas plásticos españoles, coordinados por el autor, como Manuel Ángeles Ortiz, Hernando Viñes o Hermenegildo Lanz.

Finalmente, en Sevilla, en 1925, tendrá lugar la primera versión escénica en España. Voy en camino del Concerto para clave. Entretanto, Psyché se estrena en Barcelona en febrero de 1925; y, una década después de su estreno en Madrid, tendrá lugar en París la nueva puesta del ballet El amor brujo bajo mi propia dirección.

A comienzos de febrero de 1926, continúo trabajando detalles del Concerto para clave que se estrena en un “Festival Falla” en el Palau de la Música de Barcelona, el 5 de noviembre, bajo la dirección de Pau Casals y mía.

8. Manuel de Falla en el jardín de su casa, en la colina de la Alhambra, hacia 1928.

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