21-12-2011.
UNO DE NOVIEMBRE
QUÉ LIBRES SON LOS MUERTOS EN SU MUERTE;
ya nadie pone en duda
su edad exacta,
su voluntad finita.
Ocupan un vacío permanente
en el fondo secreto de la tierra,
en esa latitud
en la que el riego de la sangre
es un estado independiente
del estado ruinoso de los huesos.
Tan libres como aquellos caballeros
de largas barbas blancas
y erizados cabellos como sierpes,
perdidos en el mundo
de su locura, en sí,
claveros de su propia desmemoria:
un círculo infinito
rodeado de ausencia
por todas partes menos por la lengua
que lame las cenizas
y cierra las ventanas.
Que nadie desenrede
los hilos de la muerte
con secas oraciones.